La Asociación Americana del Embarazo (APA, por sus siglas en inglés) recomienda a las mujeres que desean quedar embarazadas, y a las que ya se encuentran en estado de gestación, a evitar realizarse tatuajes, piercings, o perforaciones de cualquier tipo, en la zona del abdomen (ombligo), pezones o genitales debido a los cambios físicos que ocurren u ocurrirán en su cuerpo.
Es ese sentir, Claudia Arispe, obstetra y docente de la Escuela de Posgrado de la Universidad Wiener, consideró que lo importante es que la gestante se sienta cómoda a lo largo de los 9 meses de espera.
“Si ya tienen un piercing de tiempo atrás y se sienten cómodas, no hay razón para sacarlo, pero a medida que se va incrementando las semanas de gestación y con ellos el incremento de las mamas y el abdomen por el aumento del útero, la gestante podría enganchar con sus ropas la joyería del piercing, tirar de él y dañar su piel sin querer”, declaró a Hogar&Familia.
En cuanto a la lactancia, es aconsejable retirar del pezón o la areola las perforaciones. Aunque un piercing no interferirá con la producción de leche materna, cabe destacar que cualquier perforación va a significar un riesgo para el bebé, no solo porque interferirá en la correcta succión del pezón, sino porque existe el latente peligro de infecciones, lesiones e incluso de muerte por asfixia.
Asimismo, si se piensa optar por quitar y volver a poner el piercing entre lactancia y lactancia, esta práctica puede transportar bacterias al interior de los conductos galactóforos, lo que aumentaría el riesgo de mastitis para la madre.
Problemas de tatuarse o perforarse durante el embarazo
En el caso de que te hagas una perforación embarazada, o cuando aún no sabías que lo estabas, ten en cuenta que puedes sufrir infecciones, sangrado y reacciones alérgicas. Además, los cambios hormonales durante esta etapa pueden afectar la cicatrización.
“A medida que aumentan las semanas de gestación, los cambios anatómicos y fisiológicos que se producen en el cuerpo de la gestante, sobre todo en aumento del volumen de las mamas y el útero, originan que los orificios dejados por el piercing no se curen del todo y, usualmente se hacen más grandes y más susceptibles a la infección”, sostuvo Arispe a este medio.
En el caso de los tatuajes, existe el riesgo de contagio de enfermedades como hepatitis B o VIH, así como por el riesgo de infección local o diseminada, ya que estarían limitados algunos antibióticos. Además, hay que precisar que la piel puede estirarse y cambiar de forma, lo que podría alterar el aspecto del tatto una vez que el embarazo llegue a término.
Por tal motivo, la obstetra aconsejó a las gestantes a tener presente los posibles efectos propios de realizarse un adorno corporal, como la inflamación y el dolor, que son las complicaciones más frecuentes.
“Infórmense sobre las medidas fundamentales en la prevención de las complicaciones de los tatuajes y las perforaciones tanto las personas que realizan el piercing como a la población general incluidas las gestantes, la vacunación contra el virus hepatitis B, la estandarización de las precauciones en los centros donde se realizan tatuajes, el control de calidad por parte de la autoridad sanitaria, y la regulación legal en menores de 18 años”, precisó la especialista.
¿Mi bebé corre algún riesgo?
Aunque no existe evidencia concluyente de que un piercing o un tatuaje durante el embarazo pueda dañar directamente al feto, hay posibles riesgos asociados que podrían afectar indirectamente su salud. Estos básicamente son derivados de una posible infección, ya que, si una se no es bien controlada o se propaga, la salud de la madre se vería perjudicada y, en consecuencia, la salud del bebé.
Dado que el embarazo es un período crucial para el desarrollo del bebé, es importante tomar precauciones y evitar cualquier actividad que pueda suponer riesgos innecesarios. En general, es mejor esperar hasta después del embarazo y el período de lactancia para hacerse un piercing o un tatuaje. Si tienes dudas o inquietudes específicas, siempre es recomendable consultar con un médico para obtener orientación profesional.
“Lo más recomendable es realizarlo después de la lactancia, es decir, cuando ya no demos de lactar a nuestro hijo. Si hablamos de tiempos, lo ideal es que una mamá dé de lactar mínimo 6 meses lo que se denomina lactancia materna exclusiva y luego hasta los dos años lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), en ese sentido, el tiempo aproximadamente que se debe esperar es entre 6 meses a 2 años, dependiendo el tiempo que dure la lactancia”, aseveró Arispe.