Un pueblo indio de los Andes del sur peruano, Puquio (Ayacucho), desea celebrar su tradicional corrida de toros andina (turupukllay) para Fiestas Patrias en la década de los años treinta del siglo XX; sin embargo, las nuevas autoridades han recibido la circular de parte del gobierno de evitar esta corrida por considerarla una tradición bárbara (los indios embriagados entran a capear al toro a quien destruyen utilizando dinamita), la única opción para los comuneros es aceptar una corrida a la manera española con la participación de un torero proveniente de la capital peruana. Este conflicto cultural es el nudo narrativo de “Yawar Fiesta” (1941), la primera novela de José María Arguedas que este 2021 cumple ochenta años de publicación.
Antecedentes de “Yawar Fiesta”
Arguedas vivió por temporadas en Puquio durante su infancia y adolescencia (una etapa dura que lastimaría su alma) y pudo ser testigo de la corrida andina, que recrearía primero en el cuento “Yawar (fiesta)” (1937) y con mayor extensión en su novela. La valiosa correspondencia entre José María Arguedas y el poeta Manuel Moreno Jimeno (editado en 1993 por el peruanista francés Roland Forgues, “José María Arguedas. La letra inmortal”) nos revela los procesos de escritura de “Yawar FiestaF y evoca aquel recuerdo: “Porque el “Honrao” (personaje de la novela) existió realmente, y lo destrozó el toro en la corrida del 28 de julio de 1935, cuando estuve de vacaciones en Puquio” (p. 101).
Castellano y quechua
“Yawar Fiesta” es una novela breve escrita lingüísticamente en un castellano-quechua, organizada en once capítulos con sus respectivos títulos, los dos primeros capítulos, “Pueblo indio” y “El despojo”, retratan minuciosamente al pueblo de Puquio desde su ubicación espacial (conformado por cuatro ayllus, donde viven los indios, y los barrios de los mistis), sus orígenes, sus creencias, su vida en comunidad hasta la llegada de los mistis quienes ejercerán su dominio entre los lugareños. Aunque estos dos capítulos no trenzan una historia, para José María Arguedas se hacía necesario que el lector (urbano) estuviera informado de ese mundo andino desconocido, para conseguirlo utiliza un narrador que funciona como un guía por esos parajes.
Antonio Cornejo Polar (”Los universos narrativos de José María Arguedas”, Losada, 1973), indica la importancia de estos inicios: “La fábula de Yawar fiesta se arma sobre la imagen espacio-temporal que diseñan los capítulos iniciales” (p. 65), es recién en la tercer sección donde se empieza a tejer una trama a partir de la mencionada oposición de las autoridades para la corrida de toros andina.
Personaje colectivo
Los siguientes capítulos tienen un diseño muy novedoso narrativamente dentro de los parámetros “realistas” al no crear un(os) personaje(s) central(es), ningún comunero o misti cumplen ese protagonismo; sin embargo, el lector aprecia una tensión en la novela que permite avanzar con la historia, Cornejo Polar considera: “El personaje indio colectivo es uno de los aciertos más importante de Yawar Fiesta” (p. 67), hay varios pasajes memorables en el libro, como el de la construcción de la carretera que une a Puquio con Nasca donde casi toda la comunidad participa hasta conseguir aquella proeza celebrada incluso por la prensa limeña: “¡Trescientos kilómetros en veintiocho días!”; esta hazaña se encuentra dentro del capítulo correspondiente al tema de la migración (abordado antes que los narradores de la Generación del 50) y la relación tensa entre los personajes andinos y la ciudad de Lima a la que poco a poco van insertándose, el narrador menciona a José Carlos Mariátegui en los centros culturales donde se reúnen estos provincianos.
Destaca también el episodio del Misitu (como llamaban al toro), que vive en los keñwales en las alturas, este personaje forma parte del bestiario de la narrativa arguediana y está representado desde la perspectiva mítica en los relatos orales de los comuneros: “Ese rato, dicen, se hizo remolino en el centro del lago junto a la isla grande, y que de en medio del remolino apareció el Misitu, bramando y sacudiendo su cabeza”, este aspecto mítico es uno de los meritorios rasgos de su obra como lo han resaltado diversos estudiosos, así lo indica, por ejemplo, Gracia Morales (José María Arguedas. El reto de la dualidad cultural. Renacimiento, 2011) “Esta conciencia mágica y animista de la naturaleza resulta uno de los ejes fundamentales de su producción literaria” (p.101).
Planos cinematográficos
Desde nuestra lectura consideramos una huella del cine en la composición de esta novela, en capítulo VI se relata la presencia de los comuneros como si estuvieran proyectando una película: “En el corredor iluminado de la alcaldía, también, como en una pantalla de cine, hablaban los vecinos”; también está la perspectiva del subprefecto quien exclama en dos oportunidades: “Parece película” y “Aquí estoy viendo el cine”, en una lectura detenida de la novela podemos apreciar secuencias semejantes a las del séptimo arte, planos abiertos, ángulos contrapicados, personajes colectivos, esos efectos se producen debido a las perspectivas utilizadas por el narrador de la novela (la voz que relata los acontecimientos del libro), quien para Mario Vargas Llosa (La utopía arcaica. José María Arguedas y las ficciones del indigenismo. FCE, 1996) es el personaje central de la novela debido a su versatilidad.
La relación de Arguedas con el cine ha sido estudiada por Dora Sales (José María Arguedas y el cine. Iberoamericana, 2017) especialmente con el cine documental de la Escuela del Cusco de los años cincuenta posteriores a la primera edición de Yawar fiesta. Esta valiosa investigación abre la posibilidad de nuevas lecturas.
Hace ochenta años, Yawar Fiesta apareció en las librerías del Perú, todavía en aquellos tiempos un país con gamonales, escindido socialmente y con una cultura andina vigente en sus mentalidades y costumbres, si nuestra sociedad ha cambiado en muchos aspectos esto también es un legado de esta novela que se mantiene vigente por sus méritos literarios.
Más información
La novela “Yawar Fiesta” fue publicada en 1941, y significó para José María Arguedas un desafío en su proyecto de escritor al unir el quechua y el castellano. Ambientada en Puquio es una mirada a la estratificación social en la sierra sur peruana en las primeras décadas del siglo XX. Foto superior: portada de la undécima edición de la editorial Horizonte.
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