Más de 109 mil personas fallecieron el 2022 en Estados Unidos por sobredosis de drogas. En los primeros seis meses del 2023, la cifra fue de 38.000. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, cerca del 70% de estos casos se vincularon a opiodes sintéticos, “principalmente fentanilo elaborado ilegamente”. Se trata de una droga con propiedades analgésicas 100 veces más potente que la morfina y 50 más que la heroína. Sin mayor problema, El Comercio consiguió este potente opioide, en su versión farmacéutica, en una botica de Jesús María y otra en San Martín de Porres.
Cread en 1959, el fentanilo se convirtió en un importante insunmo para uso clínico y ahora, su versión clandestina, ha generado alarmas a nivel mundial. De acuerdo con la Administración de Control de Drogas (DEA) de los Estados Unidos, dos miligramos de fentanilo -equivalente a una décima parte de un grano de arroz- pueden ser suficiente para matar a una persona. La industria farmacéutica la comercializa de manera legal y controlada en pastillas, inyectables, parches y otras presentaciones, para casos muy estrictos de dolores severos y pacientes oncológicos avanzados o con enfermedades terminales.
Una delgada línea
En el mercado negro, el fentanilo ilegal se comercializa como una droga recreacional muy potente. Es conocida como la ‘droga zombie’ por dejar a los usuarios en estados de sedación casi absoluta. Sin embargo, no es la única vez que se refiere con este nombre a un narcótico. Lo mismo sucedió con el Xylazine (un potente sedavito), el Kush (una mezcla de cannabis con drogas sintéticas) y otros cannabinoides sintéticos.
Principalmente, el fentanilo artesanal se consume en polvos y pastillas, fabricados en laboratorios clandestinos. Además, se mezclan con otras drogas –como cocaína y anfetaminas- para potenciar sus efectos. A nivel internacional, diversas entidades han referido haber encontrado rastros de fentanilo en múltiples tipos de drogas. Un reciente reporte de la DEA indica que dicha entidad ha incautado, solo en el 2023, 79 millones de pastillas que contenían fentanilo.
Las muestras que adquirió este Diario sin mayor obstáculo se trata del fentanilo farmacéutico, en ampollas de 0,5 miligramos. Estas pueden satisfacer, de manera instantánea, la demanda de una persona adicta a este potente opioide u otros de la misma ‘familia’. Sin embargo, también pueden ser utilizadas para extraer el fentanilo de los demás compuestos líquidos y utilizarlo para su producción ilícita, mezclándolo con otras sustancias.
Según el último reporte de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc), al 2021 el uso no médico de sedativos y tranquilizantes fueron el segundo grupo de drogas con mayor prevalencia en el Perú. Los opioides -usados de forma no farmacéutica- son el cuarto tipo de droga más consumido en el país. En conversación con El Comercio, Milton Rojas, psicólogo especializado en farmacodependencia y coordinador de la oenegé Cedro, alertó que “en el ámbito de consumo de drogas en el Perú, hay datos muy esparcidos [y] no son tan confiables. No tenemos estudios recientes”.
Por su parte, Francesca Brivio, directora de reducción de riesgos y gestión del placer de la asociación Proyecto SOMA, también destacó que el consumo de de opioides sintéticos en Perú y en la región no es principal. “Generalmente, la gente en Sudamérica es más de estimulantes, cocaína, éxtasis, tusi, alcohol”, mencionó. “América del Sur no tiene lo del norte global, no hay el [mismo nivel de] consumo de opioides. La verdad es que el fentanilo mezclado con otras sustancias es mucho menos de lo que la gente cree”, aclaró.
Riesgo letal
El principal peligro del fentanilo, y de los opioides en general, está ligado a la dependencia que genera. Así lo establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), la misma que detalla que entre el 2013 y el 2019, “las tasas de mortalidad por sobredosis de opioides sintéticos ajustadas por edades aumentó en un 1.040%”. Rojas detalló que “los opioides tradicionales, como el fentanilo, la morfina o la heroína, son quizás, aparte de las metanfetaminas, las sustancias más adictivas que existen”. Sin embargo, destacó que el caso del fentanilo es más preocupante por su potencia.
