Acostumbrados estamos a los lúcidos ensayos históricos, publicaciones académicas y artículos de opinión que la historiadora Carmen Mc Evoy nos ofrece con frecuencia. Inesperada fue, sin embargo, su última publicación, pues marca su incursión en la literatura infantil: acaba de ver la luz Trocito. Un pedacito de tela que soñaba con ser bandera ( Penguin Random House, 2021 ), un texto para niños y niñas que destaca por su originalidad, inteligencia, y calidad gráfica y textual. Además, marca también el debut de Mariana Sansone, politóloga y educadora de primaria con especialización en multiculturaridad, que vuelca su experiencia laboral y formativa para crear, de la mano de su madre —Sansone es hija de Mc Evoy— un relato que conmueve e invita a reflexionar sobre el rol de cada uno en el tejido social.
Coronan el relato las bellas ilustraciones de corte realista trazadas por la pluma de Carmen García.
Relato de familia
La historia de Trocito se gesta en el corazón de la familia de la historiadora, no solo por los diálogos entre ella y su hija y los aportes de sus nietas, sino por aquello que las inspiró al crear el relato. “Fue un trabajo intergeneracional en el que estuvo presente mi abuela, costurera como la abuela de la historia, y mi mamá, quien era una fuente inagotable de historias chalacas”, cuenta Mc Evoy desde su casa en Estados Unidos.
Madre e hija viven en el país del norte, pero su corazón y su atención están siempre puestos en el Perú, y, sobre todo, en La Punta, el distrito de la provincia de El Callao que se deja bañar por el mar y en el que la familia de Mc Evoy echó raíces. Es ese mar en el que navega también la historia de Trocito, un retazo de tela extraviado en el océano, que construye su identidad y se reconoce parte de una sociedad con la ayuda de una abuela costurera y su nieta.
Carmen Mc Evoy, la abuela, se ha sentido sumamente inspirada en este trabajo: “La abuelitud permite regresar a la maternidad más madura y sin la responsabilidad que ella trae consigo. Tener a hijas y nietas como audiencia, haciendo preguntas e incluso sugiriendo escenas no tiene precio”, relata.
Este es el primero de varios proyectos que vienen preparando Carmen Mc Evoy y Mariana Sansone, una aventura familiar y profesional que comparten con emoción y que las enriquece.
Contar el país
Trocito se va concibiendo en ese proceso de trasmisión de ideas de ciudadanía, comunidad republicana e incluso de la forja de la identidad en los desafíos que Carmen Mc Evoy trabaja desde hace un buen tiempo.
Las ilustraciones de Trocito son bastante realistas, ¿tiene que ver con el tono del cuento o es una propuesta desde la creación gráfica? La ilustradora del libro, la talentosa Carmen García, responde: “Como ilustradora considero que son las mismas historias las que te dan el tono de realismo o fantasía que puedan tener las imágenes, para esto suelo cambiar de técnica y un poco de estilo, trabajo a veces más dibujo que pintura o collage para adaptarme a lo que necesite la historia. Yo creo que en este caso se requería imágenes realistas para que fueran reconocibles, lugares como El Callao, La Punta, la isla San Lorenzo”.
Para Mariana Sansone, por su parte, fue una suerte de exploración en torno a sus raíces. Aunque salió del Perú a los diez años, trabaja como educadora con niños latinos, ayudándolos a hacer el tránsito que ella hizo en su momento, por lo que, para ella, las raíces son un tema fundamental: si son fuertes, permiten enfrentar los enormes desafíos de la vida.
Ha sido significativo el reto que supuso para madre e hija incursionar en el rubro infantil: para la madre, por su costumbre académica y, para la hija, por ser su primer reto editorial. Ambas entienden este trabajo como una gran responsabilidad en tanto las palabras influyen —para bien o para mal— las mentes de niños y niñas. “Al escribir un libro de historia, si lo critican, queda como un desafío al ego y punto. En un cuento, lo que se escribe puede servir para estimular la imaginación y creatividad, y ese es un tema muchísimo más delicado”, comenta Mc Evoy.
Mariana y su madre suelen caminar mucho en la playa, disfrutando del mar. En esas caminatas, se cuentan historias. Y esas historias prometen ser compartidas con el mundo.
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