Ataques, invasiones e incluso incendios provocados. Desde hace varios años, la zona arqueológica de Caral, civilización más antigua de América viene siendo asediada por traficantes de terreno que ven en esta tierra un tesoro del cual pueden sacar provecho, como ya lo han venido haciendo en algunos sectores. Los arqueólogos y distintos profesionales que trabajan en los 12 sitios arqueológicos que comprende Caral han sido amenazados hasta de muerte para que dejen la zona y no se opongan a las invasiones.
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Según pudo confirmar El Comercio, lejos de apaciguarse, la situación ha ido empeorando en los últimos días. El último fin de semana, la arqueóloga Ruth Shady, descubridora y directora de la zona arqueológica de Caral, y blanco principal de las amenazas y los hostigamientos, denunció que este accionar delincuencial sigue ocurriendo. Según indicó, los traficantes buscan apoderarse de todo el patrimonio cultural y también de los terrenos que están cerca a la zona arqueológica.
Shady contó que hace solo una semana, intentaron atacar a un funcionario de Caral en la puerta de su casa. Asimismo, también amenazaron a su abogado. “Me dicen que me van a matar. A mi abogado lo llamaron y le dijeron que si me sigue defendiendo lo van a enterrar junto conmigo 5 metros debajo del suelo“, expresó.
La arqueóloga revela que ella y su equipo han recibido amenazas directas de delincuentes intentando intimidarlos. Afirmó que estos ataques siguen en aumento y que se requiere atención inmediata para atender esta situación crítica. Por ello, solicitó a la Policía Nacional retomar el resguardo en la zona tanto para la seguridad del personal que labora allí como para el cuidado de las áreas de investigación.
Shady precisó que ellos ya contaban con presencia policial en la zona para que no se siguiera traficando con las tierras. Sin embargo, de un tiempo a la fecha, el número de agentes ha ido disminuyendo hasta no quedar ni uno solo. Al respecto, El Comercio realizó la consulta a la Policía Nacional. No obstante, hasta el cierre de esta nota no respondieron la solicitud.
“Les hemos explicado a las autoridades, pero no le dan importancia. Creerán que es una invención mía, pero no lo es. Para venir acá he tenido que convencer a una persona que ha sido policía que nos acompañe, que nos proteja. Hemos presentado los documentos necesarios en salvaguarda de la vida y salud de todos los que trabajamos en Caral, sin embargo, no atienden lo que pedimos. El presupuesto que tenemos no es el adecuado y no podemos pagar por protección”, comentó.
Luego de hacer pública esta situación, Shady contó a El Comercio que ha podido comunicarse con el ministro de Justicia, quien tras coordinar con el ministro del Interior, logró que el general de la PN llamara a la arqueóloga para asegurarle que se harían las diligencias del caso a fin de brindarle seguridad tanto a ella como a su equipo de trabajo.
“En algunas ocasiones, cuando pedíamos seguridad, la policía nos decía que su prioridad eran las playas. Esperamos que ahora las autoridades tengan una visión de lo que está ocurriendo en el país. Para nosotros esta situación es muy inestable. Nunca he vivido una situación tan complicada como esta. Nosotros tenemos muchos problemas y yo tengo que estar afrontándolos”, dijo la investigadora.
Ruth Shady precisó que en un primer momento fueron designados 5 policías a Caral de forma permanente. Sin embargo, con el paso del tiempo las nuevas autoridades redujeron a dos el número de agentes, para actualmente dejar sin presencia policial el lugar. Agregó que por esta razón el equipo que labora en Caral anda muy estresado, pues además no pueden seguir trabajando como lo hacían antes.
“Hemos estado reclamando que se repongan porque hora las invasiones son mas fuertes, han contratado sicarios. Eso hace que muchos de los arqueólogos hallan presentado su renuncia. Este año cumplimos 30 años en Caral. Nuestro interés es entender cómo fue el sistema social, la organización, el aspecto económico, la ideología, qué conocimientos produjeron, y todo el desarrollo de unas de las civilizaciones más antiguas del mundo”, sostuvo.
Amenaza en la puerta de la casa
La descubridora de Caral narró también el accionar de los traficantes del valle de Supe contra el subdirector de excavaciones y conservación de Caral, a quien llegaron a amenazarlo en la misma puerta de su casa, no sin antes hostigar a toda su familia.
“Habían averiguado la dirección de la casa del abogado, los teléfonos de él, su esposa, su suegra y han estado llamando a todos para amenazarlos. Cuando ha querido salir de su casa para ir a la oficina, hace dos semanas, lo estaba esperando un individuo con un palo para golpearlo”, relató.
Shady comentó que esta situación ha llevado al subdirector de investigación y conservación de Caral a pedir que por favor le permitan no ir a trabajar durante 4 meses, sin goce de haber, hasta que las cosas se calmen y se tengan verdaderas garantías por parte del Estado de que habrá seguridad en la zona.