De acuerdo con la DEA, la Unodc y la OMS, el consumo excesivo de fentanilo -que en realidad se trata de cantidades mínimas de la droga- pueden generar la pérdida de la conciencia, derivando incluso a la disminución riesgosa de la frecuencia respiratoria. En algunos casos, la sobredosis termina siendo fatal, justamente como resultado de una respiración muy débil y falta de oxigenación.
Las autoridades alertan que los efectos del fentanilo clandestino incluyen mareos, confusión y pérdidas momentáneas de conciencia. A eso se suma una respiración más lenta, náuseas, vómitos y sensación de picazón o calor en la piel. Además de ser una sustancia que genera una fuerte sensación de dependencia, su versión clandestina puede ocasionar efectos fatales en menos de 120 segundos. A largo plazo, el abuso del fentanilo puede llevar a la depresión, pensamientos suicidas y comportamientos impulsivos. Estreñimiento, problemas sexuales, alteración del ciclo menstrual y la pérdida de peso se suman a la lista.
“Más que la dependencia que genera, que es devastadora, el fentanilo [empleado irregularmente] genera una serie de daños colaterales. Es un medicamento muy bueno, cuando se administra apropiadamente”, resaltó Rojas. “Hay que diferenciar del fentanilo médico [con] la elaboración del fentanilo artesanal, que no tienen nada que ver con los que se genera en los laboratorios [farmacéuticos]”, destacó también el especialista, alertando que ambos pueden generar graves efectos en los usuarios si se emplea de manera no controlada.
En paralelo, Brivio anunció que “no hay mucha diferencia [en los efectos] entre los opioides farmacéuticos o clandestinos. La diferencia está en la calidad, la dosificación y la pureza. Si ha sido comprado de un laboratorio de verdad, los riesgos son menores. Tu sabes la potencia y pureza del fentanilo. En cambio, si es de un laboratorio clandestino, no se sabe en qué condiciones ha sido producido o qué contiene”. La especialista resaltó: “el saber exactamente las condiciones [de producción] hace toda la diferencia”.
Una droga “fiscalizada”
El fentanilo en el Perú es una ‘droga considerada a fiscalización’ desde 1978. En teoría, solo puede ser vendido a un paciente con una ‘receta especial para estupefacientes y psicotrópicos’. Estas son válidas por 72 horas, cuentan con tres copias -la original debe quedarse en el establecimiento farmacéutico- y son emitidas con un recetario numerado, entregado a un médico por el Ministerio de Salud (Minsa) de ser debidamente solicitado y fundamentado.
Esta semana, El Comercio llegó a las afueras del Hospital Nacional Edgardo Rebagliati Martins. Sin ninguna receta médica, en una tienda llamada Botica de Jesús -de la empresa Pharmaceutica Rigel & Botica de Jesús S.A.C.- por 58 soles se consiguió dos viales de fentanilo inyectable. Cada uno lleva 0,5 miligramos del opioide, una cuarta parte de lo que es considerado una dosis mortal.
Días luego, este Diario accedió a una nueva muestra de fentanilo farmacéutico. Nuevamente, en la forma de una ampoya de 10 mililitros, con 0,5 miligramos de la droga. En la botica Farma Solución ubicada frente al Hospital de Emergencias Casimiro Ulloa -una de las seis sedes de esta cadena-, El Comercio adquirió el opioide sin tener receta médica alguna. Incluso, ofrecieron dispensar tres ampollas, a quince soles cada una.
En comunicación con El Comercio, el magíster Q.F. Javier Churango, vocero del Colegio Químico Farmacéutico del Perú (CQFP), resaltó que si bien “un paciente debe tener la receta para comprar [el fentanilo], también se da la ocasión que [los clientes] ofrecen más dinero para obtener el medicamento sin la receta”. El quimicofarmacéutico reveló que muchas medicinas reguladas o prohibidas ingresan de contrabando por Tumbes, Tacna y Puno. Por su parte, Rojas denunció la venta no regulada de medicamentos ilegales, bambas y manipulados en diversas zonas del Perú.
