* Alonso Segura es primer presidente del Equipo Especializado de Seguimiento de Inversiones
El actual gobierno ha puesto el destrabe de proyectos de inversión –iniciativa heredada del anterior gobierno– en lo más alto de su mensaje político y económico. ¿Qué tan relevante es? ¿En que consiste? ¿Cómo se puede maximizar su impacto?
El destrabe no tiene los elementos de una política pública, como es el caso de las políticas de fortalecimiento de capital humano, o de diversificación productiva –que han sido abandonadas– o de inclusión social. Pero es un componente, importante aunque relativamente reciente, de la política de promoción de la inversión que ha sido y seguirá siendo esencial para el desarrollo del país. Por ello, es muy positivo que el gobierno haya continuado esta iniciativa, impulsándola desde el más alto nivel.
En este esfuerzo es fundamental la rigurosidad en el manejo de la información y en la comunicación de avances, tanto para el ciudadano como para el propio sector público. Anuncios incoherentes sobre montos de inversión destrabados –US$1.900 millones, US$8.000 millones y recientemente S/1.000 millones– pueden minar la confianza en el esfuerzo. Tampoco ayudan las marchas y contramarchas en torno a logros en los proyectos.
—Piezas de un rompecabezas—
El destrabe fue concebido y desarrollado tan solo hace tres años. Involucra dos ejes de acción. De un lado, el seguimiento, diagnóstico y acompañamiento a proyectos estratégicos. De otro, la identificación, diagnóstico y planteamiento de soluciones a problemas transversales o sectoriales. Antes el Estado no hacía nada. Hacer que cambie de chip toma un gran esfuerzo y enfrenta fuerte resistencia.
Un proyecto tiene problemas de acceso a predios. Luego dos, luego tres. Se identifica un patrón. Un proyecto enfrenta requerimientos de información repetida para permisos. Luego dos, luego tres. Se identifica otro patrón. Es por ello que estos ejes se retroalimentan y se potencian, como dos piernas para poder caminar. Es importante solucionar trabas puntuales en proyectos, adendas incluidas, pero se maximiza el impacto cuando se encuentran soluciones de alcance general y que prevengan trabas futuras. Esto genera un efecto multiplicador.
La labor de destrabe involucra además a diversos actores del sector público –y del privado– muchas veces con visiones contrapuestas, y por tanto requiere de un profundo conocimiento de gestión pública y capacidad de articulación. Aparentemente, la visión del gobierno actual es más simplista. Usemos un par de ejemplos para ilustrar estos puntos.
Primero, la carretera Chincha-Pisco-Ica. Casi caricaturescamente se ha señalado que la traba era la expropiación de cuatro predios. Esto desconoce el gran esfuerzo que conllevó a la firma de dos adendas, el 2015 y julio del 2016, que solucionan la problemática del proyecto –extensión hasta Ica, intercambiadores viales, ruta alterna, lagunas de oxidación, expropiaciones– y que hoy permiten que uno disfrute cómodamente del trayecto Lima-CADE.
Segundo, la partición y transferencia del equipo de destrabe (EESI) del MEF a Pro Inversión –incluida en el DL 1251–. La ley de expropiaciones, la creación de la certificación ambiental global, la ley de antenas, el fortalecimiento de la comisión de barreras burocráticas en Indecopi y la prohibición de reobservaciones en los procedimientos administrativos son solo algunas de las soluciones a grandes barreras a la inversión que se trabajaron desde el MEF con el EESI como articulador. Trabajo silencioso pero de alto impacto. A diferencia de Pro Inversión, el MEF tiene ámbitos de competencia amplios, es rector del sistema de inversión, tiene capacidad normativa y de iniciativa legislativa, además de cuadros multidisciplinarios y un peso institucional conocido. Pasar el EESI a Pro Inversión es un error. Partirlo es otro. Se perderá el impacto multiplicador que ya se había logrado. Se quiebra algo que ya funciona.
Destrabar no es fácil, tampoco es inmediato. Requiere de un trabajo planificado y metódico, en el que el resultado es visible a terceros solo cuando se soluciona la última traba. Aunque para algunos equivalga a la ‘última casita’, para la foto.
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