En el Perú, existen coincidencias perversas. Madre de Dios es la segunda región del país con el mayor número de denuncias por violencia contra la mujer por cada 100.000 habitantes, pero es también la región con menos personal femenino en sus comisarías.
Allí, la Policía Nacional del Perú (PNP) tiene desplegados 244 efectivos en dependencias policiales. De ellos, solo dos son mujeres, una cifra que ni siquiera alcanza el 1% del total.
No se trata de un caso aislado. En 17 de las 25 regiones del Perú, las comisarías tienen en sus filas menos del 10% de personal policial femenino, según un análisis que efectúo El Comercio con base en las estadísticas publicadas por el Observatorio de Seguridad Ciudadana, del Ministerio del Interior (Mininter).
En el 2022 había poco más de 50 mil policías en las comisarías básicas del país, de los cuales solo el 11,03% era mujer. En otras palabras, solo uno de cada 10 agentes era personal femenino.
El rol de esas dependencias policiales es clave no solo para combatir directamente la delincuencia, sino también para otros ámbitos –igual de importantes– de la seguridad ciudadana.
“Las comisarías son el punto de encuentro entre la policía y los ciudadanos que necesitan ayuda y auxilio de la autoridad. En muchas zonas, una comisaría representa también al Estado, a la autoridad”, explica Rubén Vargas, exministro del Interior.
La Ley 30364, sobre prevención y sanción de la violencia contra las mujeres, destaca que “si la víctima prefiere ser atendida por personal femenino, se brindará dicha atención asegurándose en los casos en que exista disponibilidad”.
Tendencia clara
La amplia diferencia entre el número de policías hombres y mujeres es una constante en la institución. Según el informe “Diagnóstico sobre el personal policial femenino en la PNP”, publicado este año por el Mininter, en la PNP hay 135.110 agentes en actividad, de los cuales 24.106 (17,84%) es personal femenino.
Pero estos números contienen detalles aún más interesantes. Entre el personal de armas –aquel que ingresó al cuerpo a través de las escuelas de la PNP y tiene una formación completa en esta– solo el 12,07% de oficiales y el 16,47% de suboficiales es mujer.
La mayor presencia femenina se encuentra en el personal de servicios, también conocido coloquialmente como asimilados, porque ingresan a la policía mediante concurso público después de haber concluido una carrera universitaria o técnica superior. En este rubro, el 61,84% es oficial y el 44,83% suboficial.
Además, los oficiales de servicio son la única categoría de la PNP en la que el número de mujeres es mayor que el de hombres. La mayoría de especialidades en esa rama corresponde al sector salud.
“Hay otro detalle más. Si analizas la presencia de mujeres dentro de las unidades especializadas, la mayoría está en turismo, familia y tránsito. Hay muy pocas mujeres en unidades especializadas y unidades operativas, que son las que te dan mayores puntajes para los ascensos”, explica Silvia Arispe, exdirectora de la Defensoría del Policía, del Mininter.
Al respecto, Rubén Vargas plantea que la responsabilidad sobre el control del tránsito pase progresivamente a los municipios provinciales. “Así, la policía en general, pero especialmente las mujeres policías podrían tener más presencia en las comisarías y en las calles, enfrentando al crimen”, asevera.
Distribución policial
El análisis realizado por El Comercio también muestra que, en promedio, en las comisarías del país hay un efectivo por cada 600 habitantes. Lima Metropolitana es la región con menos agentes en estas dependencias policiales por vecino: uno por cada 1.000 personas.
Para el exministro Vargas, el problema no está relacionado necesariamente con la cantidad de efectivos, sino con la distribución del mismo.
Con las cifras del 2022, en el Perú hay, en promedio, un policía por cada 247 ciudadanos. La ONU recomienda que haya un efectivo por cada 250 a 300 habitantes.
“[Con las cifras actuales] estaríamos dentro del rango recomendado por la ONU. El problema no es el déficit del personal policial, sino la gestión de los recursos humanos. Si las comisarías no cuentan con el personal suficiente, la pregunta es: ¿dónde están nuestros policías?”, cuestiona el exministro del Interior.
Por otro lado, entre el 2012 y el 2020, el número de agentes en comisarías creció sostenidamente. A partir de ese año, signado por el COVID–19, el incremento fue sustancialmente menor y hasta ahora no se ha recuperado la tendencia previa.
César Bazán, investigador en temas de seguridad ciudadana y docente de la Pontificia Universidad Católica del Perú, considera positivo el aumento de personal en las comisarías registrado en los últimos años, porque “se trata de la célula básica del trabajo policial”.
Sin embargo, el especialista enfatiza que “los estudios e investigaciones demuestran que el número de efectivos es tan importante como el lugar donde los colocas”; es decir, la distribución de los agentes es fundamental.
“Para saber cuál es el número ideal de policías que se necesita para enfrentar la inseguridad debes saber dónde vas a colocarlos. Y lamentablemente, las autoridades no tienen la menor idea de cuántos efectivos necesitas. ¿En qué evidencia sostienen sus declaraciones públicas?”, destaca Bazán.
Denuncias y quejas
En setiembre pasado, la Defensoría del Pueblo solicitó a la Inspectoría de la Policía Nacional que investigue la falta de atención de una denuncia por violación sexual reportada en el 2018 en la comisaría del distrito de Sivia, Ayacucho, en la zona del Vraem.
La defensoría advirtió que la dependencia policial habría archivado el caso. Tampoco se informó sobre este a las entidades a las que debió avisar por ley.
En promedio, entre enero y noviembre del 2023 se registraron al día ocho denuncias y quejas contra personal policial y funcionarios del Mininter. Cuatro de cada 10 de estas estuvieron relacionadas con “negligencia en el ejercicio de sus funciones”, mientras que dos de cada 10 fueron por “abuso de autoridad en el ejercicio de sus funciones”.
Rubén Vargas señala que si en una dependencia policial se identifica a personal negligente, que demora injustificadamente los trámites o presenta otros problemas, el problema va más allá. “El subalterno va a seguir la línea o el ejemplo de su superior. ¿Qué le puedes exigir a un subalterno si todos saben que el jefe es corrupto?”, advirtió.
Mira aquí el especial completo de ECData “A más crimen, menos recursos”.
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