El futuro de Graña y Montero, por Julio Luque
El futuro de Graña y Montero, por Julio Luque
Redacción EC

¿Qué tienen en común Siemens, Walmart, Daimler, Glaxo, British Aerospace, Avon, ABB y Alcatel, además de ser empresas globales líderes? Durante la década pasada, todas fueron halladas culpables de corrupción y soborno de funcionarios estatales en diversos países. Siemens, por ejemplo, tuvo en su casa matriz durante muchos años un presupuesto de 40 a 60 millones de dólares anuales para sobornar a funcionarios y obtener contratos en países tan distintos como México, Vietnam, Israel o Italia. Pero hoy todas han logrado sobreponerse al escándalo generado por sus malas prácticas.

¿Funciona, entonces, una especie de impunidad empresarial a nivel global? En absoluto. Todas estas empresas pagaron un alto costo. En el caso de Siemens, multas por más de 1.600 millones de dólares, además de cárcel para los directivos hallados culpables. Pero en ningún caso se pensó que el castigo debía ser la quiebra o el cese de operaciones. Las empresas son mucho más que sus accionistas y sus principales directivos. Cuando se comprueban casos de corrupción, se busca que caiga todo el peso de la ley sobre los culpables, pero se hace lo posible para no afectar al resto de stakeholders.

Estas reflexiones son especialmente relevantes hoy por lo que viene ocurriendo con Graña y Montero (GyM). Los principales directivos han negado de manera categórica estar involucrados en actos de corrupción y, en consecuencia, es indispensable respetar la presunción de inocencia. Sin embargo, se percibe que entre quienes anticipan los resultados de las investigaciones, especialmente en redes sociales, está muy difundida la idea de que la empresa debería dejar de existir. Craso error.

GyM es, por una considerable diferencia, la principal y mejor empresa de ingeniería del Perú. Su capacidad para ejecutar proyectos con la más alta calidad y para enfrentar los retos de nuestra complicada geografía con soluciones técnicas innovadoras sigue intacta. Ha funcionado durante décadas como una verdadera escuela de ingeniería, terminando de formar a los profesionales que salían de nuestras universidades. Pertenece al muy reducido club de empresas nacionales que han logrado competir exitosamente más allá de nuestras fronteras. Un país con tanta necesidad de infraestructura y tanta ausencia de conocimientos técnicos necesita más empresas como GyM, no menos.

La empresa, por otra parte, ha dado pasos en la dirección correcta. Han renunciado el presidente y el gerente general, indicando que colaborarán con las investigaciones sin ninguna restricción, y se anuncia para los próximos días la recomposición total del directorio, al cual ingresarían personas de reconocida capacidad y trayectoria profesional.

Como lo hicieron todas las empresas mencionadas al inicio, una de las primeras medidas de este nuevo directorio debiera ser la contratación de una empresa especializada para conducir una exhaustiva investigación interna. Muchos stakeholders merecen que GyM no solo logre salvar esta crisis, sino que salga fortalecida de ella.

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