Existe un personaje en el universo Marvel que caracteriza parte del trabajo que hacen los economistas: Doctor Strange. Su capacidad para observar futuros alternativos es parecida a la de cualquier especialista cuando realiza proyecciones sobre los rumbos que podría seguir el desarrollo nacional (PBI, empleo, inflación o cualquier otra variable).
Por eso, se puede hacer la analogía de que los más de 14 millones de futuros que este hechicero ve en una de las películas de “Avengers” son tantos como las opciones que anticipan los economistas para el Perú si es que el próximo gobierno hace o deja de hacer ciertas cosas. Con la incertidumbre rebalsando el vaso, las posibilidades actuales son infinitas.
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Y es que cada señal que lance el equipo de Perú Libre en los próximos días será fundamental para construir la nación del mañana. Tal y como están las cosas, sin embargo, esos mensajes podrían dirigirnos hacia realidades muy distintas entre sí (como bien dijo el presidente Francisco Sagasti: “No hay que subestimar la capacidad de autodestrucción que tenemos en nuestro país”).
Para muestra, hace unos días bastó con que el inminente mandatario electo Pedro Castillo solicitara públicamente al actual presidente del Banco Central, Julio Velarde, que aceptara mantenerse a la cabeza de la autoridad monetaria para que el dólar bajara 2% en una sola jornada. El impacto fue tal que, según Bloomberg, ninguna moneda en el mundo se apreció tanto como el sol en esa sesión.
Más allá de la decisión que tome Velarde sobre el ofrecimiento (dice que conversará con Castillo una vez sea proclamado presidente electo), no se trata solo de la confianza que implicaría tenerlo como cabeza de esta institución, sino del mensaje que acompaña invitarlo a continuar en el cargo. Este es, un compromiso tangible con mantener la estabilidad monetaria que nos podría llevar hacia un futuro más positivo.
Ahí el asunto es que el presidente del directorio no es el único elemento dentro del banco. Y si el resto de directores tiene una visión opuesta a la suya, lo que le espera al país será más bien un futuro en dirección contraria y cargado de incertidumbre. Como se sabe, además del presidente, existen otros seis directores en el BCR (tres elegidos por el Congreso y otros tres por el Ejecutivo).
Ahora bien, en este universo de posibilidades infinitas que es el Perú, lo que Castillo hace con una mano lo borra con la otra. Así, la semana pasada también afirmó que lo primero que hará el 28 de julio será pedirle al Congreso “que agende inmediatamente la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente”.
¿Qué significa esto? Que buscará implementar un proceso que traerá inestabilidad y absoluta incertidumbre por al menos dos años en un contexto de crisis política en el que ni los miembros del Tribunal Constitucional han podido ser renovados. Con ello, abrirá la puerta hacia una opción de futuro muchísimo más negativa.
Quizá más que en otras ciencias sociales, la economía vive en el momento actual, pero anticipando lo que ocurrirá en el futuro. El problema es que la incertidumbre peruana es tan alta que ni con la Gema del Tiempo del Doctor Strange se podría ver lo que le espera al país en los próximos meses. Mucho menos cuando dentro del partido que a todas luces será gobierno ni siquiera se pueden poner de acuerdo sobre sus propias intenciones.
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