La crisis política que atraviesa el país ya ha costado más de 50 vidas, entre manifestantes y efectivos del orden, más de 900 heridos, 180 bloqueos de vías, 40 entidades públicas y privadas públicas atacadas y 25% del territorio nacional afectado. Además, el impacto económico supera los $2,150 millones de soles, tras la paralización de 47 proyectos solamente en el sector minero. Desde IPAE Acción Empresarial nos hemos pronunciado en múltiples oportunidades rechazando la violencia y actos vandálicos.
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Además, como institución comprometida con el desarrollo del país, nos enfocamos en encontrar las vías adecuadas para salir de esta lamentable crisis. Para ello, es fundamental reflexionar acerca de su origen. En primer lugar, es indispensable entender que hay una correlación directamente proporcional entre las regiones más beligerantes en las protestas y la pobreza y ejecución presupuestal de estas regiones. Tomemos algunos ejemplos: Puno es la región más pobre del Perú, con 43% de su población en condición de pobreza. Al mismo tiempo, es la segunda con el salario medio más bajo: 805 soles. Le siguen Huancavelica y Ayacucho, con 41% y 36% respectivamente. Además de estar entre las cinco regiones más pobres del país, Puno y Huancavelica tienen niveles de informalidad de 80% y ejecución presupuestal del 41,9% y 42,8%, según la información del Ministerio de Economía y Finanzas al primer semestre del 2022.
¿Qué conclusión debemos sacar de estos datos? Más allá de la crisis política, también es urgente resolver problemas estructurales a través del compromiso de todos los peruanos y atender a estas regiones de una manera inmediata y contundente, con inversión y adecuada gestión de sus autoridades. Hoy el país está cosechando lo que sembró en el pasado. La pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades han provocado un conflicto que, estoy seguro, todos sabíamos que iba a surgir en algún momento.
Para encontrar la solución podemos aprender de las lecciones de otros países. Recordemos que incluso el más beligerante estado separatista, como fue el caso del “País Vasco” en España, fue aplacado gracias a un shock de inversiones. El Estado español, preocupado por esa crisis, se enfocó en potenciar la infraestructura, el turismo, las actividades culturales y los servicios. Así, convirtió a la Comunidad Vasca en uno de los destinos más importantes de Europa. Gracias a estas medidas, se dio un cambio dramático en su comportamiento político con relación al Gobierno Central de España.
Ahora comparemos esta situación con el Perú. Es inaceptable que hoy sea más fácil y más rápido llegar de Puno a La Paz, la capital de Bolivia, que llegar a la ciudad de Arequipa o que nos tome un mínimo de seis horas para llegar de Arequipa a Juliaca. De ellas, una hora y media se usa solo para salir de la ciudad y llegar a la carretera. Pueden sonar como temas menores, puramente logísticos, pero aclaran la asimetría de desarrollo que existe en el Perú, en pleno 2023.
Por eso, enfocarnos en el crecimiento económico del país y en el cierre de brechas es imprescindible en estos momentos, pues son sinónimo de desarrollo y calidad de vida para los peruanos. Pensemos en el impacto que esta crisis tiene en las micro y pequeñas empresas -especialmente las del sur del país- que tienen un mecanismo de subsistencia casi diario de ingresos. No solamente se ven afectadas por la reducción de la demanda, sino fundamentalmente porque no pueden tener una actividad económica mínima. La crisis es también un enorme golpe para la economía familiar de millones de peruanos de a pie, empresarios y emprendedores de toda escala. Recordemos y tengamos en cuenta que los problemas de Puno son también los problemas de todos los peruanos.
Construir un mejor futuro para el Perú y todos los peruanos es un compromiso que todos debemos asumir. Por ello, desde IPAE Acción Empresarial, tenemos como misión convocar a los líderes de distintos sectores a reflexionar, proponer y ejecutar iniciativas y propuestas para retomar el camino del crecimiento y el desarrollo.