Todo líder empresarial tiene como principal objetivo desarrollar y hacer crecer su empresa. El crecimiento de ventas y utilidades constituyen una métrica clave para determinar la salud de la firma. Incentivos a lo largo de la organización se alinean con estos objetivos. Sin embargo, se da una paradoja: justamente impulsar en forma desmedida el crecimiento constituye uno de los factores más frecuentes que llevan a las empresas a experimentar estrés financiero, crisis agudas y hasta quiebras.
El saber crecer en forma racional y sostenida se convierte en una tarea fundamental, más aún en épocas donde predomina la volatilidad, incertidumbre, ambigüedad y complejidad en el entorno de los negocios.
Crecer no es fácil, si ajustamos la inflación en el análisis, un estudio sobre aproximadamente 10.000 empresas que transan en Bolsa de Nueva York entre 1976 y 2019, dio como resultado que solo el 25% creció en promedio 11,8% por año. El resto de las empresas analizadas no creció o redujo sus ventas.
El doctor Gary Pisano del Harvard Business School, ha realizado investigaciones durante las dos últimas décadas y ha encontrado que, para crecer en forma saludable, se requiere generar un balance apropiado entre perseguir oportunidades de crecimiento y a la vez desarrollar competencias alineadas con las oportunidades detectadas.
Para lograr esto habrá que responder a tres preguntas: ¿cuan rápido crecer? ¿dónde buscar las fuentes de nueva demanda? Y, por último, ¿cómo obtener los recursos financieros, organizacionales y de talento para poder implementar la estrategia a seguir?
Desde la óptica financiera, el ritmo de crecimiento estará determinado por los recursos existentes, claro está, sin tener que comprometer la propiedad de la empresa ni endeudándose irresponsablemente, más las variables relacionadas con competencias organizacionales, disponibilidad de talento suficiente y hasta la cultura empresarial, pueden convertirse en barreras más difíciles de sortear.
Será vital poner atención a la selección de mercados donde crecer. Si hacerlo en más geografías, adquiriendo competidores o si buscamos mercados adyacentes a nuestros productos o servicios.
Un balance entre agresividad y prudencia pasará por manejar técnicas de “prospectiva” para crear escenarios que nos permitan poner a prueba nuestras competencias, las mismas que deberán contar con las habilidades suficientes que aseguren que nuestra estrategia de crecimiento es la adecuada y que la firma cuenta con la fortaleza necesaria para hacerlo exitosamente.