La situación que estamos viviendo con la pandemia del COVID-19 ha enfrentado a los gobiernos al desafío de responder eficazmente a un evento sin precedentes y con múltiples incertidumbres. Al ver las diversas respuestas de los países en esta crisis, vemos que algunos no reconocieron la amenaza con anticipación y su reacción tardía generó muertes y daños irreversibles.
Muchos analistas han mencionado que la respuesta oportuna ha marcado la diferencia entre contener la crisis y dejar que se esparza sobrepasando la capacidad de las instituciones de salud pública. Lo cierto es que la ciudadanía esperaba de los gestores públicos tomaran decisiones clave, manejando muchos datos e información, asignando recursos a temas prioritarios y coordinando con todos los involucrados. Estas acciones son particularmente difíciles en situaciones normales, y se complican más en una situación de crisis como la que estamos pasando, debido a la información incompleta, el miedo y la incertidumbre.
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Pero, ¿habrá también una nueva normalidad para las políticas y la gestión pública? Definitivamente, sí. Podemos resumirlas en las siguientes:
1. Las políticas públicas tienen que ser multidimensionales, multisectoriales e intergubernamentales. La crisis ha evidenciado que existe una interdependencia con el mundo y dentro del país. Ningún sector, ni institución puede resolver los problemas solo, se necesita de los demás: buena salud sin acceso a agua de calidad, no es posible. El Gobierno Nacional necesita articular estrategias con los gobiernos regionales y locales.
2. La planificación de las políticas públicas es necesaria, no es una opción. Planificar implica tomar conciencia de los procesos necesarios para implementar las acciones. Planificar es considerar los escenarios futuros posibles que pueden afectar los planes actuales.
3. Los paquetes de reactivación deben ser una oportunidad para la sostenibilidad. La nueva normalidad tendrá a un consumidor más exigente en temas sanitarios y de higiene, que requiere de cadenas de producción y consumo seguras, que evite la contaminación.
4. La política y gestión pública tienen que focalizarse en los más vulnerables. Existe una gran parte de la población que vive en situación de vulnerabilidad y que requiere tener acceso a servicios básicos mínimos. La situación actual ha demostrado que es posible tener soluciones innovadoras que permitan llegar a ellos.
5. El presupuesto público deberá ser más estratégico, focalizado, enfocado a resultados, contracíclico, y deberá apalancar la inversión privada. Manejo del presupuesto público será fundamental en los próximos años para la reactivación. Desarrollar instrumentos que nos permitan ser más eficientes y oportunos en el gasto, será crucial.
6. El análisis de riesgo deberá ser parte de toda política pública. Nuestra actitud frente al riesgo de desastres y riesgos sanitarios es clave en las consideraciones de política pública, y deberá ocupar un rol preponderante para la toma de decisiones.
Esta crisis ha sido una prueba para el sistema público. Nos toca aprender de los errores y promover una nueva política pública e instrumentos de gestión más efectivos. Aprovechemos la oportunidad para la innovación.
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