La mayoría sonríe. Hay miradas despreocupadas, otras atentas. Unos son jóvenes, pero los hay también quienes disimulan las canas. Son 35 rostros de hombres y mujeres que no están más con nosotros. Eran parte de la primera línea de defensa en el Reino Unido, los trabajadores de la sanidad, a quienes el coronavirus pudo vencer.
“No más” reclama el “Daily Mirror” en su portada. El diario inglés ha olvidado su habitual sensacionalismo para exigir a su gobierno que cuide la salud de quienes deben pelear cara a cara con este maldito virus. No son solo palabras e imágenes. Entre la tinta, y los píxeles, abunda la indignación.
El mismo grito puede repetirse en cada rincón del planeta. Al momento que usted lea este artículo, el número de infectados habrá superado los dos millones, muchos de ellos profesionales de la salud que fueron enviados a esta guerra sin mascarillas ni guantes. Novatos y veteranos con los mismos sueños que cualquiera, que mientras intentan salvar vidas, tragándose el drama y el dolor de cientos de cuerpos clamando por aire, piensan en los suyos, en su futuro, en cuándo terminará esta pesadilla.
A estos héroes sin capa hay que cuidarlos siempre. Sería penoso que cuando pase todo esto, y se instale la llamada “nueva normalidad”, en realidad sea la de siempre. Esa que nos hizo olvidarlos, desprotegerlos, dejarlos a su suerte. No sería un acto de ingratitud, sería un crimen.