Estos últimos cuatro años de inestabilidad demostraron la importancia de los vicepresidentes ante un escenario de renuncia o vacancia del jefe de Estado. Revisar el perfil de los candidatos a estos cargos ya dejó de ser opcional.
En el 2019, el entonces congresista oficialista Carlos Bruce contó que Martín Vizcarra fue incluido en la plancha presidencial de Pedro Pablo Kuczynski del 2016 porque “necesitábamos un provinciano en la plancha porque había demasiados blancos”. Dos años después, el primer vicepresidente Vizcarra no aceptó renunciar junto a PPK y asumió el poder en medio de negociaciones paralelas con la oposición legislativa.
Luego, cuando Vizcarra disolvió el Congreso, la vicepresidenta Mercedes Aráoz no lo respaldó, intentó juramentar junto a la oposición legislativa, y finalmente terminó renunciando al cargo. Así, Vizcarra gobernó sin ningún respaldo y, cuando lo vacaron en noviembre del 2020, ascendió el presidente del Congreso.
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El cargo de vicepresidente no está bien estructurado en el sistema peruano pues, si bien tiene despacho, no cuentan con una remuneración ni funciones claras. Es por ello que suelen ocupar otros cargos. De los 19 casos analizados, unos 12 postulan al Congreso y otros tres al Parlamento Andino.
Cuestión de confianza
Los politólogos Eduardo Dargent y Omar Awapara coinciden en señalar que los puestos de vicepresidentes se han vuelto menos “decorativos” y “de comparsa”. “Dependiendo de cómo vaya la gestión, pueden terminar en el cargo de presidente de la República”, advierte Dargent.
Para esta elección, Awapara anota que se han incluidos dos factores que antes no eran tan relevantes: la confianza y la alternancia de género. “Los candidatos presidenciales han tenido que buscar gente de confianza para no tener al enemigo en casa. Hay casos como Acción Popular donde se reclutó dentro del partido o casos como el de Victoria Nacional donde la decisión de George Forsyth estuvo por encima del partido de Humberto Lay”, explica el director de la carrera de Ciencias Políticas de la UPC.
En el libro Minicandidatos (Debate, 2021), la periodista Ariana Lira indica que fue el mismo Forsyth quien decidió quiénes integrarían su plancha presidencial. “Parte del trato con el partido de la espiga [hoy Victoria Nacional], sin embargo, implicaba tener una cuota de candidatos al Congreso con números importantes”, señala Lira.
Esto explica porque incluso los candidatos a vicepresidentes de Forsyth no encabezan la lista congresal. Patricia Arévalo (primera vicepresidencia) es la 4, y Jorge Álvarez (segundo vicepresidente) es el 7. En otros partidos donde el candidato presidencial no proviene de las bases, se repiten estas cuotas entre listas. Jaime Salomón, candidato a segundo vicepresidente de Hernando De Soto, tiene el número 8 en la lista congresal de Avanza País.
En partidos donde el candidato es además el líder, ocurre lo contrario. Keiko Fujimori tiene a Patricia Juárez, candidata a segunda vicepresidenta, como 2 en la lista congresal. En el caso de Renovación Popular, Jorge Montoya, también aspirante a la segunda vicepresidencia, encabeza la lista parlamentaria.
En octubre del 2020, Rafael López Aliaga desembarcó de su plancha presidencial a Beatriz Mejía por la desconfianza generada debido a que el hijo de esta última le solicitó 100 mil dólares “para trabajar con iglesias evangélicas”. Tras ello, López Aliaga nombró a Neldy Mendoza, quien hacer unos días tuvo polémicas declaraciones cuestionando el empoderamiento y llamando “abuela terrorista” a la mujer que decide no tener hijos.
Pero el reemplazo tampoco le resultó conveniente a López Aliaga quien ayer, en una entrevista con la periodista Milagros Leiva, reveló que le pidió a Mendoza poner su cargo a disposición. “Yo no voy a ir con ella en la vicepresidencia. […] Tengo que informar al JNE que ella no está más en la campaña presidencial y tampoco en el partido [...] “Yo no puedo dejar al Perú en manos de una persona que tiene ese pensamiento y no se retracta”, manifestó.
Sin embargo, José Manuel Villalobos, director ejecutivo del Instituto Peruano de Derecho Electoral, explicó que el plazo para los retiros y renuncia ya venció el 10 de febrero.
En las conformaciones de las planchas presidenciales también es notorio cómo los partidos pueden convertirse en combis electorales. De nuestra revisión, 12 de los 19 principales candidatos a vicepresidentes se afiliaron recién en setiembre del 2020, el último mes de plazo para registrarse y poder postular.
Gobernabilidad
Eduardo Dargent señala que el próximo presidente de la República llegará con una bancada minoritaria, por lo que se requiere pensar en qué partidos tiene un buen equipo para no volver a repetir los escenarios de crisis de los últimos cuatro años.
“Se debe pensar en la posibilidad de que esa persona, candidato a vicepresidente, llegue al poder. Se debe analizar la coherencia con la propuesta del partido, y en esa línea preocupan los casos de vicepresidentes con menor experiencia o que pueden llevar a posiciones extremas”, refiere.
En el 2019, el excongresista oficialista Carlos Bruce contó que Martín Vizcarra fue incluido en la plancha presidencial de Pedro Pablo Kuczynski del 2016 porque “necesitábamos un provinciano en la plancha porque había demasiados blancos”. Dos años después, Vizcarra no aceptó renunciar junto a PPK y asumió el poder en medio de negociaciones paralelas con la oposición legislativa.
Este tipo de situaciones no son recientes en la política peruana. En 1992, Alberto Fujimori disolvió el Congreso y su vicepresidente Máximo San Román, también senador, intentó ser nombrado como “presidente constitucional”.
Mientras que, en el periodo 2011-2016, Ollanta Humala sufrió la renuncia del segundo vicepresidente Omar Chehade y pugnas internas con su primera vicepresidenta Marisol Espinoza. Tanto Chehade como Espinoza hoy están afiliados en Alianza para El Progreso.
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