Es doctora en Antropología Social y Cultural y Máster en Libros y literatura infantil y juvenil, y durante los últimos años ha trabajado como docente e investigadora en diversas universidades —como la Universidad Autónoma de Barcelona y la Escuela Nacional Superior de Arquitectura de Saint-Étienne— y grupos de investigación. Anna Juan Cantavella une de esta manera la docencia con la investigación y la divulgación de la literatura infantil, a través de la realización de talleres para adultos y niños. En estos momentos en que la educación a distancia se vuelve un imperativo, ella comparte su experiencia sobre cómo la lectura puede ser clave en estos días de aislamiento.
Ofrece al público, desde hace varios años, reseñas y recomendaciones de libros álbum infantiles y juveniles en el blog La Coleccionista.
En estos tiempos de teleducación, ¿cómo se manejar la lectura? ¿Cuál es el papel de los mediadores de lectura?
Aquí en Barcelona hay iniciativas como la de la Asociación Álbum, que tiene a narradores profesionales que eligen alguno de los libros de las editoriales miembros de la asociación y se lanzan a narrar en vivo. También hay una librería que abrió un canal en línea que se llama Cuentos por Telegram, y empezaron a leer en voz alta los capítulos de Alicia en el país de las maravillas, también ofrece la posibilidad de bajar un ‘audiocuento’ narrado por la dueña de la librería. Este no es el momento de romperse la cabeza por cumplir con todo el contenido educativo, pues la brecha digital y social es muy grande y no todos los alumnos pueden aprender de la misma forma desde su casa. Creo que es una oportunidad para que desde las escuelas se refuerce la importancia de los vínculos en la educación, y en ello la lectura puede ser fundamental. Aquí hay una maestra que todas las noches se conecta al Facebook con sus alumnos y les relata un cuento. ¿Sabes lo que significa para sus alumnos el recibir cada noche el cuento que su maestra narró pensando en ellos? Eso crea vínculos por la dedicación que esto supone; además, leer en voz alta es una de las prácticas que más lectores hace.
El ejercicio de lectura como algo que compartir, y no como una tarea pendiente
Exacto. Y fomentar el placer de la lectura es abrir las puertas a un mundo hermoso. Leer literatura no sirve solo para hacer el examen, sino que te reconforta en tiempos de crisis. Además, no es solo leerles, es regalares una historia y que descubran que el mundo es mucho más grande de lo que pensaban. Sería bueno que las escuelas llegaran a hablarle de la literatura a los niños como un placer para compartir.
Ese placer compartido necesita también que sea acompañado, ¿no? Me refiero al tipo de lecturas que se eligen para los programas escolares o lecturas que abordan temas complejos como la diversidad sexual, la muerte o las familias monoparentales.
Sí, es necesaria esa compañía, pues muchas lecturas pueden ser difíciles para quienes no tienen referentes. Hay un debate que aparece hoy, cuando la escuela se está plateando cómo reformar la educación literaria. Se está cuestionando si la lectura debe ponerse como algo obligatorio y qué lecturas elegir, si leer a los clásicos ayuda a que los niños sean lectores, entre otras cosas. Uno de los errores en la educación literaria, al menos aquí en España, es que las lecturas obligatorias no se acompañan y te dejan a la de Dios. Entonces, no es que los clásicos no formen lectores, sino que muchas veces los niños no han tenido (o no tienen) las competencias literarias suficientes para enfrentarse a textos complejos. La educación formal olvidó hace tiempo la educación literaria, y las pocas clases de literatura que existen usan los libros para trabajar cualquier otra cosa (ortografía, gramática o temas morales) pero no para trabajar las competencias literarias, como saber qué elementos ha usado el autor para narrar. Cuando llegamos a secundaria lo que hacemos es historia de literatura, pero suele olvidarse compartir con los alumnos cómo el contexto está relacionado con las formas de contar en determinados periodos de la historia. Siempre se olvida la educación literaria en las clases de literatura, y eso porque hay una obsesión con la comprensión lectora.
La obsesión por subir los índices de comprensión lectora que plantea la prueba PISA
No me malentiendas, claro que es importante, pero enfocarnos en ella es bueno para los textos instructivos y de inflexión, para saber seguir instrucciones, pero en la enseñanza de Literatura las competencias a medirse deben ser más amplias. En la Literatura las ambigüedades, lo no dicho, las inferencias... eso es lo que le da valor. A mí me llama mucho la atención que vivamos obsesionados por ofrecerles a los niños y adolescentes libros que comprendan de la A la Z; pero no lecturas literarias que vayan más allá de lo literal. Al superponer la comprensión lectora a la literatura pierdes toda la fuerza literaria. Y es también una mirada muy adulta no darle determinados textos porque “pobrecito, el niño, no va a entender”. La gente lectora lo es porque se ha desconcertado ante ciertos libros, esas incertidumbres y enigmas los han construido como lectores.
Antes de la pandemia se hablaba de fortalecer el papel de las bibliotecas, ¿ahora cómo replantear el papel de las bibliotecas en la educación?
Aquí en Cataluña pasa algo muy peculiar, algo que sé que no pasa en toda España, y es que las bibliotecas públicas cumplen un papel muy interesante. En estos días están invirtiendo en ofrecer talleres que transmiten en vivo por Instagram o en convocar clubes de lectura muy variados. Yo tengo un grupo de lectura y esta vez haremos el encuentro virtual. A nivel de educación no reglada sí que están surgiendo iniciativas. Hay una cosa que hacen muy bien las bibliotecas públicas aquí, y es que tienen interés por llegar a niños y niñas desde pequeños y así aportan a la educación formal. Entonces, la biblioteca pública aquí es la cultura gratuita en la palma de la mano, en la esquina del barrio.
Sería lindo ver algo así en aquí en Perú.
Estos momentos de confinamiento son un reto que pueden aprovechar las bibliotecas. Aquí la biblioteca pública está trabajando mucho porque los vínculos formados no se destruyan, y, bueno, para eso recurre a lo virtual, para seguir aportando en la formación de los profesores y los niños a través de talleres. Se están reinventando las formas de construir las relaciones, sobre todo en primaria y en infantil, pues, ¿sabes?, las maestras no están formadas en Literatura, entonces desde la biblioteca pública se trabaja en ello, para reflexionar sobre el acercamiento de los más pequeños a la literatura infantil.
En ese sentido, ¿cómo puede un niño / adolescente armar una biblioteca digital? ¿Podrías darnos algunos tips?
Sin demonizar la Tablet o el Kindle, no soy partidaria de la lectura en pantalla porque una de las nueve formas de lograr que los niños odien la lectura es hacer un versus entre el libro y la televisión. O, en la actualidad, entre el libro y el internet. El formato no me preocupa tanto, sino qué se está eligiendo para que los chicos lean. Y en ese sentido faltan herramientas ya sea para lo físico o para lo digital. Todos los formatos son interesantes y es importante que se puedan armar, aunque sea minibibliotecas físicas, en las que los libros estén bien elegidos, que haya variedad de formatos, y que no todo sea novela.