Al carnaval de promesas sin medio gramo de sustento que nos entregan a diario los candidatos presidenciales, se ha sumado la vacuna como el ansiado bien que todos ofrecen traer. El mensaje puede sintetizarse en cinco palabras: “Elígeme y te la traigo”. La diferencia sustancial entre uno y otro es el grado de confianza que intentan generar entre sus potenciales electores. Hay para todos los gustos, desde quien dice que apenas lo elijan se subirá a un avión e irá a traerlas al precio que sea, hasta quien afirma que convencerá a otros países para que nos vendan “sus excedentes”.
El manoseo es repugnante. Un tema tan sensible y del cual dependen tantas vidas no puede ser tratado con tamaña ligereza. Pero las diferencias en las encuestas –esas en las que todos los candidatos dicen no creer, pero que les causa arritmias y dolores de cabeza- son tan reducidas, que la verdad en sus mensajes es un valor a la baja.
La vacuna, no hay necesidad de ser un experto para saberlo, es un bien escaso. Salvo contadas excepciones, los países no cuentan con el número suficiente de dosis para inmunizar a sus habitantes. Según PerúCheck, Chile ha cerrado acuerdos para adquirir 35 millones de dosis, más de lo que necesita para toda su población, pero las recibirá progresivamente.
En el resto de países la situación es similar. Todos los laboratorios del mundo están trabajando al límite de su capacidad, pese a los cual no podrán cumplir con los compromisos asumidos. Los retrasos en Europa han suscitado explosivos encontronazos con las farmacéuticas.
Los problemas no se reducen a la producción de la vacuna. A finales del mes pasado, el diario “El País” informó que decenas de millones de dosis de AstraZeneca no se podían utilizar en Latinoamérica por “falta de insumos básicos como filtros, bolsas estériles, viales o excipientes biológicos”.
Al año, señala el artículo, se producen 20 mil millones de viales (frasquitos) y toda la industria no está preparada para fabricar los que se necesitan para inmunizar contra el COVID-19 a la población mundial (7.500 millones de habitantes).
Es posible que de aquí a julio la situación cambie. O se mantenga igual. Nadie lo sabe. Resulta comprensible que tras las mentiras de la administración Vizcarra sobre los acuerdos con los laboratorios y el escándalo del ‘vacunagate’, la confianza en el Gobierno sea mínima, por eso los candidatos ofrecen eficacia y rapidez. Pero comprar vacunas no es como ir por caramelos a la bodega de la esquina. No se dejen engañar.