Su gusto por la literatura, lo llevó a la escritura de textos dramáticos, un género pocas veces destacado, pues cuando se habla de teatro se piensa más en el trabajo de un director y una puesta en escena. “Yo era un gran lector de obras dramatúrgicas y cuando era joven mi primera idea fue escribirlas para que estas se publiquen y se lean”, cuenta Alfredo Bushby, autor de Descastados, un libro que reúne nueve obras dramáticas escritas, en su mayoría, desde el 2013 hasta la actualidad.
La obra que abre el libro (“Bahía Bruna”) perfila también las otras historias: personajes que encubren un secreto y víctimas que buscan algún tipo de reivindicación.
Sí, más o menos percibí lo que dices. En ella, se agolpan los ejes temáticos, los distintos motivos que van dándose en las demás obras. Efectivamente, se presentan a estos a personajes descastados, marginados por la familia, por instituciones, por relaciones de pareja o por microsociedades, y que son expelidos de ahí por otros, pero también por voluntad propia; y por eso buscan una reivindicación, no necesariamente de una forma pacífica, sino a veces violenta y vengativa. No quería construir víctimas bondadosas. En la mayoría de los casos, los personajes consiguen su propósito, tanto en el sentido de venganza y reivindicación.
Hay dos historias que tienen vasos comunicantes con hechos concretos: la del rector corrupto que es desenmascarado en “Tenebrae” y la del abusador al interior de un grupo católico en “La Casa de Yuosia”…
Es la primera vez que hago algo tan evidentemente vinculado con lo real, no solo en este libro sino en mi obra en general. Siempre trato de que mis obras tengan una relación con la realidad, pero nunca lo había hecho con una insinuación tan directa. Tanto esta institución universitaria corrupta como esta institución religiosa corrupta son casos de microsociedades sectarias, que se cierran sobre sí mismas, y en ambas sus líderes se creen seres superiores, cultos, santos; tocados por un espíritu divino y no importa las cochinadas que hagan porque ellos sienten que están más allá de eso. Es algo que me parece peligrosísimo.
Casi todas tus obras transcurren en espacios cerrados (dormitorios, bares) o lugares alejados como montañas o lagos, a los que los personajes acuden a contar un secreto, a revelar una falta. ¿Utilizas estos sitios con un afán liberalizador que en otros lugares no funcionaria?
En gran medida, sí. Viendo en retrospectiva estas obras, y también con la ayuda de gente que ha hecho textos críticos sobre ellas, diría que son espacios casi opuestos: por un lado, cerrados y muy privados, un dormitorio y un baño, donde están dos personas encerradas contándose intimidades; y por otro, espacios muy abiertos, pero también secretos porque no hay nadie: un precipicio frente a un lago, un bosque húngaro, una playa escondida.
Sitios donde se subvierte algo o se violenta a un personaje
Sí, se violenta a alguien que, más adelante, se reivindica a través de una revelación.
¿Crees que el teatro deba cumplir una función de denuncia?
Yo, en principio, no creo que el arte en general tenga algún tipo de obligación, salvo la de generar una emoción en el público o en el receptor; pero a partir de esa emoción ya cada artista, dramaturgo, músico, pintor puede intentar denunciar algo, decir qué está pasando. En el caso de las dos obras que menciono, sí, partieron de la indignación. La obra artística sí puede cumplir esa función y no es más ni menos de otra obra que no la tenga.
¿Te interesa movilizar emociones?
Es la idea. Hacer ver las cosas de forma distinta, algo que planteaba Brecht con otra intención, él lo hacía más desde un propósito muy claro, ideológico; pero es eso: ver las cosas que consideramos normales, naturales, desde otra perspectiva que las delata como algo distinto de lo que son. Por ahí va la intención de los textos que pretendo escribir, no sé en qué medida tengo éxito; pero, al menos, esa es mi intención.
¿Llegas al teatro desde el periodismo o desde la literatura?
Yo vengo de la literatura. Era un gran lector de obras dramatúrgicas y me sigue encantando leer, también me gusta, obviamente, verlas representadas; pero mi primera idea, cuando era joven, era escribir y que mis obras sean publicadas. Es más, mis trabajos académicos son sobre la dramaturgia del texto; he hecho muy pocos estudios sobre montajes. Para mí leer teatro es una fuente de placer. Antes creía que estaba solo en esto, pero con los años me he dado cuenta de que mucha gente lo promueve y reivindica.
Un lector de obras de teatro se convierte en actor de las mismas
Y también en director. Uno lo que hace es poner los diálogos y el lector tiene que hacerse una idea de las intenciones de la obra: construir su personaje, ponerle tono de voz. Incluso, convierte a los lectores en escenógrafos. Si yo pongo, por ejemplo, “un dormitorio elegante”. Quiéralo o no, todos se van a hacer su propia idea de lo que es un dormitorio elegante. El lector de teatro es un actor, un director, un escenógrafo, se convierte en un artista, eso produce un gran placer.
Y como dramaturgo quedas contento con la puesta en escena de tus obras, ¿cuál es tu relación con el director? ¿Qué sientes al verla representada?
Nunca he quedado decepcionado respecto a una obra mía. La primera vez que un director hizo un montaje de una obra que escribí, cortó mucho. Yo era joven y al principio no me gustó que lo hiciera, pero al ver el resultado maravilloso que obtuvo, entendí rápido que ese era su trabajo. Y a partir de ahí solo me meto si el director me lo pide. Hay extremos, hay directores que quieren que vayas a todas las sesiones, y estés ahí preguntando todo; y hay otros que dicen “tú olvídate, ya contribuiste con lo que tenías que hacer”, y yo no veo mi obra hasta el día del estreno. Ambas opciones son respetables. Como te dijo, todos los productos finales que he visto finales me han encantado. Si uno es dramaturgo tiene que aprender a ser humilde. El texto dramático es una forma de arte, el montaje es otra forma de arte y el trabajo del artista también lo es.
En el libro recoges el testimonio de una actriz que cuenta cómo construyó un personaje creado por ti.
Es una actriz (Daniela Rodríguez León) que ha trabajado en tres o cuatro obras mías, y le pedí que explicara cómo construyó el personaje, cómo fue el proceso. Y creo quedó muy claro cómo trabaja una actriz, es algo que quería que el público supiera.