Las perspectivas de crecimiento de la economía peruana se deterioran hace seis meses en medio de riesgos crecientes. Waldo Mendoza, profesor de la PUCP, comenta sus proyecciones para los próximos trimestres.
¿Cómo ve el tema de la guerra comercial? ¿Seguirá el próximo año?
El principal riesgo es el de la guerra comercial. Los expertos dicen que los chinos van a hacer lo necesario para que Trump no se reelija. Esto implica que los chinos no le van a firmar ningún papel a Trump porque, si lo firman, Trump lo mostrará como la victoria de EE.UU. y su posibilidad de reelección aumenta. Por todo esto, el conflicto va a proseguir. Los chinos pueden resistir y de hecho son capaces de hacerlo. Pueden incluso sacrificar, tener pérdidas inmensas en el corto plazo con la esperanza de recuperarlas después. En ese sentido, no se avizora un acuerdo comercial.
¿Cabe prestar atención a algún otro riesgo externo?
El otro riesgo es latinoamericano: es el caso de Argentina, que es un país grande. Si a Argentina le va mal, y muy posiblemente le va a ir mal, Brasil se contagia y Uruguay también. Argentina es un país estructuralmente deficitario, no tiene arreglo. Por eso, cada cierto tiempo hay default, salida de capitales, elevación del tipo de cambio y todo eso. La vecindad no está muy buena.
¿Qué podemos esperar entonces para el 2020?
Las proyecciones oficiales de crecimiento están como en 4%. Tenemos un problema serio con las proyecciones: podemos equivocarnos, pero no tanto. El 2019 empezaron en 4,2%, después estaban en 3,5%, luego 3,4%, ahora están en 3%. El 3% viene por una carta que le envía el Consejo Fiscal sobre el 3,4%, tuvieron que bajarlo. ¿Cuál es una fuente que puede explicar el crecimiento de 4% en el 2020? La única que se me ocurre es que se destrabe un conjunto de obras tipo APP. De otra manera, es muy difícil esperar un crecimiento como el que se está proyectando.
¿Dependemos del impulso de la política fiscal?
La inversión pública, que este año va a crecer casi cero, lograría un crecimiento de 5% o 6% en el 2020. No tenemos más que eso. No se ve cómo podrían recuperarse los precios internacionales. Las economías en el mundo están enfriándose, China está en 6% con tendencia a la baja. Lo otro es ya más doméstico: no tenemos motorcitos a la vista. Y ya se viene el ambiente electoral, que agrega un poco más de incertidumbre, por eso sería mejor adelantar las elecciones.
¿Archivar en el Congreso la propuesta de adelanto de elecciones disipa al menos parte de la incertidumbre?
En realidad estaban compitiendo dos incertidumbres. Una era que el Congreso no le diera el visto bueno a la propuesta del presidente Vizcarra. Entonces –aunque falta ver qué hace el presidente– nos quedamos hasta el 2021. ¿Cómo serán esos meses hasta julio del 2021? Seguramente peores que los que hemos visto hasta ahora, porque tendremos un gobierno absolutamente debilitado, un Congreso absolutamente fortalecido, más de lo que ha estado hasta ahora, superempoderado y capaz de hacer las cosas que tiene muchas ganas de hacer. Vale la pena analizar cómo se han comportado los congresistas en el tiempo. Me parece que la no reelección ha sido una mala decisión porque les ha quitado incentivos para comportarse bien. Creo que ese fue un error del presidente [Martín] Vizcarra.
¿Y cuál es la otra incertidumbre?
Quién ganará tiene su riesgo aparte.
¿El resultado electoral dependía de cuándo se realicen las elecciones?
Siempre puede pasar cualquier cosa, pero Julio Guzmán, Cillóniz, Acuña o el mismo Barnechea no van a cambiar radicalmente la forma como se maneja la macroeconomía ni el modelo de desarrollo. Si estos candidatos tuvieran una probabilidad de 60%, 70% u 80% de ganar, al empresario peruano no le causaría más preocupación. El Banco Central y el Ministerio de Economía van a seguir haciendo lo mismo que hace 20 años. El problema político sería si hay un temor de que el que gane las elecciones haga cosas sustantivamente distintas. Ese escenario es todavía poco probable. En ese caso, no importa tanto si las elecciones eran en el 2020 o el 2021.
¿Qué impactos tiene todo este panorama económico sobre el mercado laboral?
Ahí estamos en problemas. La demanda de trabajo es derivada esencialmente del crecimiento económico. Si vamos a terminar este año con un crecimiento de 2,5% o quizá algo menos, no vamos a poder emplear al ritmo que quisiéramos. Y si a eso le añadimos una oferta laboral que viene de Venezuela, el panorama para el PBI per cápita y, por tanto, de la pobreza, puede ser preocupante. Lo que importa para el bienestar de un país es el PBI por habitante.
¿Qué escenario enfrentamos para este indicador?
Con un PBI creciendo poquito y una población laboral creciendo rápido, el PBI per cápita puede estancarse o quizá hasta caer. Y eso significa muy posiblemente un alza de la pobreza. Incluso los servicios que ofrece el Estado deben estar abarrotados por la cantidad de población migrante que tenemos. Y dada esta oferta laboral más grande, los salarios deben estar estancados o cayendo. El tema venezolano tiene muchas aristas y ya es macroeconómicamente importante. Eso es algo que no estamos estudiando lo suficiente.
¿Este panorama puede llevar a que, con una inflación baja, el BCR sea aún más expansivo?
Para las metas inflacionarias, este factor explica la inflación baja, pero al mismo tiempo [el BCR] tiene un panorama externo que hace subir el tipo de cambio. Eso seguramente le está preocupando al Banco Central y todavía no es claro el desenlace. El tema cambiario puede moverse en cualquier momento.