Los recientes incendios forestales en nuestro país han dejado una ola de devastación, afectando principalmente la Amazonía, el pulmón vital del planeta. En este contexto, es crucial que entendamos que el calentamiento global es el principal catalizador de estos desastres.
A medida que las temperaturas aumentan y la deforestación avanza, la probabilidad de que se produzcan incendios de mayor intensidad crece notablemente. Esta debacle ambiental no solo compromete la biodiversidad, sino que también afecta la vida de las comunidades locales que dependen de los bosques.
La ciencia es clara: el cambio climático ha venido avivando los incendios forestales durante las últimas décadas, volviéndose incontrolables. Los efectos en la economía, la salud y el medio ambiente son evidentes. Por ello, es imperativo que la sociedad, el gobierno y las empresas privadas comencemos a tomar cartas en el asunto.
El movimiento One Trillion Trees (1t.org) es una respuesta a esta crisis. La iniciativa, lanzada en 2020 por el Foro Económico Mundial, tiene como objetivo global cultivar un trillón de árboles para el 2030, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad y al bienestar del planeta. En Grupo AJE nos unimos a este movimiento con el compromiso de preservar 6 millones de hectáreas de bosque primario en países como Perú, Ecuador y Colombia.
Desde el 2020, hemos logrado conservar 4,7 millones de hectáreas de bosque amazónico a través de nuestra cadena de valor “Superfrutos que conservan bosques”, el cual no solo promueve la recolección sostenible de frutos como el aguaje y el camu camu, sino que también genera ingresos justos para más de 200 familias de comunidades amazónicas.
La expansión de este modelo a países de América Latina y Asia demuestra que es posible generar un impacto positivo. En la última COP 28, realizada en Dubái, el llamado de muchas organizaciones fue unánime: la biodiversidad y los bosques son claves para la supervivencia del planeta.
La pérdida de biodiversidad ocupa hoy el tercer lugar en la escala de los riesgos más severos que enfrentará la humanidad en los próximos diez años. Y según la WWF, nuestra región está experimentado la mayor disminución de poblaciones animales desde 1970. En este escenario, la Revolución Natural, impulsada por modelos de negocio que priorizan la Madre Tierra, es nuestra última esperanza.
Queda claro que el compromiso con la sostenibilidad no debe ser solo una aspiración, sino una acción concreta. La colaboración entre empresas y comunidades es fundamental para frenar la progresiva destrucción de nuestros bosques. Al restaurar nuestros “pulmones del mundo”, no solo combatimos la crisis climática, sino que también salvaguardamos un invaluable refugio para miles de especies, potenciando así la biodiversidad.
Es hora de reconocer que cada acción cuenta; desde la reforestación hasta el consumo responsable. Hagamos de la protección de los bosques una prioridad colectiva y actuemos juntos para garantizar un legado sostenible para las futuras generaciones.