El camino a las playas exclusivas del sur de Lima es contrastante: mientras los paneles publicitarios muestran paisajes paradisíacos, los pueblos que las rodean están llenos de basura, carecen de agua potable y tienen habitantes que padecen la presencia de mafias locales, que invaden y trafican los terrenos.
El fotógrafo de Associated Press y ganador del premio Pulitzer, Rodrigo Abd, retrató la contradicción de la realidad que muestran estos paneles ubicados en la carretera Panamericana Sur y donde no aparece uno que otro latino y un hombre de color.
En sus retratos se observa carteles que ofrecen departamentos de medio millón de dólares frente a aguas cristalinas, pero debajo de la publicidad se alzan cruces blancas de fallecidos cerca de la autopista, autos destartalados y montículos de desmontes.
Alejandro Sánchez, que huyó de la guerra interna hace 30 años en su natal Ayacucho, se desplaza ocho kilómetros por la Panamericana Sur vendiendo helados. Para él las playas de lujo a las que se dirigen los autos que lo rebasan en la carretera no forman parte de su realidad. Por eso, cuando se le pregunta si podría ir hacia allá, junta las manos y responde: "con suerte puedo juntar el dinero para pagar la comida y los servicios de mi casa".
Como en otros países de Latinoamérica, algunas vallas publicitarias de Perú muestran con frecuencia a personajes de piel clara en este país donde el 93% no se considera blanco, según una encuesta nacional publicada en abril por el Instituto de Opinión Pública de la Pontificia Universidad Católica de Perú (PUCP).
Wilfredo Ardito, catedrático de Derecho en la PUCP y estudioso del racismo, dijo a The Associated Press que la publicidad del país "muestra un mundo ideal de felicidad donde todos son blancos y todos los que no son blancos desaparecen". Añadió que la publicidad vial rumbo a las playas del sur de Lima "no se hace pensando en la gente pobre que vive cerca y la ve todos los días, sino en las personas que transitan en los vehículos que pasan".
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