“De la Huaca al boom inmobiliario” es una muestra que reproduce la visión de más de 50 jóvenes, arquitectos y artistas sobre Lima. Se expone en la galería Harriman del Peruano-Británico.
Es una mirada chicha y nostálgica que registra desde nuestro pasado de tierra, las huacas, pasando por algunas viejas glorias republicanas hasta el vértigo contemporáneo. Este está expresado en un collage abigarrado de combis, balcones, casas y edificios grises. Una ciudad totalmente deshumanizada.
Las pinturas de la brigada muralista se encargan de reproducir, a la manera de un cómic, las sensaciones viscerales que produce esta ciudad.
Es una presentación potente, fuerte, y chocante. Seguramente es un gesto deliberado de la curadora Patricia Ciriani que habla de una “fabulosa urbe de los sentidos”.Si bien hay pocas referencias a la ciudad autoconstruida, el mensaje de una ciudad mestiza que no tiene marcha atrás sí queda claro.
La muestra niega la existencia del mar. La costa parece aún no estar en el imaginario de los limeños. En este imaginario, Lima solo parece ser o bien la ciudad de tierra de sus orígenes o la urbe moderna que casi arrasó con el pasado.
Simultáneamente, en el Museo de la Nación está la muestra que representó al Perú en la Bienal de Venecia el 2014, “Habitar el desierto” . Esta ha sido promovida por la Asociación de Estudios de Arquitectura. La muestra presenta un ejercicio con 20 ‘huaquetas’ que proponen, por un lado, un hábitat simbólico para la costa y, por otro, una reconstrucción urbanística de los últimos 100 años tomando como hilo conductor la producción de la vivienda popular, especialmente en Lima.
Se ve un redescubrimiento tardío de la informalidad, pero no aparece por ningún lado la potencialidad de la ciudad creada por los constructores populares, si es que esa fue la intención.
No se comprende la omisión a los alcaldes como hacedores de ciudad. En ese recuento de los 100 años no aparecen Alfonso Barrantes (primer alcalde de izquierda en América Latina), Alberto Andrade, Luis Castañeda ni Susana Villarán. Ellos contribuyeron decididamente en las últimas décadas a orientar la ciudad. No me queda claro qué ha querido decir la muestra a pesar de su impecable presentación.
Los ejemplos de los conjuntos de vivienda desde el siglo pasado están descontextualizados de la ciudad. La vivienda es un producto social que ocurre en un territorio determinado y no solo una realización técnica.
Lima es más que el estallido de color de la cultura chicha de la primera exposición y que la llamada “modernidad híbrida” de la segunda.
La capital tiene a todas las sangres en su personalidad y es más que un urbanismo de pobreza. Está a la búsqueda de convertirse en una ciudad que reconcilie a su gente, la cobije con dignidad y le devuelva autoestima.
Ese halo de futuro se deja extrañar en ambas presentaciones.