Edgar Allan Poe y la narrativa del horror
Edgar Allan Poe y la narrativa del horror
Redacción EC

RAÚL MENDOZA CÁNEPA

Edgard Allan Poe  (Boston, 1809-1849) fascina por su narrativa y sorprende por el patetismo de su biografía.  Desde los 27 años se dedicó intensamente a la creación, sin mayor rédito económico. La suya fue una vida signada por la bebida. Pese a su condición construyó una obra importante.  Su muerte ocurrió en medio de la miseria, la de un hombre alcoholizado, tendido en la puerta de una taberna. 

Cuentos

Poe elaboró un gran número de cuentos,  poemas, diversos ensayos y una novela de aventuras. En efecto, bajo el título de “Narraciones Extraordinarias”, el escritor nos obsequió 67 relatos, anteriormente publicados en revistas.  Su narrativa es intensa, sus palabras pulcras y medidas.  Un elemento que no suele ser tomado en cuenta en el análisis de la obra del escritor de Baltimore es su habilidad para interpretar las emociones y aplicarlas a sus personajes. Según André Gide, sería Poe quien por primera vez ensayaría el monólogo interior, explotado en su máxima expresión por Joyce y Faulkner.

Destaca el simbolismo y la minuciosa creación de la atmósfera en la que se desarrollan las historias. Este ambiente llega a prevalecer, incluso, al argumento. En sus cuentos  son habituales los espacios cerrados, los claroscuros, las escenas sugerentes que llaman al temor, los lugares únicos donde desarrolla sus tramas. “Los crímenes de la Calle Morgue”, quizás su relato más celebrado, tiene ese carácter.

La literatura de Poe nos descubre, además, nuevos ámbitos adicionales al terror. Se adelantó a su tiempo creado al detective  privado, al héroe deductivo que Conan Doyle aprovechó con mayores herramientas con su celebrado Sherlock Holmes.

Historias

Poe se sumerge en el romanticismo negro para presentarnos sus historias de pesadilla aterradora. En la casa de Usher la locura invade la escena y en otra historia padecemos la suerte de un hombre cataléptico que tras uno de sus ataques despierta dentro de un ataúd debajo de la tierra. Poe nos impresiona con la angustia del personaje cuya prisión desasosiega al lector.  En otra historia, un hombre asesina a su mujer y encierra su cadáver en un sótano sin reparar que con ella ha apresado a un gato negro que lo delata con sus maullidos. Poe cuida que el ambiente genere en el lector la misma emoción que triza las fibras del personaje en estado de crisis. La sorpresa inenarrable gana en “Los crímenes de la calle Morgue”, el resultado de la indagación es el menos pensado. En España, en los tiempos de la Inquisición, un personaje es sometido al péndulo: una cuchilla muy afilada que se mece y desciende sobre su cuerpo cautivo hasta desgarrarlo. De esas tinieblas y de esa angustia se construyó toda la narrativa de este gran escritor.

Poe, señala Carlos Fuentes, hace posible que “los muertos escuchen. Las tumbas se abran, que los fantasmas toquen con sus nudillos a la entrada de los sepulcros”. De los estertores,  angustias y horrores del escritor habría de nacer la más genuina obra, la expresión auténtica del carácter de su creador.

Contenido sugerido

Contenido GEC