Quien recorra hoy las calles del centro de París encontrará una ciudad sembrada de vallas y andamios. En sus lugares más icónicos, desde la Torre Eiffel hasta la Plaza de la Concordia, turistas desprevenidos se ven obligados a dar largos rodeos. Y es que la olimpiada XXXIII (Paris 2024), a inaugurarse el próximo 26 de julio, viene transformando, temporalmente, el perfil de la ‘Ville Lumière’. Buscando que la experiencia olímpica resulte socialmente más integradora, París se propuso sacar los actos de las sedes tradicionales y llevarlos a entornos urbanos y populares. Así, solo la ceremonia inaugural, a celebrarse a orillas del río Sena, permitirá que 320.000 personas disfruten del evento.
Invitados a la capital francesa por el Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores de este país, periodistas de América Latina pudimos intercambiar con voceros oficiales de los juegos. Nuestras preguntas resultan extradeportivas, vinculadas a la seguridad, las inversiones, el transporte y al plan radical de una ciudad que, en palabras de Samuel Ducroquet, embajador para los Deportes del Ministerio para Europa y de Asuntos Exteriores, no se ha propuesto construir “elefantes blancos”.
Por un juego limpio
Los voceros oficiales de los juegos coinciden en que la sostenibilidad resulta un pilar esencial en París 2024, fiel a los compromisos climáticos firmados en la COP21, celebrada en esta ciudad en el 2015. Es por ello que se decidió que el 95% de la infraestructura olímpica sea preexistente o de construcción temporal. Solo el centro acuático frente al estadio en Seine-Saint-Denis, así como el centro de escalada deportiva de Le Bourget son edificaciones nuevas. A ellas se suma la Arena Porte de La Chapelle, que recicló 6 millones de tapas de plástico para construir los 8.000 asientos del estadio. “Menos construcción significa menos emisiones”, afirman.
Para transportar a 13 millones de asistentes franceses y 3 millones de visitantes extranjeros, la ciudad cuenta con su notable red de metro y su eficiente sistema de buses. La novedad radica en los 400 km de ciclovías construidas especialmente para los juegos, lo que, según los organizadores, representa una transformación urbana importante a escala energética. A esta red se suman 1.000 vehículos adicionales a la flota usual de taxis, accesibles a personas con movilidad reducida.
Siguiendo con su lógica de bajo impacto ambiental, la villa olímpica y paralímpica de Seine-Saint Denis, construida según estándares de vanguardia de eficiencia energética, no cuenta con equipos convencionales de aire acondicionado. Sus sistemas de aislamiento y ventilación permitirán, según los estudios realizados, mantener temperaturas aceptables durante el verano.
Sin embargo, para la organización, la sostenibilidad no es solo un tema ambiental, sino especialmente social. Como señaló Ducroquet, la razón por la que se construyó el estadio acuático en Seine-SaintDenis fue dotar de infraestructura deportiva a la población de uno de los barrios más pobres de la ciudad. Asimismo, la organización incide en que la preparación de los Juegos Olímpicos ha contribuido con la creación de 180.000 puestos de trabajo, 30.000 de ellos en el sector de la construcción. Otras industrias beneficiadas son el turismo y los servicios de seguridad privada. Un impacto positivo para el tejido empresarial francés, pues el 90% de los contratos adjudicados corresponden a empresas locales, grandes, medianas y pequeñas.