El estado de ánimo de la opinión pública no parece ser de los mejores. Según las encuestas, un 66% de los peruanos cree que la situación económica del país estará igual o peor en los próximos 12 meses, mientras que solo un 29% considera que mejorará (IEP). Es más, un 71,3% tiene poca o ninguna confianza en que el gobierno del presidente Castillo logre el desarrollo del país (CPI).
También es revelador que la principal duda o frustración que genera este gobierno gire en torno a la inestabilidad económica, mal manejo de la economía, incremento de precios, menor inversión, incremento del dólar y falta de trabajo (CPI). Hoy la gran mayoría clama por una solución a esos problemas.
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Este resultado en las encuestas ocurre en momentos en que la recuperación de la economía muestra una clara desaceleración. Este 2021, el crecimiento culminaría con una tasa algo menor al 10% que fue la meta prevista por el MEF y el Banco Central de Reserva. Sin embargo, las proyecciones para los siguientes años ya están empezando a ser revisadas a la baja por más de un analista.
Incluso, hay quienes advierten del riesgo de que el PBI se mantenga estancado en lo que resta del año y en el 2022, dada la alta incertidumbre política y económica que tiene al Gobierno como protagonista.
Las políticas anunciadas en materia económica por el presidente del Consejo de Ministros, Guido Bellido, en su discurso de investidura, indican que continuará por el camino equivocado. Quedó claro que priorizará un rol más intervencionista del Estado en la economía (Banco de la Nación y Petroperú), y el asistencialismo (bonos y subsidios), por encima de la promoción de la inversión privada y el crecimiento económico para aliviar la falta de empleo e ingresos de la población.
A pesar de que el Gabinete Bellido obtuvo el voto de confianza del Congreso, lo cierto es que el 58% del país desaprueba su gestión. Es decir, más de la mitad de los ciudadanos considera que no realiza su trabajo de manera adecuada y eficiente. Los números son crudos, pero bastante claros.
Que Moody’s haya rebajado nuestra calificación crediticia, por primera vez en más de 20 años, es un reflejo del deterioro de diversas variables de la economía peruana.
Viendo todo esto, bien haría el Gobierno en dar un giro de timón. El reto está en que sea capaz de darse cuenta de que los programas sociales, las dádivas y el populismo no alcanzan para sacarnos del hoyo en el que hemos caído. Como en economía no hay almuerzo gratis, el costo lo pagaremos todos.
La mayor recaudación de los últimos meses ayudará a financiar los enormes compromisos de gasto público, pero aun así será insuficiente para cubrir el creciente presupuesto. Hoy más que nunca se necesita un “shock de confianza” para atraer inversiones que se traduzcan en mejores empleos, mayores ingresos y reducción de la pobreza. Un paso en la dirección correcta sería dejar de insistir en llevarnos hacia una Asamblea Constituyente, que paralizaría el país.
El Gobierno cuenta con un margen de maniobra reducido y cualquier error podría hacer que lo malo se torne peor. Por ello, tendría que reorientar sus esfuerzos y mostrar acciones concretas para que el “pueblo” perciba que su situación económica mejorará. El presidente Castillo tiene la palabra.
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