(AFP). La manipulación fraudulenta de 11 millones de motores diésel por parte de Volkswagen para superar los controles antipolución son fruto de "una cadena de errores" iniciada en 2005, afirmó este jueves un directivo del grupo automotor alemán, que se encuentra en una situación "tensa".
En setiembre, el gigante de la industria automotriz germana desencadenó la mayor crisis de su historia al reconocer que había instalado en 11 millones de vehículos diésel un software capaz de brindar datos falsos en los resultados de las pruebas anticontaminación.
El escándalo "no resulta de un error aislado sino de una cadena de errores que no se rompió en ningún momento", reconoció ante la prensa en Wolfsburgo Hans Dieter Pötsch, presidente del consejo de vigilancia del grupo propietario de 12 marcas, entre ellas Seat, Skoda, Audi y Porsche, además de la homónima.
El origen del fraude se remonta a 2005, cuando Volkswagen lanzó una ofensiva en el diésel para el mercado estadounidense, detalló el directivo.
Según los primeros resultados, influyeron tres factores, de acuerdo con Pötsch: "errores e infracciones individuales de ciertos empleados en ciertos ámbitos de la empresa", "debilidades en ciertos procesos", y "una actitud de parte de algunos que consistía en tolerar las infracciones de la ley".
Este último punto "es el más difícil de aceptar para nosotros", añadió, sin detallar la identidad de los responsables, ni su número.
Pötsch hizo sus comentarios al presentar un primer balance de dos investigaciones, una interna, que deberá concluir "dentro de poco", y otra encargada a un bufete de abogados estadounidenses, y que continuará hasta el año próximo.
En total, 450 expertos han sido movilizados para hallar el origen del escándalo que ha sumido el grupo alemán en una situación "tensa", según reconoció en la comparecencia Matthias Müller, el nuevo presidente del grupo.
Müller dijo que el grupo de doce marcas está en una situación "que no es dramática, aunque sí tensa", y reiteró su promesa de esclarecer el escándalo y de reorganizar el grupo en profundidad.
"La situación es grave, pero no hundirá a la empresa", prometió.
De momento, Volkswagen ha hecho salir a siete personas, entre ellas su presidente desde 2007, Martin Winterkorn, quien dimitió en septiembre asumiendo la responsabilidad del escándalo, afirmando al mismo tiempo que no había sabido nada antes.
Por el momento, añadió Pötsch, ex director financiero del grupo, "no tenemos pruebas de la implicación (en el escándalo) de miembros del directorio o del consejo de vigilancia" presentes o pasados.
Volkswagen, que cuenta con un volumen de negocio de unos 200 mil millones de euros y unos 600 mil empleados en todo el mundo, sufrió entre julio y setiembre su primera pérdida neta en 15 años (1.673 millones de euros).
El resultado fue consecuencia directa de los 6.700 millones de euros aprovisionados para hacer frente a las consecuencias judiciales del escándalo.
Justo antes de la comparecencia de este jueves, la presión se relajó sobre Volkswagen en otro frente, el de las sospechas de manipulación de las emisiones de CO2 de otros 800 mil coches.
Según dijo el grupo el miércoles, contrariamente a lo que había anunciado, no hay pruebas de manipulación en las emisiones de CO2 de esos vehículos.
Además anunció que por el momento no se ha confirmado el posible impacto negativo en sus cuentas de este caso, valorado inicialmente en 2.000 millones de euros.
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