Por años, la penetración de los seguros en nuestro país no ha logrado crecer, estancándose en menos del 2%. En momentos como el que vivimos actualmente con la pandemia, gran parte de la población ha visto, ya sea en la propia familia o en conocidos, cómo millones de peruanos están en riesgo al no contar con protección frente a la pérdida de la vida, la salud y de sus activos o propiedades.
Incluso desde antes de este escenario, la bancaseguros se ha venido perfilando como una aliada fundamental para facilitar el acceso de los seguros en el país, ofreciendo protección a través de sus productos financieros. Además, este canal ayuda a superar tres grandes barreras para el sector asegurador: la distribución, la cobrabilidad y el acceso a la información de los clientes.
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Si queremos ver el vaso medio lleno, podemos decir que el Perú es un país con un potencial enorme: apenas el 16% de los 3 millones de autos están asegurados; frente a un terremoto, sólo 3% de los 8 millones de hogares tienen un seguro; y 9% de los 18 millones de personas que constituyen la PEA están protegidas. Ante ello, vale la pena preguntarse si la masificación de los seguros es una posibilidad real o es una utopía. Sin duda, es una posibilidad real si los productos que se lancen al mercado se centran en la necesidad del cliente, como, por ejemplo:
- Ser fáciles de vender y de comprar. El producto debe ser entendido muy bien por el vendedor y el comprador.
- Contar con cero o casi nula suscripción. Que puedan comprarse sin pasar por un examen médico, ni revisión del bien, etc. Podría ser un cuestionario simple, que el cliente logre resolver sin ningún traslado o trámite.
- Si son indemnizatorios, mucho mejor. Esto significa que el beneficio es un monto fijo y lo que gatilla la activación del beneficio es el evento/siniestro. Por ejemplo, si tienes un accidente, te doy una cantidad previamente determinada sin evaluación de daños. Simple. Los parámetros deben estar alineados al segmento al que se dirige el producto.
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- Más que pensar en contratos, priorizar la creación de productos para atender necesidades. Los contratos deben ser simples, en lenguaje coloquial.
- Finalmente, la experiencia post venta del siniestro debe ser totalmente transparente y rápida. El producto debe garantizar la atención en el menor tiempo posible, sin complicaciones, ante la eventualidad de que ocurra un siniestro.
Será mucho más fácil llegar a más peruanos si los seguros constituyen parte integrante del proceso de venta de un producto bancario o de alguna transacción, es decir están “embebidos” en ellos. Como pasa con el seguro de desgravamen, por ejemplo. Así, la venta de una tarjeta de Crédito puede salir con un seguro contra robos o cuando alguien vaya a hacer un retiro a un cajero también se le puede preguntar si desea proteger el dinero que retira.
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Y aunque la industria aseguradora viene dando avances importantes, todavía se puede hacer más para consolidar al cliente en el centro de todas las decisiones, y contribuir a crear una economía más inclusiva y sostenible. Como sector asegurador, tenemos un reto enorme y una gran responsabilidad, porque la promesa del seguro es proteger a las personas y apuntamos a proteger a todos los peruanos que podamos.
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