Hace unos días fui protagonista involuntario de una experiencia que, estoy seguro, entrará en los anales de la era digital en el Perú: abrí un video en You Tube… ¡Y no encontré publicidad de José Luna!
El hecho me llevó a pensar si acaso el congresista de Solidaridad había sufrido algún problema de salud o un buen amigo suyo había logrado convencerlo del mayúsculo sinsentido que significa gastar tanto dinero en una candidatura sin mayores posibilidades.
Hasta antes de este momento histórico, era imposible apreciar los goles de Ruidíaz, el tráiler de alguna película o los detalles del último asalto del día sin antes ver a Luna de amarillo minion, pletórico, dando saltitos en medio de su mecanizada portátil.
En otros de los videos se lo ve mirando directo a la cámara, con la severidad de rostro propia de un congresista del Perú, asegurando que no permitirá “que ninguna AFP, banco o cualquier grupo de poder económico atropelle tu derecho como consumidor”. Un deslinde necesario, que debe haber hecho temblar a los poderes fácticos del país y que los estudiantes de su prestigiosa universidad seguramente analizarán con atención.
Aunque en la red pueden encontrarse cientos de videos y banners de otros candidatos –muchos de ellos notables ejercicios de humor involuntario–, gran parte de la campaña electoral aún se lleva a cabo de manera tradicional, lo que genera otros inconvenientes.
Lima es una de las principales afectadas. Las paredes de viviendas, fábricas y lotes han sido pintarrajeadas a mansalva. Sus principales cruces están atiborrados de letreros de todos los tamaños y de los postes cuelgan cartelones con las sonrisas congeladas de los candidatos en liza.
Hace menos de un mes, el 3 de marzo, la Municipalidad de Lima emitió la ordenanza 1940 que regula la propaganda política. Allí se establecen diversas prohibiciones, entre ellas que no pueden usarse postes de servicio público o instalar avisos de tal manera que limiten “la visibilidad de la señalización de tránsito o semáforos”. A la luz de lo que vemos todos los días, tales disposiciones son letra muerta.
Además de su desbocada voracidad por alcanzar una curul, la actitud de estos candidatos muestra su profundo desprecio por la ciudad. Desconsideración que se expresa también en la ausencia de propuestas relacionadas con lo urbano, como recordaba hace poco Mariana Alegre en “Perú 21”. Lima es solo un panel gigantesco que usan para buscar el voto. El ciudadano poco les interesa. Y el uso que le dan a la red, una manera abusiva de invadir nuestras vidas.
Señor Luna, déjenos ver nuestros videos tranquilos, por favor.