Esta semana, Pedro Castillo continúa su recorrido hacia el norte del país. Busca predicar en una zona que no pudo conquistar en la primera vuelta de las elecciones, y que más bien se inclinó por su rival, Keiko Fujimori.
De hecho, Fuerza Popular fue el partido favorito en estas regiones en el 2016 y el 2011. No solo obtuvo altas votaciones en la primera vuelta, sino que fue favorito en segunda vuelta en Tumbes, Piura, Lambayeque y La Libertad.
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Aun así, la encuesta de Ipsos-América TV de la semana pasada mostró que ahora el norte se inclina por Castillo. El fujimorismo ha perdido su anterior hegemonía en esta zona, pues aunque en la primera vuelta del 2021 acabó en primer lugar en Tumbes, Piura y Lambayeque, sus resultados no se comparan a los que obtuvo en las elecciones anteriores: cayó más de 20 puntos porcentuales respecto a la elección del 2016.
“Comparativamente, esta es la elección en la que el fujimorismo ha perdido más [en el norte]. De un lado, se ha dividido el voto conservador, pues en las ciudades más urbanizadas en la costa norte se ha apoyado a López Aliaga. Pero, por otro lado, hay un patrón en crecimiento: las provincias más pobres siempre votan por las opciones de izquierda o cambio radical. Esto es común en Pataz, Ayabaca, Huancabamba”, explica Zaraí Toledo Orozco, politóloga y docente de la Universidad de British Columbia de Canadá.
Toledo explica que, pese al voto mayoritario hacia la derecha, no se debe tomar al norte como una zona homogénea. Si bien las provincias más pobres, dedicadas principalmente a la agricultura, son menos pobladas, la influencia en la zona costera se genera porque los que migran desde la sierra hacia las zonas urbanas mantienen sus redes. Toledo sostiene que Humala, en los procesos del 2006 y 2011, apeló a estos grupos para crecer. “El poder de expansión de Castillo es grande”, señala.
Otro factor es el fenómeno de El Niño, que moviliza actores en favor de la reconstrucción, y que cada vez es más frecuente. “Eso hace más difícil que el Estado pueda llegar para asumir el reto de la pandemia. Hay un descontento alrededor de esto. Quien sea identificado con el statu quo tiene las de perder”, afirma Toledo.
“[En el debate electoral], hay un gran énfasis en preservar cierta institucionalidad de distinto tipo política. Esa institucionalidad está asociada a desigualdad y exclusión. Cada vez que hacemos un llamado a preservar la institucionalidad es un orden que a la gente no le interesa preservar. No siempre la estabilidad es sinónimo de bienestar, eso es algo que no hemos entendido. Quien va contra estas instituciones tiene el apoyo de la gente”, explica Toledo.
El politólogo Mauricio Zavaleta añade que Keiko Fujimori no pudo construir un partido con bases sólidas, sino que su esfuerzo se quedó en la fase de una coalición de independientes. “Sacó un montón de congresistas en el 2016 porque ella tenía capacidad de arrastre y se dio el lujo de elegir a los candidatos más competitivos, que podían dar recursos y hacer campaña propia. Esa es la dinámica de una campaña, pero no es que estás construyendo bases propias. Nunca llegó a poner realmente soldados en la tierra”, señala.
En Cajamarca, las opciones de izquierda han tenido buena performance en la primera vuelta de los anteriores procesos, pero el fujimorismo no había dejado de ser competitivo. El nivel de votación que tuvo Castillo esta vez fue más elevado que el obtenido en el 2016 por Gregorio Santos, quien como gobernador regional se opuso al proyecto minero Conga; y que el logrado por Ollanta Humala en el 2011 y 2006. Mientras, la votación de Fujimori es la más baja de los últimos tres procesos.
Uno de los factores que tuvieron gran influencia desde Cajamarca hasta la costa norte fueron los ronderos, organización social a la que Castillo pertenece. “En la pandemia, los ronderos en Piura han jugado un papel muy importante. Ellos son autoridades sociales ligadas al orden, que reemplazan al Estado. Son altamente respetados”, agrega Toledo.
Áncash tiene una dinámica propia, en la que no influyen los mismos factores que en las regiones de la costa norte. Aquí, sin embargo, el peso que tiene el fujimorismo también ha decaído respecto a la anterior elección.
Ambos politólogos señalan que el fujimorismo ha perdido, en general en el norte, un componente popular.
Posiciones
- Zavaleta dice que esta tendencia no se produce solo por el antifujimorismo tradicional, sino también por el antikeikismo.
- Toledo indica que la campaña no ha sido prioridad en el norte, pues la gente está concentrada en sobrevivir a la pandemia.
- Dato: 23,6% de los electores hábiles se encuentra entre Tumbes, Piura, Lambayeque, La Libertad, Cajamarca y Áncash.
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