Su primera reacción fue de sorpresa. Después, sintió un gran compromiso por ser la primera filósofa en recibir un premio que lleva el nombre de Francisco Miró Quesada Cantuarias (1918-2019), uno de los pensadores más versátiles e importantes del Perú contemporáneo. La doctora Teresa Arrieta lleva toda una vida dedicada al quehacer filosófico y a la enseñanza en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa. Tiene en su haber más de 60 publicaciones referidas a los campos de la ética, la bioética, la antropología filosófica, la filosofía de la educación y del arte. En su último libro —Historia de la ética— traza un recorrido por las principales doctrinas filosóficas desde la Grecia clásica, la Edad Media, el Renacimiento, la Edad Moderna, hasta llegar al pensamiento contemporáneo, a las éticas feministas, ecológicas, así como a las no occidentales, como la andina, la china o la desarrollada en la India.
Conversamos sobre el premio, sus aportes y los significados de la Navidad en estos tiempos.
¿Qué significa para usted recibir un premio de Filosofía que lleva el nombre de Francisco Miró Quesada Cantuarias?
Mi primera reacción fue de una gran sorpresa y también un gran compromiso porque, efectivamente, el doctor Miró Quesada fue un filósofo verdaderamente importante con una obra muy extensa y un conocimiento no solo de la filosofía y de la lógica, sino también del derecho y de la ciencia. Su labor como divulgador de teorías de la Física, por ejemplo, fue muy importante. Su acercamiento fue riguroso, por un lado, y por otro sumamente comprensible. Puso la ciencia al alcance de un público no especializado. Por otro lado, su evolución dentro de la filosofía fue interesante: empezó preocupándose por la antropología filosófica, pero luego se interesó por otro tipo de reflexión que tiene que ver con la filosofía de la ciencia, la política y la ética. Tuvo una personalidad multifacética y tuve el privilegio de conocerlo y tratarlo varias veces. Recuerdo que solía crear términos para teorías que todavía no tenían nombre. Por ejemplo, para la nueva lógica que creo Newton da Costa, le sugirió tres nombres: paraconsistente, ultraconsistente y metaconsistente y Newton da Costa eligió paraconsistente. El doctor Miró Quesada bromeaba diciendo que, de acuerdo con la Biblia, él era el verdadero creador de esta lógica porque le había puesto el nombre. A San Agustín le tuvo siempre un inmenso cariño y me dio gusto que nuestra universidad le diera el título de doctor honoris causa. Cuando estuve de decana (de la Facultad de Filosofía y Humanidades), organicé un festival con su nombre, que involucró a las escuelas de Filosofía, Arte y Literatura. Logramos publicar un libro que se llamó “La razón, filosofía, ciencia y humanismo. Homenaje al doctor Francisco Miró Quesada en su octogésimo aniversario”.
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¿Qué significa hacer filosofía en el Perú, un país con un legado andino y también occidental?
En el caso del doctor Miró Quesada él se comprometió mucho con la filosofía de la liberación, buscaba una filosofía auténtica latinoamericana. Eso no significa, obviamente, dejar de lado a Occidente, pero sí pensar desde una geografía distinta, desde una ideología distinta, desde una historia distinta. Efectivamente, el pensamiento andino tiene una riqueza extraordinaria que ahora es más que nunca necesaria en el sentido ecológico. De hecho, las culturas andinas tienen una sabiduría ecológica mucho mayor que las occidentales. Otra cosa interesante es que tienen el sentimiento de solidaridad y comunidad mucho más desarrollado, rasgos que hoy nos hacen mucha falta. Si en la pandemia todos los países hubiesen sido solidarios no hubiera habido el número de víctimas que hubo. No se trata que cada uno piense en sí mismo, sino que piense en los demás.
Ética y ecología
En sus estudios sobre la ética afirma que esta debe ser ecológica o dejar de existir.
Definitivamente, en eso soy rotunda. Aunque algunos piensen que me estoy volviendo demasiado verde, no considero una ética que no sea ecológica. Una persona que tenga mucho cuidado con los seres humanos, pero que sea cruel con los animales, definitivamente no podría considerarla como alguien con una conducta moral y principios éticos que valiesen la pena universalizar. Obviamente, hay circunstancias, contextos, que podrían hacer variar un poco esta posición, pero en términos generales estoy convencida de que si ahora no se adquiere una conciencia ecológica tampoco se adquiere una conciencia ética.
¿Y cual es el aporte de América Latina en este campo?
