En las últimas semanas, millones de chilenos se manifestaron contra las medidas de su gobierno. Una de las consignas ha sido terminar con el neoliberalismo. Sabemos que el descontento empezó por la subida del precio del metro. Pero ese no es el fin del asunto. La palabra neoliberalismo implica que lo que está en cuestión es todo un sistema, no solo el gobierno de Sebastián Piñera. Uno de los lemas más resaltantes de las marchas es: “No son 30 pesos, son 30 años”. 30 años, podemos inferir, de neoliberalismo. Entonces, la pregunta cae por sí sola. ¿Qué es el neoliberalismo? ¿Qué es este presunto enemigo que ha causado tanto daño?
Responder estas preguntas no es sencillo. A veces, la palabra neoliberalismo se utiliza para designar fenómenos muy distintos entre sí. Pero eso no significa que no exista. Podemos afirmar que el neoliberalismo, aquel que conocemos hoy (o que se le parece), nació en el famoso Coloquio Lippmann.
—Un sistema alternativo—
Entre el 26 y el 30 de agosto de 1938, Louis Rougier convocó a economistas de diferentes países europeos en París a propósito de la publicación en francés del libro de Walter Lippmann The good society. La idea principal de este coloquio era debatir sobre cómo encontrar una alternativa económica liberal para combatir los movimientos socialistas emergentes. Hacía mucho tiempo que el liberalismo clásico se encontraba en crisis. No había una idea clara de lo que era un proyecto liberal real. En ese contexto, el coloquio sirvió para actualizar las ideas clásicas del liberalismo y para esquematizarlas de manera sólida. Pronto estos economistas se dieron cuenta de que estaban ante un nuevo liberalismo. Por ello, debía tener otro nombre. Fue el mismo Rougier quien sugirió “neoliberalismo”.
De las ideas discutidas en el coloquio (muchas de ellas, divergentes entre sí), hay dos que creo que es pertinente analizar para saber qué es el neoliberalismo. Ambas fueron planteadas por varios de los que participaron ahí, sobre todo por Ludwig von Mises y su discípulo, Friedrich von Hayek. La primera es la del precio. Lo que hace el precio, en la concepción neoliberal, es determinar qué es lo que la gente quiere, qué es lo que necesita, lo que valora, lo que puede producir. El precio, que surge orgánicamente, es un signo que contiene toda esta información. El mercado, entonces, ya no es simplemente un sistema de circulación de bienes, sino que se convierte en un mecanismo para procesar información.
La segunda idea es la del Estado de derecho. El Estado de derecho plantea que deben existir leyes que no pueden regular nunca asuntos concretos ni decidir, por ejemplo, la redistribución de recursos. Lo que hace el Estado de derecho es trazar, como plantea Hayek, “el marco más racional en cuyo interior los individuos han de entregarse a sus actividades conforme a sus planes personales”.
—Ideología en cuestión—
¿Qué significa todo esto? Por un lado, se entiende que el ser humano es un animal económico. Que el mercado es algo que está en su naturaleza. El centro del neoliberalismo es el individuo. Un individuo autosuficiente que compite con todos en condiciones iguales y obtiene lo que merece. En una sociedad neoliberal, una mujer tiene las mismas oportunidades que un hombre, la desigualdad no existe. Cualquier problema es culpa del individuo. El sistema es infalible e irrefutable.
Así llegamos a una definición. El neoliberalismo es una ideología. Y, como tal, crea un discurso en donde todo lo que he mencionado se toma como verdad. Es esta ideología la que ha construido este sistema que ahora muchos cuestionan. Y se cuestiona, justamente, porque estas ideas no son absolutas. El mercado no es natural, es un sistema controlado por un grupo determinado de personas que puede crear desigualdad social.
Si bien no sabemos en qué terminará el descontento en Chile, es importante saber cuál es el fondo ideológico del neoliberalismo para dimensionar las implicancias de esta transformación.
Para leer:
Historia mínima del neoliberalismo. El autor, Fernando Escalante Gonzalbo, analiza el programa intelectual y cultural que tuvo su origen en 1938 en el Coloquio Lippmann, es decir, el proyecto político y cultural más influyente desde la segunda mitad del siglo XX.