El viernes 28 de agosto el poeta Marco Martos presentó en la FIL Lima 2020 el libro Cuadernos de quejas y contentamientos. Que un poeta vigente y prolífico presente un libro es siempre una buena noticia, además de una prueba de resistencia, sabiendo que la poesía no es precisamente la hija más popular de la literatura del siglo XXI. Sin embargo, lo especial de este libro radica en que, a pesar de estar presente en diversas antologías, no se podía encontrar un ejemplar solo de este libro a la venta, pues su publicación original data de 1969, año en el que Marco Martos ganó, con este título, el Premio Nacional de Poesía.
“Espero con mucha ilusión esta reedición”, ha dicho el poeta, que además realiza así su entrada triunfal al mundo de los e-books. Esta reedición – rescate literario nos trae, de la mano de Gambirazio Ediciones, un libro emblemático del poeta más activo de la generación del 60, y cuyo reconocimiento e importancia editorial quedó relegada a la memoria de los especialistas, los curiosos y los poetas más documentados.
Caminos de salvación
La necesidad de traer al presente libros que no figuran en el canon más mainstream de la literatura es una tarea que algunas editoriales asumen por razones que se bandean entre el romanticismo y el olfato comercial; mientras el Estado asume esta tarea como parte de su obligación por preservar el patrimonio cultural y la memoria literaria de nuestro país.
El compromiso desde el Ministerio de Cultura se traduce en acciones como incluir el financiamiento de rescates literarios en el Concurso Nacional de Proyectos para el apoyo a la producción editorial peruana, dentro de los Estímulos Económicos para la Cultura que ofrece desde el año 2012. Un rescate es, en palabras del Mincul, una obra cuya última edición e impresión del libro en el Perú se haya publicado en un plazo menor a los (10) años antes de la fecha de inicio de la convocatoria al concurso.
Pero mientras el trabajo realizado gracias a los estímulos económicos supone una sinergia entre el Estado y las editoriales privadas, la recuperación de libros para ponerlos a disposición del público en la Biblioteca Nacional del Perú (BNP) es otra forma de rescate. Justamente el año 2017 dicha institución realizó la exposición Memoria Recuperada en la que se expuso el trabajo que supuso poner en valor los materiales recuperados tras el incendio que consumió gran parte de nuestro patrimonio bibliográfico el 10 de mayo de 1943, cuando la biblioteca que reconstruyera Ricardo Palma quedó reducida a cenizas.
El entonces director de la BNP y hoy ministro de Cultura, Alejandro Neyra, escribió en la memoria de dicha exposición: “Tras el arduo trabajo de los bomberos, se rescató material de entre los restos del incendio, el mismo que se conservó en bóvedas esperando su recuperación. Después de la inauguración del nuevo local de la Biblioteca Nacional del Perú en San Borja, este patrimonio se trasladó a depósitos especialmente diseñados para material sensible y en estado delicado”.
A principios de 2015 se inició el inventario y catalogación de los documentos quemados y, ese mismo año, a través de un convenio suscrito con la Oficina de la Unesco en Lima, se reforzaron los trabajos de investigación y establecimiento del valor histórico, cultural y material de lo conservado durante más de siete décadas.
Añade Neyra que dicho trabajo permitió la identificación de obras originales manuscritas de Ricardo Palma —que se creían perdidas—, incunables peruanos y extranjeros, manuscritos únicos, grabados, atlas europeos de los siglos XVI al XVIII, y periódicos del siglo XIX, entre obras literarias e históricas de gran valor que posibilitarán el rescate de una parte de la memoria cultural del país que se estimada desaparecida.
De vocación, rescatistas
El último viernes 04 de septiembre se presentó en la Feria del Libro la reedición de Ximena de dos caminos, novela publicada por Laura Riesco en 1994 y que es considerada una de las obras fundamentales de la literatura hispanoamericana, bajo el sello Lumen, de Penguin Random House. Esta buena noticia sumó el libro de Riesco a las filas de los rescates realizados con anterioridad por otras editoriales.
