Claudio Pizarro ha llamado positivamente la atención de los peruanos debido a los mensajes en quechua que deja en su cuenta de Twitter (@pizarrinha) tras cada partido de la Copa América Chile 2015.
A la buena campaña que está realizando la selección nacional de fútbol se suman el espíritu positivo que el equipo transmite como grupo humano y actitudes como la del delantero, que “ayudan y emocionan”, como él mismo ha destacado.
“¡Muchas Gracias a todos por el apoyo! ¡Arriba Perú! Sonqoypi Apayquichis” (“Los llevo a todos en el corazón”), tuiteó en su primer mensaje, tras anotar el gol del triunfo ante Venezuela.
“¡Grande Perú! ¡Juntos lo haremos! ¡Ñoqanchis tucuyta churashanchis llapanchis cusisqa cananchispaq! ¡Hatunllaccta Peru!” (“Estamos dando todo para que todos estemos felices, gran pueblo del Perú”), publicó luego del empate con Colombia que nos clasificó a la siguiente ronda.
Los mensajes en quechua de Pizarro fueron retransmitidos por miles de usuarios en la red social. Entre los aficionados, la expresión ha tenido carácter de arenga guerrera.
¿Qué hace que estos simples mensajes despierten tan buena conmoción? El contento tiene mucho de terapéutico en la medida en que por primera vez un líder social se expresa públicamente en un idioma indígena peruano, sin vergüenza alguna, y con un orgullo notorio que no deja dudas sobre la autenticidad del sentimiento.
Sucede que en Lima, pese a ser una ciudad en la que uno de cada 10 tiene como lengua materna el quechua, es raro escuchar a la gente hablándolo. Ello, por la histórica discriminación que sufren y las prácticas culturales de sus hablantes, que la han evitado como estrategia de supervivencia.
Por ejemplo, en mi trabajo, “Para que no se te pegue el mote” (2002), afirmé que en Lima los migrantes andinos evitan mayoritariamente que sus hijos y nietos escuchen sus conversaciones en quechua, porque aprenderlo les transferiría el escarnio que ellos sufrieron, y porque un castellano con acento indígena es directo motivo de postergación.
La expresividad de Pizarro, en consecuencia, sorprendió gratamente, aunque lingüistas como Agustín Panizo –asesor de lenguas indígenas del Ministerio de Cultura– hayan hecho notar que la escritura de sus mensajes podría formalizarse aun mejor.
Para Panizo, es de celebrar que una personalidad con tanta ascendencia use el quechua en un medio masivo, pero destaca también que ya hay acuerdos de grupos e instituciones para expresarlo en una escritura normalizada. El Estado tiene desde 1985 un solo alfabeto oficial para todas sus variedades.
Con ello, da gusto notar que la actitud de la gente hacia el quechua en general ha cambiado para bien y que su práctica se pone de moda, como no podría ser de otra forma en un mundo en el que medicinas, gastronomías o filosofías ancestrales constituyen ahora el mayor capital cultural que puede tener una sociedad. Una riqueza que felizmente estamos descubriendo.