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“No va a ir a trabajar. Me ha pedido que lo tengamos en cuenta. No quiere salir de su casa por lo que ha pasado. Puso la denuncia ante la policía en el barrio donde vive, en Lima norte, y le han mandado un documento hace tres días diciendo que le van a dar garantías, aunque no se sabe en qué consisten pues sigue sin resguardo alguno”, relató.
Shady también mencionó que en una ocasión ella fue víctima de ataque con arma por parte de estos traficantes, quienes le dispararon. Por tal razón, dijo, tuvo que ser operada.
En tanto, El Comercio solicitó al Ministerio de Cultura (Mincul) alguna declaración sobre lo denunciado por la doctora Ruth Shady y las acciones que vienen tomando al respecto, sin embargo, indicaron que por el momento no habrá un pronunciamiento del sector.
La denuncia de Ruth Shady se llevó a cabo durante la celebración del 17 aniversario del inicio de las investigaciones de la antigua Ciudad Agropesquera de Vichama, en el distrito de Vegueta, provincia de Huaura. Se trata de la ciudad agro pesquera de la civilización Caral.
Cabe mencionar que el centro urbano de Vichama fue construido sobre una terraza y laderas del cerro Halconcillo, a un kilómetro y medio del litoral, en Huaura, y tiene una extensión de 25 hectáreas. Este lugar comprendió 22 conjuntos arquitectónicos, con edificios públicos, plazas de reunión y sectores domésticos. Además, tuvo gran interacción con culturas de la selva, costa y sierra.
Un problema de años
La Ciudad Sagrada de Caral, la más antigua de América, se encuentra en peligro desde hace varios años debido a la presencia de traficantes de terrenos, invasores, poca atención del Ministerio de Cultura y la falta de presencia policial.
La directora de la Zona Arqueológica Caral, Ruth Shady, resaltó que estas personas no respetan dicho patrimonio de la humanidad e incluso han ingresado a la zona que debería estar protegida con tractores, dañando muros construidos hace cinco mil años. “La intención de estas personas es promover temor para que se les deje ingresar como ya lo han estado haciendo”, mencionó.
En octubre del 2023, la arqueóloga denunció que los mismos invasores provocaron un incendio esperando que este se extendiera y que personal que trabajaba en el lugar se retirara dejando el camino libre para que el espacio sea ocupado por los traficantes de terrenos. Sin embargo, el siniestro pudo ser controlado por los propios colaboradores del centro arqueológico.
Entre los principales daños ocasionados en la zona por los traficantes e invasores están la construcción de canaletas, instalación de mangueras, extracción de agua de puquios que es llevada al sitio arqueológico y la realización de siembras. Incluso introducen maquinaria pesada destruyendo parte del patrimonio arqueológico.
“Han metido maquinaria donde aparecen los muros de las contracciones. Se está afectando el diseño del espacio construido y se está haciendo daño a la historia”, alertó Shady.
La trascendencia de Caral
La ciudad sagrada de Caral se localiza en la provincia de Barranca, en la región Lima. También es conocida como Caral-Supe. Esta sociedad tuvo una cosmovisión del mundo en armonía con la preservación del medio geográfico y sus recursos. Es así que descubrieron su verdadera condición, de ser parte de la naturaleza y del universo.
En el mundo hay solo 6 lugares considerados cunas de las primeras civilizaciones: el creciente fértil (Mesopotamia), el valle del Nilo (Egipto), el valle de los ríos Indo y Ganges (India), el valle del río Amarillo (China), el Norte Chico (Perú) y la costa del Golfo de Mesoamérica (Centroamérica).
Todos cuentan con grandes extensiones de tierra fértil, donde la agricultura pudo desarrollarse con facilidad y ser provechada por sus primeros ciudadanos. En el caso de Caral, esta ha sido ampliamente estudiada a partir de 1997, aunque ya se sospechaba de su probable antigüedad a lo largo del siglo XX.
Estudios más recientes, como los de Charles R. Ortloff, han coincidido en que el Norte Chico desarrolló un modelo económico cooperativo en el que las sociedades dependían tanto de la agricultura y el comercio como de los recursos marinos.
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En estas publicaciones se afirma que la continuidad de inundaciones en la costa del valle fomentó que la población creara sistemas de reubicación, que dependían tanto de la agricultura irrigada por ríos como de los propios recursos marinos.
La parcial dependencia de estos recursos en el sistema alimenticio de Caral es algo único de esta cuna de la civilización, que no se ha repetido ni en Egipto, ni en China, India, Centroamérica o Mesopotamia.
La vez que el Minjus denunció a Shady
En enero del 2023, El Comercio advirtió que el Programa Nacional de Bienes Incautados (Pronabi), adscrito al Ministerio de Justicia, había adjudicado un local en el distrito de La Molina, que la Zona Arqueológica de Caral venía ocupando por 15 años, luego de que este entrara a una subasta pública.
En diálogo con este Diario, la arqueóloga Ruth Shady mostró su preocupación pues indicó que en aquel inmueble no solo se cumplían roles administrativos, sino que también se conservaban e investigaban materiales arqueológicos que se venían recuperando en las excavaciones de 12 centros urbanos de Caral.
