"Serán las computadoras y la inteligencia artificial las que determinen los impuestos a pagar en función a algoritmos muy complejos, que “cuidarán” que no sean confiscatorios", señala Dunin Borkowski, directora de PwC (Foto: Difusión)
"Serán las computadoras y la inteligencia artificial las que determinen los impuestos a pagar en función a algoritmos muy complejos, que “cuidarán” que no sean confiscatorios", señala Dunin Borkowski, directora de PwC (Foto: Difusión)

“Nada será como antes” decía una canción brasilera que marcó mi niñez. No he podido evitar evocarla con el . ¿Cómo será la en “la nueva normalidad”? . Aquí unas ideas de que va a ocurrir en ese ámbito, en los próximos cinco años:

1. La tendrá toda nuestra data digitalizada y procesada. Sabrá de nosotros, más que nosotros mismos. Si bien es probable que surjan reglas mucho más estrictas sobre el tratamiento de nuestros datos personales, ello no impedirá que nos fiscalicen de manera “teledirigida”, con un objetivo directo. Esperemos que esto, además, permita la ansiada ampliación del universo de personas que tributamos y, por ende, la formalización de nuestro país.

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2. La determinación del impuesto a la renta empresarial será más “matemática”, léase habrá más presunciones objetivas y las “discusiones” legales se reducirán. Por ejemplo, la normativa dirá que si se factura en cierto rango (o ingresa a tu cuenta bancaria cierta cantidad de dinero) y cumple con ciertas condiciones determinadas, tendrás derecho a deducir un porcentaje por concepto de gastos, y no habrá posibilidad de objetarlo. Serán las computadoras y la inteligencia artificial las que determinen los impuestos a pagar en función a algoritmos muy complejos, que “cuidarán” que no sean confiscatorios (¡Y esperemos que sea así!).

3. La determinación del impuesto al trabajo será diferente. Probablemente, al convertirse el teletrabajo en la modalidad más usada para las aun llamadas “profesiones liberales”, al realizarse desde la casa, la posibilidad de deducir gastos, que a la fecha no existe, será permitida.

4. Los tributos relacionados al mantenimiento del seguro social de salud (como lo es Essalud a la fecha) serán más caros. Así también serán más caros los impuestos al consumo de productos nocivos para la salud (cigarros, alcohol, comida azucarada, etc.), puesto la población que los consume es más proclive a enfermarse en el futuro que aquella que no.

5. Surgirán más impuestos nacionalistas, porque los estados empezarán a mirar hacia adentro. Surgirán impuestos tipo Google, donde cada estado buscará proteger a su población para que no sea “infectada” por otra.

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6. Probablemente, querrán imponer tributos cuando una persona ingrese a un país para cubrir los gastos de verificar que uno esté sano. Asimismo, con la finalidad de fomentar el turismo, los tributos (tasas) para entrar a museos, parques nacionales, etc., desaparecerán por un tiempo, como ya ha ocurrido en el Perú en el caso de los menores de edad.

7. Es probable también que se busque crear un “impuesto a los grandes patrimonios” luego de la crisis, para poder reactivar la economía, como ocurrió luego de la Segunda Guerra Mundial y otras situaciones dramáticas en nuestra historia; aunque quizá recaudarían más elevando la tasa del IGV, pero ello no sería tan popular.

8. Si existieran impuestos al patrimonio, más países optarían por una afectación tributaria potencial, léase no real, para hacerse más atractivos a las “grandes fortunas”. Te dirán: “si te instalas en mi país, pagarás un monto fijo por concepto de impuestos, no importando cuánto ganes” y los países competirán por atraer a los más ricos.

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9. Surgirán impuestos ambientales, los que dicen “ si contaminas, pagas”, y tendrán un costo reputacional asociado; léase muchas corporaciones tratarán de no pagarlo para transmitir la idea de que son amigables con el medio ambiente.

10. Finalmente, los procesos al ser digitales serán más rápidos. Habrá más uniformidad en la jurisprudencia, es decir, sabremos con mayor certeza qué decidirán nuestros tribunales.

En el futuro probablemente algunos dirán que “todo tiempo pasado fue mejor”. No obstante, no tiene porque ser así. Necesitamos reformular nuestro sistema tributario hacia uno donde todos los que deban tributar, lo hagan; donde se respeten los derechos de todos los contribuyentes, y sobre todo, donde todos tengamos la certeza que nuestros tributos se destinan efectivamente a cubrir las necesidades públicas.

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