El año se acaba y, como es costumbre, empezamos una temporada de reflexión donde nos preguntamos: ¿qué podemos esperar para el año que se avecina? En esa línea, uno de los principales desafíos para los que somos parte del sector de consumo masivo de alimentos es tratar de predecir qué sucederá con la industria en el 2025 y más allá.
No es ajeno para nadie que el sector alimentario se encuentra en un punto de inflexión. Impulsado por una mezcla de factores que impactan desde ya a la industria, y que seguirán haciéndolo en los próximos años, como son el crecimiento demográfico, la evolución de los hábitos de consumo y la irrupción de las tecnologías. Sin duda este sector enfrenta desafíos sin precedentes.
Uno de los desafíos más urgentes es garantizar la sostenibilidad en la producción de alimentos. La demanda global de alimentos genera una presión enorme sobre los recursos naturales, lo que puede provocar escasez de agua, degradación de suelos, entre otros, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria y la biodiversidad. Para abordar esto, las empresas alimentarias deben reconsiderar sus métodos de producción y adoptar prácticas más sostenibles, reduciendo su huella de carbono y promoviendo la agricultura regenerativa.
En esa línea, el aumento de la población, que se proyecta alcance los 9.700 millones de personas en 2050, ejercerá una presión adicional sobre los sistemas alimentarios que nos llevará a ser más eficientes en la producción para garantizar el acceso a alimentos de calidad, reduciendo el impacto que estas actividades conllevan.
Asimismo, nos encontramos con una demanda de productos seguros y, sobre todo, transparentes. Esas características que parecieran intrínsecas a la labor del sector, nos desafían aún a continuar impulsando e invirtiendo en innovación y en sistemas de control de calidad rigurosos que garanticen la trazabilidad de los alimentos desde el origen hasta el consumidor final. Este es un desafío complejo, sobre todo en territorios con geografías de poca accesibilidad como el nuestro.
Desde una perspectiva positiva, la tecnología está transformando radicalmente la industria alimentaria y se convierte en un aliado para hacer frente a estos desafíos. La inteligencia artificial, la robótica y la biotecnología están permitiendo desarrollar nuevos productos, optimizar los procesos de producción y mejorar la eficiencia de las cadenas de suministro. Como ejemplo, según McKinsey & Company, podríamos lograr un impacto en la reducción del desperdicio de alimentos por US$ 127 mil millones al año para el 2030 sólo con la aplicación de herramientas de inteligencia artificial.
La industria alimentaria se encuentra en un momento crucial. Los desafíos son numerosos y complejos, pero también existen grandes oportunidades para aquellos que sepan adaptarse y aprovechar las nuevas tecnologías y tendencias. El futuro de la alimentación dependerá de nuestra capacidad para construir un sistema alimentario más sostenible, seguro y saludable. El 2025 es un buen año para impulsarlo.