El economista Waldo Mendoza hace una evaluación sobre el legado de Pedro Castillo para la historia del país. Asimismo, reflexiona sobre los cuestionamientos al capítulo económico de la Constitución.
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—¿Cómo será recordado Pedro Castillo, su gobierno y el golpe de Estado que decretó?
Fue un episodio afortunado para el país lo que hizo el entonces presidente Castillo y que permitió que su gobierno terminara. De otra manera, el Perú estaba en el peligro de continuar con ese gobierno por cinco años. Si uno revisa la trayectoria de esos ministros, viceministros y de la burocracia de alto nivel del gobierno de Castillo, el 90% no trabajaría con ningún gobierno de las últimas tres décadas. La gestión pública llegó a su más bajo nivel, comparable solo al primer gobierno del presidente García. En síntesis, el gobierno de Castillo es comprobadamente inepto, por comprobarse corrupto. El gobierno de Castillo es una mancha que seguramente la historia del país siempre recordará como un ejemplo de lo que no debe repetirse.
—¿Tomará tiempo recuperarnos de esos pasivos?
Estamos volviendo a la normalidad en el sentido de que ahora uno ve ministros que dan conferencia de prensa, que saben conversar, que han sido ministros. Es decir, gabinetes como los que hemos visto en los últimos 30 años. Ni más ni menos, ni excelente ni pobre. Seguramente tomará un tiempo –pero no mucho– depurar todo el sector público, que ha estado copado por los mejores cuadros de Perú Libre. Si esos eran los mejores perfiles, imagínate cómo serán los otros. La recomposición que estamos viendo no significa que los problemas macroeconómicos se hayan resuelto, sino que ya tenemos el equipo económico que puede hacerle frente.
—Con elecciones en el 2024 y protestas en el país, ¿es posible recuperar inversión privada?
La incertidumbre no se ha eliminado totalmente. Pero si la dosis de incertidumbre más alta estaba en 100, ahora estamos en 20 o 30. Queda la incertidumbre de las próximas elecciones, de la Asamblea Constituyente, de este grupo de ciudadanos que siguen protestando y pidiendo que se cierre el Congreso. En menor medida, velan por la libertad del expresidente Castillo. Pero yo diría que la parte más fea la hemos superado.
—A propósito, ¿cómo toma usted la defensa que ha adoptado parte de los políticos de izquierda al golpe de estado de Castillo?
El golpe de Estado fue tan evidente y con un discurso clarísimo. Idéntico al de Fujimori. No puedo entender cómo ciudadanos de izquierda no pueden considerar a ese golpe con el mismo rigor que al golpe de Fujimori. La única diferencia es que Castillo fracasó. Yo creo que la izquierda se está alejando cada vez más de su público. Este país quiere una izquierda y derecha democráticas. Tenemos la mala fortuna de que en ambos lados tenemos señores que están en los extremos que no le convienen a este país.
—Usted ha escrito sobre el capítulo económico de la Constitución del 93. Si los beneficios son claros, ¿por qué sigue en discusión? ¿acaso no se ha expuesto a detalle a todo el país?
Uno podría entender que los electores en general digan “cambiemos la Constitución”, porque cuando hay problemas uno busca salidas. Pero la clase dirigente y los políticos, por definición, son personas que tienen que dar el ejemplo, que haber leído la Constitución. Una de las cosas que hay que entender es que la Constitución, cualquiera sea ella, tiene una parte de derechos y una parte de organización del Estado. Y en la parte de derechos, para satisfacerlos, necesitamos recursos. Esos recursos vienen de la recaudación. Y la recaudación viene del crecimiento. Y el crecimiento tiene que ver con la inversión en capital físico y capital humano. Esa es la parte que no se entiende. La solución para que una Constitución sea exitosa en términos de derechos es crecer como locos.
—Pero, más allá de crecer, existen evidentes problemas de desigualdad que el modelo que consagra la Constitución no ha podido atender. ¿Son solo problemas de gestión?
