A pesar de que la actividad económica está atravesando por un período de aceleración, la confianza de los consumidores en Lima Metropolitana sigue una tendencia opuesta. Según las últimas proyecciones oficiales, entre octubre y diciembre la economía crecería por encima de 4,5%, pero al mismo tiempo ya son 10 meses en que las percepciones negativas de las personas se exacerban.
De acuerdo con el Índice de Confianza del Consumidor en Lima Metropolitana, de Apoyo Consultoría (Indicca), el pesimismo no deja de crecer en la capital. En noviembre, el indicador registró una lectura de 46 puntos; su segundo dato más bajo del año.
Como se recuerda, cuando el Indicca se ubica por encima de los 50 puntos denota optimismo, y una lectura inferior a 50 implica pesimismo.
El resultado del mes es consistente con la trayectoria de deterioro que ha marcado al 2018. De hecho, el promedio móvil trimestral del Indicca –una medida de tendencia– comenzó el año en 50 puntos, al filo del pesimismo, y en noviembre retrocedió hasta 47, su mínimo nivel del año.
DIVERGENCIA DE CLASES
Al ver el detalle en los distintos niveles socioeconómicos (NSE) de la capital, resaltan importantes diferencias entre los más altos y los menos favorecidos.
Así, por ejemplo, la medición del Indicca para los NSE A y B cayó a 50 puntos y se ubica al filo del pesimismo, mientras que en los sectores C, D y E el deterioro llevó al indicador hasta los 45 puntos, que es su segunda lectura más baja en el año.
Detrás del creciente pesimismo hay dos determinantes claves. El primero de ellos es que el rebote en las cifras macroeconómicas no contagia los bolsillos de la gente en los NSE más bajos. Esto se evidencia al ver que la percepción de situación económica familiar disminuyó a 47 puntos (la más baja en un año) para los estratos menos favorecidos. Sin embargo, persiste en 53 puntos para los sectores más acomodados.
El segundo determinante clave para el pesimismo es que todas las personas en Lima perciben la debilidad del mercado laboral y las crecientes dificultades para conseguir empleo.
Esto debido a que en los NSE A y B la percepción de facilidad para conseguir un trabajo se mantiene pesimista, en 47 puntos. Mientras tanto, un dato alarmante es que en noviembre los sectores C, D y E vieron el empleo en su peor momento de los últimos ocho años y medio: el índice mostró una lectura de 41 puntos, el dato más bajo desde mayo del 2018.
Esta situación marca un claro contraste con el hecho de que, según la planilla electrónica, el empleo formal no deja de crecer. Sin embargo, los resultados son consistentes con las cifras de la Encuesta Nacional de Hogares, que dan cuenta de una creciente informalidad.
Finalmente, es importante notar que, a pesar del pesimismo que se mantiene, los habitantes de Lima creen que los próximos 12 meses serán mejores. De hecho, el 53% de las familias anticipa que su situación económica mejorará en el 2019.