Por: Alejandro Falla
Socio de Bullard Falla Ezcurra
Hace poco visité Huamanga. Me recomendaron conocer una vieja casona en el centro de la ciudad que alberga pinturas de la época virreinal y donde hoy funciona una agencia del Banco de la Nación. Lo que me llamó la atención no fue tanto la pintura, como la inmensa cola formada por miembros de la tercera edad en espera de ser atendidos. Supuestamente todos, por su edad, debían recibir un trato preferencial. Eran las 11:00 a.m. y los últimos de la cola estaban desde las 7:00 a.m. Esto, que parece parte de una novela de ficción, se repite todos los meses en las distintas agencias de dicha entidad. Y esto es un problema tanto para los viejitos como para los condenados a hacer trámites ante algunas entidades del Estado.
Para cobrar su pensión, los viejitos del Sistema Nacional de Pensiones usan los servicios de dicho banco. Lo mismo pasa con los policías, militares y maestros cuando quieren cobrar sus remuneraciones mensuales. Pero también usan sus servicios quienes necesitan hacer un trámite ante algunas dependencias públicas.
Son muchos los trámites ante entidades del Estado que requieren el pago de una tasa por el servicio que van a recibir. En algunos casos, esta tasa solo puede ser pagada en el Banco de la Nación. Así, por ejemplo, para presentar una demanda en el Poder Judicial, una denuncia por pérdida de documentos ante la Policía Nacional, renovar un pasaporte o sacar un carnet de extranjería ante Migraciones, o solicitar una licencia de conducir en el Ministerio de Transportes se debe pagar una tasa y solo se puede hacer en dicha entidad.
Si empezamos a sumar a los potenciales usuarios de los servicios de dicho banco, las colas terminan siendo una consecuencia inevitable. Estas son un problema no tanto por el espectáculo o por la congestión que generan en el vecindario, sino por las pérdidas de bienestar que sufren quienes se ven condenados a hacerlas. Y si alguien podría pensar que el valor del tiempo es menor para los viejitos, piense en aquellos condenados a pagar una tasa para presentar una denuncia por pérdida de documentos el día de pago de jubilados. El costo de hacer esos trámites se eleva.
Distintas regulaciones o decisiones de entidades del Estado han otorgado una exclusividad a dicho banco en el cobro de ciertas tasas. Nadie más puede hacer lo que esa empresa hace. Y es así no porque lo haga mejor que otros, sino porque así lo ha dispuesto ‘la autoridad’. De esta forma se le ha aislado y protegido de la competencia. No corre el riesgo de perder clientes si las colas son largas o la atención es deficiente. Te guste o no, tienes que hacer tu cola. No hay alternativa.
No existe razón aparente que justifique concentrar en un solo banco el cobro de tasas. Se podría hacer en cualquier entidad del sistema financiero. Concentrar estos pagos en una sola constituye una traba burocrática.
Si se quiere eliminar estas colas y los costos que generan, no es necesario forzar al banco a poner más ventanillas bajo amenaza de una multa. Basta con eliminar la exclusividad y permitir más competencia. No solo los viejitos lo agradecerán.
Nota del Editor: El Banco de la Nación amplía y moderniza constantemente sus servicios, pero las colas siguen igual. Hace poco inauguró su nueva sede que es el edificio más alto de Lima. Conócelo en el siguiente video.