La gran confusión es que tenemos problemas de todo tipo y pensamos que no pueden resolverse sino es cambiando la Constitución. Corrupción, pobreza, abandono de los conciudadanos de la sierra sur. Pero todos esos problemas pueden resolverse con una buena gestión pública y crecimiento económico. Por eso en mi columna yo les digo: díganme ustedes cuáles son los problemas en los que ustedes están preocupados y que no puedan resolverse sin cambiar la Constitución. No encuentro ninguno.
"El carácter empresarial subsidiario del Estado, el blindaje de los contratos y el blindaje de las expropiaciones son un catalizador potente para la inversión privada"
—Aún así, ¿no considera usted que el capítulo económico no requiere quizá una optimización?
Lo he estado pensando con espíritu crítico. Lo único que me parece que podría estar es el tema fiscal. Pocos países en el mundo tienen un límite de déficit fiscal de 1% del PBI. Pero todo eso está en manos de los ministros que pasan por el MEF. Con una ley, puedes decir que el déficit es de 5%. No está blindado como el Banco Central. Creo que las leyes de responsabilidad fiscal deberían tener una categoría constitucional. Así facilitemos desde la Constitución que el ministro que pase por el MEF tenga este artículo como mandato. Por lo demás, yo diría que es casi perfecta. Los problemas a resolver están en la parte política. La ciudadanía debe entender que el crecimiento económico, al final, depende de las empresas de todo tamaño. Son ellas las que contratan trabajadores. Cuanto más rápido crezcan esas empresas, más trabajos se generará.
—Sobre ello, ¿cómo ve el reto del nuevo MEF? ¿Tiene margen de maniobra para sostener el crecimiento?
En el cortísimo plazo, el MEF está abocado a resolver los problemas de estallido social. Hay daños inmensos por corregir y eso está bien. Si estamos pensando en la reactivación, eso hay que estudiarlo bien. Tenemos una inflación que no cede. No se ha inventado en el mundo un remedio distinto para controlar la inflación que no sea elevar la tasa de interés. Por lo tanto, mal haría el MEF en hacer una reactivación macroeconómica porque para combatir la inflación, hay que enfriar la economía. Por eso la intervención del MEF tiene que ser puntual. No puede ser “voy a elevar la tasa de crecimiento en dos puntos”. Alex Contreras ha sido funcionario del Banco Central de Reserva, entiendo que todas estas cosas deben tenerlas en consideración.
—¿Ve usted que haya espacio para un populismo fiscal? No solo desde el Ejecutivo, sino desde el Congreso.
Ahí hay un problema, que tiene que ver con la decisión del Tribunal Constitucional de poner en tela de juicio el artículo que le dice al Ejecutivo ‘solo tú puedes elevar el gasto público’. Lo ha hecho con argumentos que me parece que tienen que ver con el hecho de que no han recibido ninguna asesoría económica. Dicen que el gasto público, al que se alude en la Constitución, es el gasto presupuestal. Eso, por ejemplo, es un absurdo. Porque el presupuesto no contempla todos los gastos que hace el Estado.
—Y son ellos quienes tendrán que decidir sobre la devolución del Fonavi.
Ese, por ejemplo, claramente es más gasto público. Si el Tribunal Constitucional falla a favor de esa ley, es una contingencia fiscal.
—Los factores domésticos y el escenario externo harían que el crecimiento esté por debajo de 3%, según estimados preliminares. ¿Lo ve usted así?
Quizá crezcamos un poco por encima. Por varios motivos, algunos en contra y otros a favor. La situación internacional, claramente, es peor que la del año pasado. La demanda mundial estará maltrecha. Pero algunas cosas deben normalizarse. La inversión pública debe normalizarse. Basta que el MTC se ponga a hacer su trabajo para que la inversión pública crezca a tasas altas. Quellaveco acaba de entrar, con ello habrá mayor dinamismo. Yo diría que vamos a crecer un poco más sin hacer mucho esfuerzo. Hay que ir pensando, a pesar de ser un periodo de transición, que el Perú ha estado creciendo esencialmente sobre la base de motores como la minería y la agroexportación. Chavimochic es un gran emprendimiento que debemos hacer. Si lo llevamos adelante, tendríamos miles más de hectáreas de exportación.