El Perú estuvo casi 500 días sin teatro presencial. Padecimos una de las medidas más restrictivas y prolongadas del continente para toda actividad artística presencial. Conforme fueron autorizándose, algunas producciones subieron a escena en los últimos meses con temporadas y elencos muy breves. Hoy, sin embargo, el teatro muestra su ancestral resiliencia y se prepara para volver, para convocar al público a su ritual irremplazable.
El Dominical visitó la cocina de uno de los espectáculos que se estrenarán en las próximas semanas y fue testigo de su intenso trabajo. Artistas buscando, con la seriedad de quien sabe que encarna vidas pero, a la vez, con la disposición a jugar y tentar todas las posibilidades expresivas. Jóvenes y experimentados moviéndose sobre el escenario, explorando distintos modos de relacionarse; a veces amigables, seductores, otras irónicos, incisivos o decididamente agresivos. Probando movimientos, palabras, objetos que ni están en el libreto (la dirección les pide no usarlo aún) ni llegarán necesariamente a ser parte del espectáculo que el público verá. Pero que, en cierta etapa, es vía para el estudio –riguroso como el que más— de sus personajes, de los hechos, de las consecuencias de sus acciones y omisiones.
En un esfuerzo conjunto entre Aibal y Ensad, un grupo de artistas —de alta trayectoria y estudiantes de últimos ciclos de actuación— cumpliendo protocolos sanitarios, viene creando la puesta en escena de la obra “Surte. El sonido de los sueños”. Ellos fueron seleccionados mediante audiciones que incluyeron pruebas de canto porque el espectáculo incluye esa exigencia.
La historia
Facundo, joven músico sin oportunidades en un país en crisis, es alentado por Abi, su abuela, con quien vive, a ir a la primera potencia mundial donde sí podrá tener éxito, que ella imagina en términos de fama. Con los ahorros de ambos, Facundo llega al destino. Por Navidad, Facundo llama a Abi para decirle que tiene una entrevista para un posible contrato. Días después, ella recibe otra llamada en un idioma que no entiende bien. Se aferra a la idea de que su nieto ha tenido éxito. Pero hay algo con su salud. Solicita una visa para darle el alcance. Cree que podrá traerlo a que sane bajo sus cuidados. Otra llamada le avisa que su nieto vuelve en un vuelo. Ella decide creer que él ha superado su problema, que solo viene a terminar de recuperarse y que lo hace con un súper contrato bajo el brazo. Porque para eso logró ir allá, al lugar más justo del mundo. No duda de que el talento del nieto y el buen gusto de ese país, han confluido. Sin embargo, la realidad es otra. Abi canta la canción que Facundo compuso antes de marcharse y cuya grabación casera conserva. Ilsa, ex refugiada que Abi y su familia apoyaron veinte años antes, será ahora su soporte.
La historia se las arregla para tocar una serie de temas urgentes: las personas refugiadas, las migrantes y su fragilidad legal, las diversas violencias y discriminaciones. Hasta confronta los discursos extremistas de la historia reciente, por alusión. Todo eso en medio de una dramaturgia que ofrece humor, drama, tragedia, pero también mucha ternura y una fuerte lección de resiliencia.
El enfoque
Esta obra ha sido creada con lo que Percy Encinas llama enfoque neuroeducativo, porque prioriza la experiencia emocional dirigida a sensibilizar, fomentar la reflexión y generar aprendizajes sobre algunos temas de importancia social. Por ello, aparte de la temporada regular que tendrá por algunos fines de semana en el teatro Roma de Ensad, la obra ofrece funciones a colegios, institutos y universidades en el marco del programa Escuela de Espectadores que, en alianza con la Facultad de Letras de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, tuvo experiencias notables antes de la pandemia. Especialmente, con escolares de secundaria de colegios públicos y privados.
Luz Marina Rojas, la directora colombiana a cargo del montaje, señala que será un espectáculo urbano y contemporáneo, que cuestione varias idealizaciones extendidas entre latinoamericanos, donde confluirán el lenguaje musical y las acciones, aunque alejado de la estética Broadway, como era de esperarse para una obra que expone, con profundidad y decisión, dramas y esperanzas muy nuestras.
Estéfano y Rafael, los compositores, trabajaron estrechamente con los dramaturgos, la directora y el elenco. Desde la etapa previa, con actrices estadounidenses y salvadoreñas con quienes Aibal espera concretar un montaje posterior.
Preguntado sobre por qué la obra decidió ser de tipo musical, el dramaturgo Carlos Gonzáles remarca: “La música amplía unos horizontes de sensibilidad a los que muchas veces la palabra hablada no llega”. Con una promesa así, el público está invitado.
MÁS INFORMACIÓN
Idea original y dramaturgia de Percy Encinas y Carlos Gonzáles. La obra incluye 16 momentos musicales a partir de 8 canciones creadas especialmente para ella por Estéfano Encinas y Rafael Arenas, con arreglos de Christian Del Águila y John Peña.
Dirección artística: Luz Marina Rojas
Producción escénica: Escuela Nacional Superior de Arte Dramático Elenco:
Lilian Nieto, Javier Valdés, Cecilia Monserrate, Laly Guimarey, Lía Camilo, Alejandro Tagle, Victoria Lara, Alex Bazalar y Bere Burstens.
Contacto para instituciones educativas o grupos: contacto@aibal.org / WhatsApp: 987 721 797.
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