Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes, el inmortal Cantinflas, nació en México el 12 de agosto de 1911 y murió el 20 de abril de 1993. Han pasado 30 años de su partida, y recordar su original aporte al humor latinoamericano no solo es un ejercicio de nostalgia, pues Cantinflas es uno de los personajes cómicos más universales del cine mexicano.
Mitificó y dio a conocer la figura del vagabundo o del ‘pelado’ en la cultura popular de toda América Latina, tanto así que logró incluir la palabra ‘cantinflear’ y sus derivados en el diccionario de la RAE.
Al respecto, en el trabajo “Cantinflas, entre risas y sombras”, los investigadores Julieta Galera y Luis Nitrihual señalan que el uso de su verborrea magnífica ya legitimada en la lengua española constituye una doble estrategia: a) un modo de habla urbano –simplificado y estereotipado–, fundamentalmente de los barrios bajos, desde donde se concreta la posición de Cantinflas como personaje de clase proletaria; b) una forma de enmascaramiento y seudoprotesta social. La personificación se muestra aquí como la cimentación de un tipo de personaje que se burla de la autoridad.
Su majestad en el cine
Su primer protagónico cinematográfico llega en 1940 con “Ahí está el detalle”, donde demuestra claramente que su gracia es “la facilidad de palabras”. Realiza su última película, “El barrendero”, en 1981, tras haber representado papeles de cura, médico, profesor, portero, fotógrafo, sastre, torero, etc.
En el trabajo “Cantinflas: mito, gestualidad y retórica despolitizada de lo popular”, del doctor en Estudios Latinoamericanos Juan Pablo Silva Escobar, se señala que, a pesar de esta diversidad de roles, el personaje del ‘pelado’ permanece invariable; reuniendo rasgos psicológicos, sociales y culturales que se mantienen de una película a otra.
Silva Escobar recoge una serie de opiniones documentadas y autorizadas sobre Cantinflas. Por ejemplo, señala que Carlos Monsiváis dijo que al actor “lo ayuda la integración novedosísima de un lenguaje, no muy seguro de sus significados, y un movimiento corporal que dice irreverencia, desparpajo, incredulidad ante las jerarquías sociales, asombro porque le piden que entienda asuntos para nada de su incumbencia”. En una línea similar a la de Monsiváis, el historiador estadounidense Jeffrey Michael Pilcher sostiene que el lenguaje, las jerarquías sociales, las identidades urbanas y las formas masculinas de comportamiento, todos cayeron ante su humor caótico para ser reformuladas en nuevas formas revolucionarias. Y el escritor César Garizurieta, señala que en el humor grotesco de Cantinflas se encuentra “la raíz más íntima de lo mexicano”, una esencia que se localizaría en su jerga.
Sin embargo, a decir del investigador, y en contraste con las visiones que sitúan a Cantinflas como un personaje que desafía al poder, sus películas, principalmente aquellas que pertenecen a la época dorada del cine mexicano, el cine de Cantinflas supone una representación de un sujeto popular culturalmente subordinado, pero optimista, contribuyendo así a eternizar y universalizar un orden social basado en la idea de que las jerarquías sociales son asunto del destino y no producto de lo histórico-social, y que con un poco de gracia y picardía se puede sobrevivir a la explotación y el abuso.
Si bien es susceptible al análisis cultural, es innegable que el particular humor de Mario Moreno sigue arrancando carcajadas a pesar del paso del tiempo. Y que no hay otro personaje latinoamericano que haya marcado el humor adulto al mismo nivel. Ahí está el detalle.