Requerimos disponer de dos elementos, aunque no únicos, para fortalecer nuestras posibilidades de crecimiento. Primero, una postura más neutral entre nuestros analistas y políticos en cuanto al acontecer, retos y oportunidades de nuestra economía. Segundo, un gobierno que, sobre la posibilidad de una inteligente enmienda, encuentre los mejores caminos para acelerar los motores del crecimiento. Hoy, la ausencia de ambos elementos genera limitaciones.
En el primer ambiente, somos testigos de cómo la opinión de cierto segmento de analistas y políticos de la oposición se expresa con un ánimo de plena insatisfacción. Si a los pocos días de gobierno crecemos menos que años anteriores, hay inefectividad. Si emprendemos un mejor nivel de crecimiento, es insuficiente y de origen exógeno.
Si se diagnostica la salida en el impulso a la infraestructura, se anticipa que esta no se llegará a ejecutar. Crezcamos o no, hay crítica. No todo queda allí. En materia tributaria la insatisfacción también es plena. Si el déficit fiscal esperado bordea el 3,8%, se manifiesta que es irresponsable mantenerlo; si se ajusta el déficit esperado a un nivel de 3%, los mismos críticos salen a manifestar su preocupación acerca de la desaceleración que dicho ajuste podría ocasionar. Haya o no ajuste del déficit, hay crítica.
Es natural la crítica y debe ser siempre bienvenida. Sin embargo, cuando esta se hace sin coherencia, cuando se plantea por necesidad de figuración, cuando se manifiesta encubriendo intereses políticos; allí se generan grandes problemas y limitaciones dado que se alimenta incertidumbre. Eso tiene un costo en materia de reactivación.
El segundo ambiente, ligado a la insuficiente capacidad de enmienda en materia de política económica también genera restricciones. Quizás esto es así debido a la falta de experiencia política en parte de la actual administración. Quizás sea necesaria la toma de decisiones estratégicas con una perspectiva mucho más amplia a la actual.
La reducción del IGV podría traer complicaciones. No podemos hacer más obras con menos recaudación, no es claro que la base tributaria crezca o que la informalidad se reduzca a partir de un conjunto parcial de medidas. La verdad, en los próximos meses, la única posibilidad de que se amplíe la recaudación no dependerá de los actuales hacedores de política económica.
Si los precios de los ‘commodities’ nuevamente son parcialmente favorables, ello sí generaría recaudación adicional. Es decir, requeriríamos que el frente norteamericano impulse la reconstrucción de su infraestructura y que ello nos beneficie indirectamente.
Si China, de otro lado, se ve hostilizada por el nuevo frente internacional, ello podría acelerar la entrada de capitales al Perú mejorando también nuestras posibilidades de crecimiento. Solo si al menos uno de estos elementos externos se valida podría sustentarse una reducción del IGV.
Lo hemos venido manifestando meses atrás. Esperemos consolidar el crecimiento para emprender este ajuste tributario, no al revés. Ni el pesimismo de una parte de los analistas y de la oposición extrema, ni la inflexibilidad de los responsables de política económica. Se requiere superar ambos elementos. Ni críticas insanas, ni inflexibilidad temeraria.