La primera semana mundialista, más allá del fútbol, nos ha mostrado algunos códigos culturales o religiosos árabe-musulmanes que pueden resultar incomprensibles para occidente, pero que forman parte de la vida de millones de personas que habitan los cálidos territorios del Golfo Pérsico: la separación de géneros, cubrir hombros y rodillas, evitar muestras de afecto en público, el no consumo de carne de cerdo, etc.
Lo primero que habría que precisar es que no existe un mundo árabe-musulmán uniforme, sino países con historias particulares y procesos históricos diferentes. Es más, no todos los musulmanes son árabes ni todos los árabes son musulmanes, y no es igual, por ejemplo, la vida en Qatar que, en su vecina, la conservadora Arabia Saudita.
“El problema esencial es que no hay semejanzas. Entre un país como Marruecos, que es un país árabe, y un país como Arabia Saudita hay inmensas diferencias; entre un país como Qatar y un país como Líbano hay enormes diferencias. Englobar a todos en un mismo saco es un primer error”, dice la investigadora peruana Leyla Bartet, autora del libro Memorias de cedro y olivo. La inmigración árabe al Perú.
En su opinión los matices cuentan y mucho. “Qatar tiene las mismas restricciones que todos los países de la región del golfo —afirma—, pero son mucho menos intensas. Es un país mucho más liberal, con tres ministras mujeres, con tres cuartas partes de sus universidades pobladas por mujeres. La segunda esposa del emir Al Thani, la sheikha Mozah (Bint Nasser) es una personalidad destacada de lo que se llama feminismo islámico, que propone una lectura liberal de la sharía, la legislación árabe coránica”.
Separación de géneros
Tras el triunfo de Arabia Saudita sobre Argentina, sorprendió en Twitter un video de una mujer saudí celebrando sola en el Fan Fest el triunfo de su selección. Agitaba una bandera, lejos de sus compatriotas hombres que festejaban en grupos numerosos. “La tradición de separación de géneros es muy fuerte en los estados musulmanes —comenta Bartet—, lo mixto no ha sido todavía asumido de manera libre y pública, así como las muestras de afecto, pero eso no quiere decir que, en Qatar, por ejemplo, no haya relaciones a través de Tinder o infidelidad. Lo que pasa es que hay una discreción absolutamente mayor porque hay una presión religiosa y cultural mucho más fuerte”.
Prohibiciones
La prohibición de comer carne de cerdo y sus derivados es otra de las restricciones circunscritas no solo a los países musulmanes, sino también al mundo hebreo, donde existe la comida kosher (permitida), la cual tiene que recibir la purificación del rabino. En el caso de las sociedades islámicas, las carnes distintas al cerdo están permitidas, pero deben consumirse según los preceptos del Corán, que dicta las formas en que deben ser sacrificados los animales, con un tipo de sangrado específico, a esto se llama carne halal.
“Estas son tradiciones heredadas de sociedades tribales —explica Bartet—, que debían enfrentar la dureza del clima del desierto, que en verano puede llegar a los 54 grados. En esas temperaturas, la carne de cerdo se descompone rápidamente y es poco sana, entonces lo religioso sirve para revestir estas condiciones. De hecho, los cronistas árabes que llegan a la península ibérica en la época de las grandes conquistas del islam se escandalizan porque veían a la gente freír la carne con grasa de cerdo. Fueron los árabes quienes enseñan al pueblo español a consumir aceite de oliva”.
Y el cubrirse desde los hombros hasta las rodillas o el uso de distintos turbantes en hombres o velos en las mujeres —la shayla es la más usada en el Golfo Pérsico— tienen también connotaciones religiosas, culturales y climáticas. El Corán invita a los creyentes a vestir con modestia y a las mujeres a cubrirse con mantos, pero no da mayores especificaciones. Cada pueblo y cultura han adaptado estos preceptos de acuerdo con sus tradiciones (algunos con imposiciones extremistas), pero también como una protección frente a ese sol abrasador del desierto que marca la vida en esta región del mundo.
Pero detrás de toda esta forma de vida existe, además, un hecho histórico que pocas veces se pondera. “Hay que recordar —afirma la investigadora— que los países musulmanes empiezan a construirse como estados muy tardíamente, recién a mediados del siglo XX, y no se les puede exigir que tengan una secularización similar a los países de Europa o de América, ellos recién están entrando a eso”.
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