La Ciudadela de Pamplona empezó su construcción en 1571. Como el Real Felipe en Lima, la intención de su construcción fue para proteger la ciudad de invasiones de otros países, tal como ataques de los países fronterizos y locales. La ciudadela, junto con la muralla, todavía encierra una gran parte del Centro Histórico de esta ciudad. En 1964, las Fuerzas Armadas de España decidieron regalar la ciudadela a la ciudad con la condición de que su uso sea público o, en otras palabras, usado como un parque.
Hoy en día la ciudadela, junto con las murallas históricas, forma un sistema de parques públicos para los residentes de Pamplona. Lo que antes eran grandes campos rodeando la ciudadela, ahora son espacios arborizados, con caminos, bancas y otros equipamientos para el ocio de los residentes. El Parque de la Ciudadela, que antes era una gran barrera de defensa, ahora funciona como una gran bisagra que articula las tres distintas áreas de la ciudad, el Centro Histórico, el ensanche y el área moderna. La muralla de defensa también facilita el acceso alrededor de la ciudad con un sistema de ciclorrutas, caminos, puentes peatonales y ascensores públicos que permiten que los peatones puedan subir o bajar un acantilado que, como el de Lima, mide alrededor de 30 metros de altura.
La ciudadela de Barcelona también es otro ejemplo de una zona militar que fue cedida a la ciudad para su uso como espacio público. Este parque ofrece un pulmón verde de 17 hectáreas, bordeando el Centro Histórico en una de las ciudades más densas de Europa.
En Lima, la ciudad se sigue expandiendo y densificando. Los parques zonales han sido una gran iniciativa para crear equipamientos para aquellos que viven en nuevos barrios, pero todavía Lima tiene un gran déficit de espacio público. Muchos de los terrenos de las Fuerzas Armadas se ubican dentro de los barrios más céntricos de la ciudad. Algunos, como la Base Área de Las Palmas, tienen cientos de hectáreas que podrían conformar el primer parque de una escala comparable con parques metropolitanos de otras ciudades como el parque Simón Bolívar en Bogotá (113 hectáreas), Chapultepec en México D.F. (678 hectáreas) o el parque metropolitano de Guanguiltagua en Quito (557 hectáreas).
En un país donde los recursos públicos son tan limitados, la venta o la licitación de propiedades de las Fuerzas Armadas, como el caso del cuartel San Martín, es entendible, especialmente en un contexto como el de Miraflores que ya tiene una buena provisión de espacios de ocio. Sin embargo, muchos otros terrenos, como Las Palmas y los cuarteles en El Rímac, pueden formar parte de una estrategia para responder al déficit de espacio público para la ciudad.
Y como en el caso de Pamplona y Barcelona, estos grandes programas que en Lima hoy en día forman un gran tapón encerrado por muros formarían espacios que más bien articularían la ciudad de manera física y social.