Aun cuando muchas empresas son conscientes de que encontrar profesionales con talento no es una tarea fácil, en muchas ocasiones, después que logran conseguirlo, las prácticas negativas de algunas compañías llegan a arruinar el talento de sus colaboradores.
En su calidad de presidente de Career Partners Perú, Manuel Cubas refiere que los principales factores que truncan el talento en una organización son la cultura empresarial y los jefes que no estimulan la creatividad, la innovación y la competitividad debido a que prefieren mantener el “status quo” de las tareas y procesos. Una situación que terminar por infundir la mediocridad entre sus colaborares.
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Basándose en su experiencia, el ejecutivo sostiene que el daño al talento ocurre antes del inicio de la vida laboral, pues un factor externo a las empresas muy importante es la falencia del sistema educativo nacional en la formación de talento en los colegios o universidades.
Pero, a pesar de lo preocupante que puede resultar dicha realidad, Cubas señala que dicha situación sí se puede revertir dentro de una organización. ¿De qué manera? “Implementando programas que fomenten la adquisición de competencias adecuadas para que sus colaboradores desarrollen y potencien su talento, desde posiciones de entrada hasta los puestos de alta jerarquía, con el fin de impulsar el crecimiento de la empresa”, dice.
Del mismo modo recomienda que los profesionales estén atentos a las políticas de las empresas donde trabajan en cuanto a promoción del talento. “Es crucial para el desarrollo de todo ejecutivo saber si la organización a la que pertenece valora, promociona o premia a sus colaboradores más talentosos y cuáles son sus alternativas de desarrollo profesional. Si no es así, lo mejor es dejar esa organización”, advierte.
Sobre ese mismo punto considera que no promover o desarrollar el talento es muy perjudicial para las empresas y las sitúa en una posición débil porque además de no permitir que crezca en su máximo potencial, también perderá talento constantemente por renuncias voluntarias y la competencia le quitará mercado.
“A pesar de que somos parte de un país que podría ser muy rico y poderoso cultural y económicamente, aún no estamos en ese lugar porque el desarrollo del talento no es una tarea prioritaria para el Estado ni para la mayoría de organizaciones educativas o privadas. Es urgente cambiar ese pensamiento para lograr el tan ansiado desarrollo sostenible”, concluye.