Debe ser una de las pinturas más reproducidas y vistas de la historia del arte peruano. Es un óleo sobre lienzo de grandes proporciones en el que se recrea la proclamación de la independencia en la Plaza Mayor de Lima el 28 de julio de 1821. José de San Martín —como la mayoría de los personajes principales en el cuadro— aparece de espaldas con el brazo derecho levantado en alto, mientras que, con la otra mano, sostiene la bandera plegada a su cuerpo. El gran fondo de la obra es la multitud apretujada que mira la escena con devoción, como si asistiera a una misa, mientras, más atrás, se observan las torres de la catedral y los balcones de madera colmados también por un público expectante.
Esta obra del limeño Juan Lepiani ( 1864-1932 ) se ha convertido, con el tiempo, en el ícono oficial del Perú republicano. A esto ha contribuido su reproducción masiva en los textos escolares como si se tratara de la fotografía misma de la emancipación.
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Este cuadro es uno de los ejes sobre los que gira la exposición La independencia: imágenes en construcción, que se pondrá en línea, próximamente, bajo la curaduría de Ricardo Kusunoki en la plataforma del Proyecto Bicentenario. “La idea es mostrar cómo estas imágenes construyen ficciones de lo que fue la independencia”, refiere el curador a través del teléfono.
“No se trata de decir si la información que contiene este cuadro es real o no, sino de hablar de cuántas otras cosas hay alrededor de esta obra, cómo debemos pensarla en relación con algunos datos concretos que tenemos sobre la independencia. La idea es acompañar al usuario para comprender mejor esta imagen que fue pensada, específicamente, para ser puesta en un museo, con una finalidad didáctica, que tiene que ver con la construcción de la noción de patria y de nación”.
Lepiani pintó el cuadro en 1904, en Roma, adonde había ido a estudiar becado por el Gobierno peruano. Parte del compromiso era que él enviara obras para el Museo Nacional. Otro dato que destaca Kusunoki es que Lepiani había elegido ser un pintor de obras históricas motivado por el impacto que le causó la guerra del Pacífico cuando era adolescente. De hecho, sus cuadros La respuesta y El último cartucho, sobre la batalla de Arica, son anteriores al óleo de la independencia.
¿Verdad o ficción?
A pesar de que, como han precisado historiadores, la pintura de Lepiani no es veraz en algunos hechos —la proclamación fue hecha desde un tabladillo, la bandera era distinta, la fisonomía de la Plaza Mayor era otra en 1821, etc.—, existe uno que le da significado: su perspectiva. “No es una composición tradicional. A pesar de que no se ve a los personajes, uno se siente parte de la escena. Su fuerza radica en la pertenencia a la cultura visual. Eso la hace una obra muy potente —explica Kusunoki—. Uno podrá discutir sobre el fondo de la Plaza Mayor, sobre la figura del mercedario, etcétera, sin embargo, lo que busca Lepiani es lo que busca todo pintor con un cuadro así: crear una imagen verosímil que nos haga creer que los hechos sucedieron así”.
En el fondo, este cuadro tiene el poder de los grandes relatos y, como tal, termina por convencernos de algo que tampoco fue cierto: la independencia no se selló en Lima el 28 de julio de 1821, sino en Junín y Ayacucho tres años después. Pero eso poco importa ante el poder de la imagen.
Santos patriotas
A diferencia de Lepiani, el mulato José Gil de Castro sí vivió durante los días de la independencia. Hijo de un pardo libre y de una esclava, su formación como retratista transcurrió en los talleres limeños de fines del siglo XIX. Al parecer, buscaba convertirse en pintor de cámara de arzobispos y nobles, como un medio de ascenso social; sin embargo, en pocos años, el mundo cambió y Gil de Castro terminó al servicio de todo un santoral laico de próceres y caudillos que lo convirtieron, en palabras de Natalia Majluf, “en el pintor más importante de la independencia sudamericana”.
“A él le tocó estar en dos momentos importantes —precisa la historiadora—: primero, en Chile, cuando llegaron las tropas de San Martín a Santiago ( 1817 ). Por eso, tuvo la oportunidad de pintar los retratos de San Martín y de todo su cuerpo de oficiales, entre ellos, a Bernardo O’Higgins. Luego, estuvo en Lima cuando llegó Bolívar ( 1823 ). Gil de Castro pudo representar dos momentos relacionados, pero distintos del proceso de la independencia sudamericana”.
En 2014, en el Museo de Arte de Lima, se realizó una muestra de la obra de Gil de Castro que recuperó casi la totalidad de sus retratos. Esta fue producto de un trabajo conjunto de investigadores de Argentina, Chile y el Perú, y prácticamente redescubrió el valor de este artista. Como precisa Majluf: “Gil de Castro construyó un lenguaje propio basado en las tradiciones pictóricas locales tardocoloniales que fueron cayendo en desuso tras la independencia cuando se introdujeron nuevos modelos artísticos. En ese cambio de gustos, digamos, su obra fue quedando fuera y no fue plenamente reconocida sino hasta entrado el siglo XX. De hecho, gran parte de sus cuadros tanto en Chile como en Argentina y el Perú terminaron en colecciones históricas y no en colecciones de bellas artes porque no se valoraban como tal, sino como documentos de la independencia”.
En construcción
La independencia: imágenes en construcción se iba realizar de manera presencial, pero por la pandemia el proyecto ahora es virtual y apunta más a un sentido pedagógico. Esta contextualiza algunos de los retratos hechos por Gil de Castro, así como otras imágenes vinculadas a la gesta de Túpac Amaru y diversos objetos, medallas, monedas, estampas y partes de guerra, con el fin de reconstruir la vida social de inicios del siglo XIX.
Una época compleja —como advierte Roxana Chirinos, coordinadora de Exposiciones del Proyecto Bicentenario— que puede ser entendida mejor a través de las imágenes que nos han legado quienes participaron en ella: “Es ir construyendo la historia del país —afirma— a partir de imágenes y documentos que son como ventanas que nos permiten mirar y entender cómo se fue creando nuestra idea de nación”.
Cinco exposiciones
El Proyecto Especial Bicentenario tiene programado realizar este año cinco exposiciones que, por la pandemia, han tenido que trasladarse a su plataforma virtual: La independencia: imágenes en construcción; 21 intelectuales peruanos del siglo XX; Amazonía; El desafío de nosotros; e Históricas: precursoras de la igualdad.
“Las cinco muestras van a tener un plan educativo”, refiere Roxana Chirinos. “Por ejemplo, El desafío de nosotros trata sobre cómo se fue formando nuestra identidad peruana; 21 intelectuales, por su parte, abarca los años 20 y 40 del siglo XX, con figuras como Mariátegui, Haya, María Wiesse, Magda Portal, José Sabogal; y, en el caso de Históricas, se hablará de las mujeres precursoras y esperamos ponerla en línea el próximo 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer”.
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