Willy contó que el recordar la noble personalidad de su hijo lo hizo convencerse, junto a su esposa, de dar el consentimiento para la donación de sus órganos. (Foto: Facebook/Minsa)
Willy contó que el recordar la noble personalidad de su hijo lo hizo convencerse, junto a su esposa, de dar el consentimiento para la donación de sus órganos. (Foto: Facebook/Minsa)
Hernán Medrano Marin

Siempre noble y solidario. Así recuerda Willy Durand a su hijo Flavio (23), quien murió de un disparo en la cabeza a manos de dos delincuentes el pasado 10 de enero, en Chorrillos. En el Hospital María Auxiliadora, a donde fue llevado el joven, los doctores le comunicaron a Willy la dura noticia de que su hijo tenía muerte cerebral y que se mantenía con vida a través a un respirador artificial.

Fueron momentos muy angustiantes para Willy y su esposa Rosa, ya que solo les quedaba esperar. “Es algo que no se le deseo a nadie. El dolor no se compara con nada”, dijo a El Comercio.

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La triste noticia no tardó en llegar a oídos de las autoridades del Ministerio de Salud (Minsa), quienes expresaron su pesar a los padres por lo ocurrido con Flavio. “Fue en ese instante que uno de los representantes nos comentó sobre la posibilidad de que accediéramos a donar los órganos de mi hijo”, contó Willy.

Se trataba del procurador de la Dirección General de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre (Digdot) del Minsa, quien explicó que este noble gesto podría otorgarle una segunda oportunidad de vida a nueve diferentes personas.

Tras lo dicho por el médico, Willy y Rosa, aún con la enorme pena de tener a su hijo postrado en una cama, entraron en una incertidumbre total por no saber qué responder ante ese pedido. Ambos padres, permaneciendo juntos y abrazados, se miraron a los ojos y recordaron la noble personalidad de su hijo y los conmovió la idea de que él siguiera vivo y trascienda a través de otras personas.

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Dar el consentimiento para la de Flavio fue la decisión más difícil que nos ha tocado tomar como padres. Nos ayudó recordar lo noble y preocupado por los demás que era Flavio. Sé que él está de acuerdo con la decisión que tomamos”, indicó Willy.

Los padres del joven sabían que ese dolor que sentían en ese momento era similar al de las familias que esperaban con ansías algún donador para sus seres queridos. Algunas de ellas durante años.

Fue doloroso admitir que mi hijo ya había fallecido. Sin embargo, me puse en el lugar de los padres de las personas que estaban esperando un órgano para salvar su vida. Siento que mi Flavio nos empujó a dar nuestro consentimiento”, señaló Willy.

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Aprobada la donación, Flavio fue traslado al Hospital Edgardo Rebagliati para que allí se desarrollen los trasplantes de órganos, ya que el Hospital María Auxiliadora no está preparado para tales procedimientos.

Tras un corto tiempo, Willy y Rosa conocieron que las intervenciones resultaron todo un éxito y que las nueve personas que requerían con urgencia los órganos ahora pueden continuar con su vida gracias a la más valiente y difícil decisión que ellos como padres han tomado.

Flavio fue víctima de la sociedad, pero él le devolvió a la sociedad un gesto generoso: la donación de sus órganos. Eso me ayuda a sobrellevar el dolor, pensar que mi hijo pese a fallecer pudo ayudar al prójimo y generar que varias familias vivan felices”, expresó Willy.


-Se necesitan más donantes-

El jefe de la Digdot del Minsa, Juan Almeyda, indicó a El Comercio que más de 5.700 pacientes se encuentran a la espera de un trasplante de órganos en el Perú. Señaló que el ritmo de donación bajó durante los dos primeros años de pandemia y que recién desde hace algunas semanas se está volviendo a presenciar un alza en este registro.

Antes de pandemia el promedio era de dos donantes por millón de habitantes. El gran problema que tuvimos fue que los donantes necesitaban permanecer en las unidades de cuidados intensivos, pero estas estuvieron llenas con pacientes covid. Ahora estamos en alza y en camino a alcanzar los estándares internacionales. Las últimas semanas hemos tenido tres donantes que han podido dar vida y esperanza a 14 personas“, detalló.

Almeyda precisó que del total de pacientes que esperan un trasplante, aproximadamente 4 mil requieren uno de córnea y más de 700 un trasplante renal. También hay personas que necesitan con urgencia un trasplante de hígado, corazón, páncreas, entre otros órganos. “Poca gente sabe, pero también necesitamos piel, hueso, que pueden ayudar a otras personas para mejorar su calidad de vida”, agregó.

El médico explicó que no todos los pacientes son candidatos a trasplante. Primero, la persona debe ser evaluada por su médico tratante en un hospital que realice este procedimiento. Tras cumplir con los requisitos el paciente ingresa a una lista de espera, cuyo tiempo en él varía en promedio entre 6 meses a 2 años. En caso haya un donante lo que se hace es evaluar quién es el mejor candidato a recibir el órgano, no existe un orden establecido en la lista.

Hay que ver la compatibilidad, para que no haya rechazo del órgano. Evaluar el grupo sanguíneo, la edad de la persona, el tamaño del órgano, la urgencia del trasplante. Con estos indicadores se saca un listado de candidatos. Algo muy importante es que el receptor, medianamente estable, debe estar sano al momento del trasplante. Caos contrario, se selecciona a otro paciente”, resaltó.

Vale decir que el donante tiene que ser una persona que haya sufrido una lesión cerebral de forma aguda y que los órganos estén funcionando bien. “Ahí se le pide a la familia la autorización para la donación. En el Perú la familia es quien decide. Lamentablemente, hay mucho recelo de las familias para brindar su consentimiento. Esto hace que sigamos como unos de los países en la región con menor taza de donación”, precisó Almeyda.

Ante esta situación, Willy pidió a las familias que reflexionen y conversen sobre la donación de órganos en su hogar, porque nadie está libre de necesitar uno para salvar su vida.

Muchas personas tienen poca información sobre la donación de órganos, por eso desconfían, pero yo les diría que opten por salvar vidas y tengan la confianza de que los órganos llegarán a una persona que lo necesita. Yo tenía miedo al principio, pero hoy no me arrepiento para nada”, expresó el padre de Flavio.

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