Tenemos, por ejemplo, a Cocodrilo Ediciones que, bajo la dirección de Ana María Vidal, ha apostado desde sus inicios por libros, todos de autoras mujeres, que merecían volver a las librerías y conocerse con nuevos lectores y lectoras que sabrán reconocer su valor fundamental en la literatura peruana. “Cocodrilo nace con la idea de visibilizar a las mujeres como escritoras, de poner sus voces y su escritura en vitrina”, dice la editora.
El vacío de nombres femeninos en las listas canónicas y antologías literarias es una injusticia que poco a poco se está reparando. El primer rescate de Cocodrilo fue Puñales escondidos, la novela Pilar Dughi. “Cuando la buscamos, vimos que no estaba disponible en ninguna librería. Se trata de una obra que narra un momento fundamental en nuestra historia de fines de los 90, le época del auge económico y cambios políticos. Es una novela corta, pero super potente y necesaria para entender la historia”, cuenta. Lo mismo pasó con La Trampa, novela de la multifacética Magda Portal, que habla sobre política y sobre los inicios del APRA; y con Desde el exilio, extraordinario libro de relatos de Mariella Sala.
“Estamos hablando de mujeres que salieron del ruedo literario por motivos comerciales —como Pilar—, políticos —como Magda— o porque, por su fuerza, llegaron a decir que no es literatura —eso sucedió en los 80 con el libro de Mariella Sala—; pero que pueden ser reconocidos en toda su dimensión en esta época en la que, además, las mujeres empezamos a hablar fuerte de una manera más articulada. Necesitamos que se sepa que hubo un antes con las escritoras mujeres y que ese antes está super vigente, así que vamos a seguir trabajando en eso”, señala Ana María con fuerte convicción.
Un camino similar ha recorrido el editor José Donayre, cabeza de Maquinaciones Narrativa, que se embarcó en la idea de los rescates literarios hace unos ocho años. “Entonces hallé una obra teatral de mi bisabuelo en una universidad que queda a más de cinco mil kilómetros de Lima. Me llamó la atención el diálogo que se puede establecer entre un libro único, que uno atesora egoístamente en su biblioteca y una comunidad potencialmente grande de lectores”, dice tras haber conseguido rescatar y publicar dicha obra teatral este año. Se trata de Libertas, o de la independencia del Perú, escrita en 1921 por Arturo Molinari, para el primer centenario de nuestra independencia.
Para Donayre un libro es como un mensaje en una botella que uno lanza al mar que, si esta botella logra superar los vaivenes del tiempo, la indiferencia y el olvido y los ataques de polillas, se convierte en una verdadera cápsula del tiempo. “Rescatar y poner en valor publicaciones que corren el riesgo de desaparecer del todo es un privilegio para un editor. Esta labor arqueológica o de exhumación quizá sea poco entendida por las editoriales enfocadas solo en títulos comerciales, pero el tema del rescate es muy valioso, pues permite que los investigadores cuenten con mejores criterios para redefinir tradiciones literarias, por ejemplo, y por otra parte para que una comunidad de lectores se conecte de mejor manera con su pasado, con su acervo y también para que se conozca mejor a sí misma y afiance su identidad”.
El año 2019 José Donayre nos trajo de vuelta un extraordinario y poco conocido libro: Cuentos, de Lastenia Larriva, publicado en 1919 y publicado —al igual que Libertas— gracias a los estímulos económicos del Mincul. “Los libros que tengo ocasión de rescatar llegan a mí de extrañas maneras. Tengo una larga lista, una selección ya planteada, pero trabajar en su publicación no es tarea sencilla, pues es un tema de presupuesto en primer lugar y en otro nivel un asunto físico porque a veces faltan páginas o hay problemas para encontrar a los herederos para autorizar la publicación en caso aún sea necesario el permiso”, cuenta a la vez que confiesa que ya está preparando su próximo rescate.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por El Dominical de El Comercio (@eldominical_ec) el