Por primera vez en Perú, se llevó a cabo la cuarta edición del evento ICOMTA, una conferencia internacional en la que expositores abordaron los principales desafíos de la comunicación y la tecnología. El programa, que tuvo lugar en la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas en San Isidro desde el miércoles 4 de septiembre, se centró en cómo combatir las fake news y de qué manera los medios de comunicación pueden establecer una relación sólida con los ciudadanos. La conferencia también ofreció una visión global a partir de las perspectivas de los ponentes.
En una entrevista con El Comercio, Úrsula Freundt-Thurne, decana de la Facultad de Comunicación de la Universidad Peruana de Ciencias Aplicadas (UPC), explicó que el equipo del ICOMTA está compuesto por un grupo de investigadores internacionales con los cuales la universidad ha colaborado en investigaciones durante años. “Se nos ofreció ser sede de este evento, y dado que la UPC comparte este interés, decidimos aceptar la invitación. Ha sido casi un año de intenso trabajo, ya que reunir a tantos expertos internacionales no ha sido sencillo, pero logramos congregarlos, tanto de países latinoamericanos como de otros continentes”, comentó.
“Esta es una oportunidad para intercambiar pasiones. Todos compartimos preocupaciones comunes, y ahora estamos compartiendo lo que se está haciendo en Estados Unidos, Colombia, Canadá, entre otros países, en temas como la desinformación. Cada país enfrenta estos problemas de manera particular. Así, en el futuro, podremos continuar publicando en conjunto sobre temas relacionados con la comunicación”, añadió.
La decana señaló que la audiencia del evento está compuesta por un promedio de 300 personas de manera online y 150 de manera presencial, entre estudiantes, docentes y profesionales de la comunicación de diversas universidades del Perú y del mundo. “La idea es compartir y discutir conocimientos. Esperamos que los jóvenes que participen en estas charlas magistrales salgan llenos de retos por cumplir, y de esa manera, seguiremos avanzando”, concluyó.
Las ponencias
José Rúas Araújo, profesor de Comunicación Audiovisual y Publicidad en la Universidad de Vigo, España, señaló en su ponencia la importancia de desenmascarar la desinformación, entender su modus operandi y los efectos nocivos que genera en la democracia. “La información falsa puede divulgarse con fines lucrativos y causar perjuicios. La intención suele ser engañar mediante la desinformación. En este contexto, no podemos desligar la confianza en la desinformación y la responsabilidad de un adecuado control mediático”, afirmó.
Rúas Araújo agregó que “todos tenemos un sesgo; el término ‘objetividad’ es cuestionable. Por ello, es crucial contrastar fuentes y verificar la información. Los productores de información o creadores de contenido no deben pensar que es preferible ser odiado a ser ignorado, o que es mejor que hablen mal de uno a que no hablen en absoluto. Esto podría llevar a la manipulación de la posverdad. Además, el activismo político no debería tener cabida en el trabajo informativo. Hay periodistas que se dedican a denigrar a quienes piensan diferente, lo cual es inaceptable”.
Por su parte, Farrah Bérubé, profesora de la Université du Québec à Trois-Rivières, Canadá, comentó que la tecnología debe ser una aliada en la verificación de la información. “La técnica de las fake news es muy antigua, no es algo nuevo. Lo preocupante es la combinación de desinformación y redes sociales. Los jóvenes tienden a ser más propensos a aceptar este tipo de ideas”, advirtió.
Bérubé también destacó que la comunicación digital puede ser utilizada por quienes buscan causar daño. “Es esencial educar al público para contrarrestar las mentiras”, añadió.
Carlos Patarroyo, ponente de la Universidad del Rosario en Colombia, explicó que existe una constante intención de engañar. “A veces, hay un autoengaño, ya que una persona desea creer en lo que quiere a pesar de tener evidencia en contra. Cuando nuestras emociones están involucradas, puede haber sesgo”, subrayó.
Patarroyo también mencionó la existencia de lo que se denomina pánicos morales, que consiste en exagerar la gravedad de una situación. “El temor y el odio son emociones que se pueden manipular con mayor facilidad. Asimismo, la generalización etiqueta a un grupo de personas con ciertas creencias bajo una sola denominación. Por ello, es fundamental aprender a desconfiar, especialmente en un mundo donde las instituciones están en crisis”, concluyó. Destacó que las palabras confianza y verdad deben ir siempre de la mano.
¿Cómo volver a ganarse la confianza de la audiencia?
Andreu Casero Ripollés, catedrático de Periodismo y decano de la Facultad de Ciencias Humanas y Sociales de la Universitat Jaume I en España, comentó en una entrevista con El Comercio que el periodismo tradicional, que solía ser el mecanismo central de la vida pública para ofrecer debates y proporcionar información al ciudadano, está perdiendo su papel protagónico en la sociedad actual.
“En la actualidad, enfrentamos muchos desafíos. Por ejemplo, las formas de acceder a la información están cambiando. Ya no existe una única manera de obtener noticias; se están multiplicando las fuentes y los ciudadanos esperan que la información les llegue sin tener que buscarla. Las redes sociales han cobrado un protagonismo considerable, pero gran parte de la información en estas plataformas no cuenta con un control de calidad adecuado”, agregó.
Casero Ripollés destacó que el abandono del periodismo tradicional como fuente de información deja a los ciudadanos más vulnerables frente a la posibilidad de ser engañados o recibir información fraudulenta. “A veces, las noticias falsas son muy sofisticadas y están bien elaboradas para engañar a las personas. Una forma de evitar ser engañado es ser escéptico con la información proveniente de fuentes desconocidas o poco confiables, y con titulares que sean particularmente llamativos. No se debe creer todo a la primera; es importante usar internet para hacer una rápida verificación”, aconsejó.
El experto recomendó que, para que los medios de comunicación recuperen la confianza de los ciudadanos, deben regresar a sus valores fundamentales. Esto incluye servir a la ciudadanía como su principal objetivo, controlar los contenidos para asegurar la máxima calidad posible y ofrecer no solo una narración de los hechos, sino también interpretaciones que ayuden a la audiencia a formar su propia opinión. “No hay que dejarse llevar por modas ni optar por caminos fáciles”, concluyó.