“Han subastado el local sin importarles el efecto negativo que conlleva. Con el desalojo y traslado a otro sitio se podría dañar o perder parte de la valiosa información que allí se resguarda”, señaló en aquel momento.
Casi dos meses después de la adjudicación del inmueble en la subasta, ya en febrero del 2023, el Ministerio de Justicia, a través de su procuraduría pública, denunció a la directora de Caral por la presunta comisión del delito contra la administración pública, en la modalidad de peculado doloso en agravio del Estado. Esto, a razón de que la arqueóloga se demoraba en hacer efectiva la entrega del inmueble.
“No puedo comprender cómo el procurador del Ministerio de Justicia puede denunciarme por peculado doloso cuando lo que quiero evitar es que se maltraten los materiales históricos que allí analizamos. Estamos buscando otro local’', expresó Shady aquella vez.
Cabe decir que según las normas legales existentes, una entidad del Estado que ocupa un local asignado en uso temporal por un plazo no menor de 10 años seguidos tiene derecho a continuar en él.
El problema no solo es en Caral
Ana Cecilia Mauricio, arqueóloga y docente de la PUCP, precisó a El Comercio que si se le pregunta a cualquier arqueólogo o arqueóloga que está trabajando en cualquier lugar del Perú seguramente va a tener algo que decir respecto a esta problemática. Y es que dijo que lamentablemente la invasión, la destrucción y el saqueo de sitios arqueológicos vienen creciendo cada vez más, con total impunidad.
“Si es un problema que afecta al proyecto arqueológico más importante que tiene el Perú que es Caral, el proyecto con más recursos, el más grande, que tiene más personas trabajando en él, que además es un sitio muy conocido y que tiene a la doctora Shady quien es muy reconocida a nivel nacional e internacional, imagínate qué será con otros arqueólogos y sitios en el país que no son igual de conocidos y no tienen igual financiamiento”, expresó.
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Mauricio contó que trabaja en la costa norte, en el en el distrito y valle de Chao, excavando varios sitios en la zona. Uno de los sitios que está dentro del programa que dirige, Cerro Cabra, y que según lo planeado será excavado en el siguiente año, resulta que está invadido. Han hecho construcciones y sembrado campos de cultivo en un sitio que cuenta con varios montículos arqueológicos y plazas circulares.
“El sitio ha sido cercado, le han puesto tranquera, hay maquinaria pesada en la zona haciendo construcciones. Yo hice la denuncia de esto hace ya dos meses, ante el Ministerio de Cultura, y a la dirección de La Libertad, pero hasta ahora no ha sucedido nada. Esta gente que ha invadido lo que hace es meter maquinaria y arrasar con todo para que ya no puedan sacarlos de ahí, si es que en algún momento el Ministerio de Cultura reacciona. Además, sabe que las sanciones son mínimas y hay impunidad”, indicó.
La arqueóloga destacó que esta situación genera una pérdida cada vez más acelerada del patrimonio arqueológico y de recursos que han demostrado ser muy buenos para el desarrollo de las poblaciones, por ejemplo, el turismo.
“Estamos quitándole recursos de desarrollo a la población y al futuro del país, recursos que son muy importantes, y sobre todo que esto se hace con total impunidad, no hay sanciones. Ya han habido algunos investigaciones y las sanciones monetarias o judiciales son risibles. En resumen, puedes bajarte una huaca y vas a pagar tan solo 200 soles de sanción”, lamentó.
Descubrimiento en Vichama
Durante el aniversario de la valorización de la antigua Ciudad Agropesquera de Vichama, Ruth Shady presentó los últimos hallazgos sobre los alimentos consumidos por los habitantes de este sitio arqueológico hace casi 4 mil años.
Shady precisó que en 17 años de investigación, el equipo multidisciplinario de la Zona Arqueológica Caral ha trabajado en la conservación de este patrimonio cultural, el descubrimiento de los conocimientos desarrollados en ciencia y tecnología, así como la historia social y cultural de Vichama.
En este contexto, anunció que el equipo de arqueólogos e investigadores de Caral realizó un importante estudio que fue publicado en la prestigiosa revista científica internacional ‘Q1 Vegetation History and Archaeobotany’, el cual revela las plantas que consumieron los antiguos habitantes de Vichama, cuáles fueron utilizadas en actividades ceremoniales y aquellas ofrecidas en rituales.
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Shady sostuvo que se recuperaron 123 muestras de contextos arqueológicos primarios, sobre las que se efectuó el estudio arqueobotánico. Estas muestras corresponden a sedimentos ricos en materia orgánica, ofrendas y pisos. Asimismo, se identificaron en total 17 especies de plantas comestibles. Estas son: guayaba, lúcuma, palta, ciruela de fraile, ajíes, pacae, frijol, pallar y pallar del gentil, achira, camote, papa, zapallo y rizomas.
Los resultados de esta investigación revelan una alta frecuencia de frutas y ajíes, lo que infiere que estos frutos y especias eran habitualmente consumidos, utilizados en actividades ceremoniales y como parte de ofrendas. Esta información resulta fundamental para conocer la dieta y la domesticación de las plantas en el antiguo Perú.
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