Hace tres días, un portavoz de Arcos Dorados, empresa que opera la franquicia de McDonald’s en el Perú, declaró a la agencia de noticias internacional Reuters que la compañía “se preocupa por las condiciones de trabajo de sus empleados”. Sin embargo, los exhaustivos peritajes realizados por la Dirección de Criminalística de la Policía Nacional, a raíz de la muerte de dos trabajadores el último domingo en la cocina de uno de sus locales, en Pueblo Libre, lo desmienten.
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Las víctimas Alexandra Porras, de 18 años, y Gabriel Campos, de 19 años, no tenían ni siquiera guantes de S/8 ni botas aislantes de energía eléctrica de S/25 para mitigar los riesgos ante una descarga eléctrica como la que sufrieron. Esas no fueron las únicas negligencias.
El comandante Ángel Zabarburú, jefe de la Oficina de Criminalística, sostiene que el dispensador de gaseosas del restaurante era una “bomba de tiempo”. Esa máquina, de acuerdo al peritaje mecánico-eléctrico, tenía cables de electricidad pelados, “deficiente aislamiento debido a las manipulaciones y adaptaciones de accesorios, por lo que la carcasa presentaba una fuga de 36 mil amperios, superando el valor [máximo] de 32 mil amperios”.
Según las indagaciones, Gabriel –quien soñaba con estudiar la carrera de Terapia Física– fue el primero que sufrió la descarga eléctrica cuando habría manipulado el dispensador con una llave. En la mano izquierda estaban plasmadas las marcas de las quemaduras producto de la fuga de energía.
Alexandra habría intentado auxiliarlo y también murió electrocutada. Ambos se encargaban, esa mañana, de la limpieza de la cocina. Los trabajadores de ese local, ubicado en el cruce de las avenidas La Marina y Universitaria, antes ya se habían quejado con sus jefes porque la máquina tenía fuga de energía eléctrica, pero ellos no solucionaron el problema.
—Costos mínimos—
Alex Montesinos y Jorge Mena, dos especialistas en seguridad en el trabajo, afirman que Gabriel y Alexandra se habrían salvado de morir, si McDonald’s hubiese invertido como mínimo, S/1.000 en mejorar su sistema eléctrico y en comprar guantes y botas.
“Si el restaurante hubiera tenido interruptor o llave diferenciada, aunque la máquina haya liberado energía más de lo debido y el piso haya estado mojado no les habría pasado nada porque justamente ese sistema es para proteger a las personas cuando hacen contacto con una máquina energizada”, explica Montesinos. El interruptor se cotiza entre S/75 y S/160. El local de McDonald’s no tenía este sistema eléctrico, según el peritaje. Además, su sistema de pozo a tierra era deficiente. Darle mantenimiento cuesta S/400, de acuerdo a las consultas realizadas.
“Si ellos hubiesen tenido guantes o botas, así sean los más simples probablemente se habrían salvado porque ambos implementos sintéticos son aislantes de energía”, resalta Mena.
El Ministerio de Trabajo demandaría penal y civilmente a José Andrade, gerente general de Arcos Dorados. El Ministerio Público ha dispuesto que la División de Homicidios realice las indagaciones por 50 días a los presuntos responsables del delito de homicidio culposo. También ha solicitado a la empresa que entregue el video del momento en que Gabriel y Alexandra murieron en la cocina del local. Hoy los familiares de las víctimas protestarán en el parque Kennedy para exigir justicia.