En un artículo reciente de la revista The Economist, se recomienda a Javier Milei aprender de Perú (“What Javier Milei could learn from Peru´s economic successes?”). A comienzos de los 90´s logramos controlar una situación muy similar a la que vive Argentina. El anuncio inicial del ajuste nos vino con una dramática frase final: “Que Dios nos ayude” (Hurtado Miller). El costo fue alto. Pero lo logramos. Fue la base de todo lo que vino después y nos ha permitido vivir durante años con estabilidad monetaria. A veces nos olvidamos las cosas buenas que hemos hecho. En esto Milei tiene que aprender de nosotros.
¿Qué podemos aprender nosotros de Milei? Algo que hemos olvidado. Milei le ha perdido el miedo a impulsar la privatización de empresas públicas o la liberalización de actividades controladas por el Estado. Esto ha permitido hablar abiertamente del tema en Argentina. Aquí nuestros políticos y dirigentes tienen miedo de hablar de “privatización” o “liberalización” incluso si es evidente que es la mejor salida a un problema. Es “políticamente incorrecto” mencionarlo. Si lo mencionan, es sólo para decir que “no es el momento”.
Petro-Perú es un borracho que seguirá chupándose el dinero de todos los peruanos. Las medidas que se acaban de aprobar (que permiten un mayor control en la gestión por parte del Ministerio de Economía y Finanzas) durarán lo que duren los actuales ministros. Con la misma facilidad con la que hoy se cambió la composición del directorio (para restarle influencia al Ministerio de Energía y Minas), mañana se dará marcha atrás y se nombrará al jefe del sindicato como Presidente del Directorio. El borracho no va a cambiar. Hay que acabar con el problema. No hay “mejor momento” para privatizar Petro-Perú.
Corpac es una empresa controlada por el Estado. Tiene el monopolio de los servicios de aeronavegación. Según reportes periodísticos, los controladores de tránsito aéreo ganan entre S/7.000 y S/60.000 al mes.
Pese a eso, la empresa se queja de no tener personal suficiente. Varios matarían por esas remuneraciones; pero el camino está lleno de piedras dejadas allí por quienes no quieren que les hagan competencia. El embudo de ingreso a estos puestos está en manos de quienes pierden privilegios por el ingreso de nuevos controladores. El resultado de esto lo sufrimos todos: suspensiones o cancelaciones de vuelos o trágicos accidentes.
No existen factores técnicos o de seguridad que impidan la prestación de algunos servicios de aeronavegación bajo un régimen de competencia. En varios países europeos (España, Suecia, UK) estos se prestan por privados y bajo un régimen de competencia. Hay que quitarle el monopolio a Corpac liberalizando la actividad y abriendo espacio a la competencia.
¿Qué hace el Estado involucrándose en el desarrollo de una plataforma para la venta de entradas a Machupichu? ¿Acaso esperamos que lo haga mejor que con la administración de citas médicas o pasaportes?
Dejando de lado sus exabruptos, nosotros también tenemos cosas que aprender de Milei. Perdámosle el miedo a impulsar privatizaciones o la liberalización de actividades bajo control del Estado. ¡Petro-Perú, Corpac o la venta de las entradas para Machupichu serían un buen comienzo!
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