Si hablamos de la cultura andina, de los mayas, de los pieles rojas, todos tienen este sentido de sabiduría en el trato con la tierra, motivado por una cosmología que hace que esta sea verdaderamente sagrada. En el caso de la filosofía andina, el hombre es una especie de guardián de la naturaleza, tiene esa función de cuidador, eso también lo vemos en los mayas y en los pueblos pieles rojas. Si es necesario cazar un animal para sobrevivir, ellos, antes de hacerlo, le piden perdón, y cazan exactamente lo necesario. Hay un sentido de lo sagrado que pienso es importante recuperar, con esto no quiero decir que le pediría a usted que crea que las montañas tienen alma, pero yo sí estaría de acuerdo en pensar que todo lo que existe merece un respeto. Eso nos lleva a un tipo de ecología profunda que señala que hay un valor intrínseco, y no solo utilitario, en la naturaleza.
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La inteligencia artificial
Actualmente, hablamos de inteligencia artificial autónoma, ¿como la ética entra a tallar en esta nueva realidad?
La verdad es que hay que tener también respeto por las máquinas. Son creaciones humanas, pero si alcanzan algún tipo de autonomía que les permita autorreplicarse, algo que podría suceder, hay que pensar en ello. En cuanto a capacidad de memoria un computador avanzado tiene ventajas sobre el cerebro humano, pero en cuanto a las relaciones, ahí sí nosotros somos superiores. Roger Penrose, autor “La nueva mente del emperador”, afirmaba que la mayor diferencia entre humanos y máquinas es que los humanos son capaces de operar en situaciones vagas en las que parece que la intuición tiene la última palabra y hasta el momento no hay manera de replicar eso en una máquina. Otra idea interesante es los ciborgs, esa mezcla entre hombre y máquina; yo, por ejemplo, sin lentes no puedo leer. Otras personas tienen marcapasos, rótulas de metal, etc.
Y está el omnipresente celular con sus aplicaciones
Exacto, quítele a un adolescente su teléfono y sencillamente no hace nada. Esto ya no es ciencia ficción sino una realidad. Hay también una serie de experimentos que se están haciendo para crear otros sentidos; en arte, por ejemplo, algunos artistas están experimentando con adminículos conectados a su cuerpo que les hacen ver otras clases de colores, sentir otras vibraciones; es decir, el hombre está tratando de expandir sus sentidos.
La Navidad
¿La filosofía ha reflexionado sobre los valores que esta encarna la Navidad en una época en que la biología habla de la solidaridad o del egoísmo?
En los últimos tiempos mis reflexiones sobre la ética han estado muy unidas a la biología. Me interesa ver como los biólogos pueden interpretar el tema del altruismo y la solidaridad. Patricia Churchland, por ejemplo, quien es filosofa con conocimientos de neurofisiología, considera que la parte altruista del hombre no está como lo sostenían muchos en el neocórtex, o sea en la última parte de desarrollo del cerebro, sino en zonas más antiguas y primitivas, de tal modo que esa tendencia al cuidado nos viene desde mamíferos. No somos como los insectos o los peces que nacen y sobreviven por si mismos. El mamífero necesita alimentarse de las mamas de la hembra. De tal manera que esa cercanía hace que, efectivamente, tengamos esa tendencia al amor. Maturana y Varela, este par de biólogos chilenos, desarrollaron el tema de la autopoiesis y de nuestra condición de criaturas hechas para el amor. Patricia Churchland trabaja también el tema de la oxitocina que tiene que ver con la conducta protectora y el cuidado. Todo esto podemos relacionarlo con la Navidad que, honestamente, es la fiesta del año que más me agrada, por la ternura que despierta un niño recién nacido, más allá de si fue o no hijo de Dios; lo cierto es que el mensaje que trae es de amor, solidaridad y paz. La Navidad es un tiempo en que hay treguas incluso en las guerras. Es algo que todos respetan.
También surge la necesidad de regalar…
A estas alturas puedo comparar cómo era la Navidad hace 20 años y ahora. El tema es que importaban los regalos, ciertamente, pero eran regalos que se compraban pensando exactamente en quién los recibiría, uno podía saber lo que quería un hermano, un hijo, un primo, y esto porque en las familias había más comunicación. Ahora, estoy segura, que, si les pregunto a chicos, entre 15 y 25 años, qué quiere tu hermano o tu mamá, muchos no sabrían qué responder. Esa falta de comunicación incide en estas fiestas, y la gente decide mejor regalar dinero. Pero no es lo mismo regalar un billete, así sea de cien dólares, que el juguete o el libro que ese niño quería.
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