Churango también recalcó que el fentanilo no suele conseguirse fácilmente en farmacias o boticas. “Generalmente, está en las farmacias hospitalarias o clínicas [dentro de los establecimientos]”, mencionó el especialista. Si bien El Comercio logró conseguir fentanilo sin ninguna restricción, en la mayoría de las farmacias visitadas no se expendía esta droga. Los vendedores aludieron que se trataba de una droga controlada y que no era comercial. Brivio arguyó que “se cree que el problema son los opioides [clandestinos] que se venden en la calle, pero más de la mitad de las muertes ocurren por opioides recetados. La muerte por fentanilo es igual venga de donde venga. Es extremadamente potente”.
El representante del CQFP resaltó que la Dirección General de Medicamentos, Insumos y Drogas (Digemid) -del Ministerio de Salud (Minsa)- es la entidad encargada de controlar y fiscalizar la comercialización de estos productos. “Las farmacias y boticas deben reportar cada mes o cada tres meses los [medicamentos controlados] que ingresan y los que salen, y deben tener la misma cantidad de recetas retenidas”, detalló el vocero.
Este Diario contactó con el área de prensa del Digemid para conocer más sobre las restricciones que hay sobre el fentanilo y las acciones de fiscalización. Sin embargo, la entidad “responsable de proponer la regulación y normar, así como evaluar, ejecutar, controlar, fiscalizar, supervisar, vigilar, auditar, certificar y acreditar en temas relacionados con lo establecido en la Ley N° 29459″ respondió que “por el momento no podremos dar entrevista sobre este tema”, sin dar más explicaciones.
“El Perú es un país demasiado informal, tiene un enorme problema de automedicación de fármacos donde las personas tiene un acceso sencillo a estos medicamentos [como el fentanilo legal]. Antes de la pandemia, se ve con claridad [en los estudios] que las tasas de prevalencia de consumo de medicamentos es relativamente alta”, dispuso el coordinador de Cedro.
El especialista adicionó que “si bien no tenemos datos confiables de que estén apareciendo consumidores [de opioides], eso no quiere decir que no exista un subregistro. [Además], hay un mercado negro de fármacos vencidos, adulterados. Hay zona donde se venden medicamentos vencidos, robados, extraídos, adulterados. Eso hace suponer que, de repente, por ahí también ha llegado [el fentanilo clandestino]”.
Proponen mayor pena
Por su parte, el Código Penal Peruano establece en su artículo 296 una pena privativa de la libertad entre los seis y doce años a quien posea drogas “tóxicas, sean estupefacientes, sustancias psicotrópicas o nuevas sustancias psicoactivas”. También se considera un delito la fabricación, acopio, comercialización y todo acto que promueva su uso.
Sin embargo, el Código no presenta una prohibición exclusiva para el fentanilo. Esto, por ejemplo, sí sucede con la amapola y la marihuana. Ante esto, en el Congreso de la República se han presentado dos proyectos de ley que buscan adicionar otras penas para los casos que involucren al fentanilo. Ambos permanecen en la Comisión de Justicia y Derechos Humanos.
El Reglamento de Establecimientos Farmacéuticos contempla una serie de infracciones en paralelo a cualquier falta penal que se cometa con la distribución irregular o ilegal de fentanilo.
Por ejemplo, comercializar productos farmacéuticos o dispositivos sin receta médica cuando su condición de venta fuera con receta médica o receta especial vigente, se sanciona:
- A farmacias/boticas: con 1 UIT
- A farmacias de los establecimientos de salud: con 1 UIT
- A droguerías: con 2 UIT
- A laboratorios: con 2 UIT
El primero fue presentado en diciembre del 2023 por la congresista Norma Yarrow, de Avanza País. Esta propuesta plantea incorporar como agravante la “importación, transformación, almacenamiento, transformación, posesión” y otros actos vinculados al consumo ilegal del fentanilo. De esta forma, la sanción se incrementaría y sería entre los 15 y los 25 años de pena privativa de la libertad.
En paralelo, en abril de este año, la legisladora Vivian Olivos, de Fuerza Popular, presentó un proyecto similar. En vez de añadirse como una agravante, la propuesta plantea que la prohibición -descrita casi igual a lo presentado por Yarrow- se considere como un apartado del artículo 296. A diferencia de la primera proposición, esta contempla una pena entre los ocho y los 15 años, mayor a lo dispuesto en el artículo 296.