Miércoles, 12:15 de la tarde. Han pasado casi 90 horas del derrame de petróleo de la Refinería La Pampilla y frente a la playa Miramar de Ancón, a unos 20 km al norte del epicentro del desastre, hay dos embarcaciones pequeñas que sujetan unas barreras flotantes. Están tratando de contener el crudo de Repsol y lo que forman, un área que apenas duplica el tamaño de la embarcación más grande, es minúsculo. Alrededor todo es petróleo, grasa negra inconfundible que se refleja en la foto captada con un dron.
MIRA: El devastador avance del petróleo de Repsol en playas de Ventanilla a Chancay
Las labores de contención de los 6.000 barriles de crudo vertidos al mar el sábado 15 de enero han sido insuficientes. Si, para domingo pasado, el petróleo bañaba y mataba fauna marina en las playas de Ventanilla, el jueves el rastro tóxico ya estaba en Chancay (Huaral).
Ayer ante el Congreso, el ministro del Ambiente, Rubén Ramírez, informó que son 1′800.490 m² de franja de playa y 7′139.571 m² de mar contaminados. Hasta hace tres días se calculaba en menos de 2 millones de m2 de mar afectados.
Esta es una de las razones por las cuales el Ejecutivo decidió declarar emergencia ambiental, por un plazo de 90 días hábiles, la zona marina costera dañada.
El Comercio consultó a especialistas en el área y coinciden en que la expansión del crudo responde a una respuesta tardía e ineficiente por parte de Repsol. “Las medidas de contención primarias fueron completamente insuficientes y en la segunda fase [por los menos los dos días siguientes] la empresa no ha demostrado con evidencia que tenía barras de contención y skimmers en el mar. En tierra firme, vimos personas contratadas ahí mismo que no estaban capacitados. Fue una completa improvisación”, indica el biólogo Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana.
De hecho el lunes, el alcalde de Ventanilla, Pedro Spadaro, encontró que en la playa Cavero, una de las más afectadas, había personal contratado por la empresa que realizaba labores de limpieza del crudo de la arena con escobas, recogedores y carretillas.
El efecto de esa demora en el confinamiento y limpieza es que el crudo empieza a precipitarse al fondo del mar, explica Raúl Loayza-Muro, director del Laboratorio de Ecotoxicología de la Universidad Peruana Cayetano Heredia.
“El hidrocarburo no se disuelve en agua, la mayoría flota como una alfombra sobre el mar, pero hay una cantidad que emulsiona conforme el crudo permanece suspendido. Es como una vinagreta que migra al lecho marino y se adhiere a los organismos que están ahí, como microalgas, plancton y así hasta llega a lo que consume el hombre”, dice.
Por ello, insiste en que las autoridades como Imarpe, Digesa y Minam realizan muestreos de la calidad de los productos del mar en distintas regiones del norte del país para identificar si presentan restos de hidrocarburo.
Tarea urgente
En un comunicado, Repsol dijo ayer que tienen 13 embarcaciones mayores, 31 embarcaciones menores, tres skimmers (máquinas de limpieza marina) y seis tanques flotantes en el mar, además de 1.350 trabajadores de limpieza.
Aunque los especialistas coinciden en que el uso de skimmers es lo más adecuado, se necesita un mayor número de equipos que trabajen en simultáneo en diferentes puntos. “Hay que aprovechar que no hay mucho viento. Repsol debió haber activado grupos de trabajo con otras petroleras. Si aceleraban, para el miércoles pudieron haber traído equipos importados en avión o barco. Brasil tiene una enorme capacidad tecnológica de emergencia, pero eso cuesta”, dice Riveros.
Lo siguiente es evaluar técnicas de bioremediación que ayuden a degradar el petróleo restante. “Hay bacterias que destruyen el petróleo y enzimas que transforman las moléculas tóxicas. Pero esto supone el manejo de grandes cultivos en laboratorios de biotecnología. Lo inmediato es aspirar el crudo que flota”, añade Loayza-Muro.
Lo mismo para el uso de solventes. “Todo eso se realiza con el petróleo contenido y monitoreado. Para las bacterias se necesitan ciertas condiciones de temperatura, turbulencia, sino el proceso bacteriano no funciona”, indica Riveros.
Esto resulta indispensable considerando que, aunque se termine de retirar el petróleo superficial, la bióloga Joanna Alfaro, docente de la UCSur y directora de Pro Delphinus, advierte el impacto en el fondo marino tardará en remediarse . “Al no haber actuado rápidamente puede que veamos restos por muchos años más”, señala.
Ayer, el Ministro de Ambiente informó que mañana llegarían expertos de la ONU para marcar “lineamientos, experiencias y conducción científica para la metodología del recupero de material oleoso” en mar y playas. Para la próxima semana también se incluirá la participación de las FF.AA, “con debida indumentaria y seguros”, en las labores de limpieza.
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