Gonzalo Begazo ha hecho una carrera muy relacionada con la tecnología. “Empecé en el Perú en IBM, que era lo más alto en lo que podías aspirar. Y luego de hacer mi maestría en EE.UU., pasé por Microsoft, por una empresa de Paul Allen [cofundador de Microsoft] y terminé en Google como director de finanzas”, recuerda. Cuando regresó al Perú, a inicios de la década, se convirtió en un animador del naciente ecosistema emprendedor local. Chazki es su apuesta más grande.
—¿Cómo se dio el tránsito de ser vicepresidente financiero de una transnacional peruana a dedicarte de lleno al emprendimiento digital?
En mi periplo por compañías tecnológicas en EE.UU., encontré que me fascinaba la tecnología que resuelve problemas muy grandes de manera muy rápida. Por ello, cuando decidí volver al Perú hacia el 2010, mi intención era abrir un fondo de inversión en start-ups. Pero el ecosistema emprendedor no era en ese momento el que es ahora. Faltaban emprendedores. Decidí entrar a Aje, una compañía global que admiraba mucho. Mientras tanto, invertía los ahorros familiares en un portafolio de start-ups e incluso dedicaba mis noches y fines de semana a ayudar a algunas de ellas. Una de estas inversiones fue Chazki y en el 2015 empezó a crecer tan rápido que decidí dedicarme a tiempo completo a ayudar a Luis Miguel [Frisancho], mi socio, que se estaba volviendo loco.
—¿Cuánto crecía?
Chazki ha venido creciendo a tasas de entre 40% y 45% mensual en promedio. Se duplica cada dos meses. Empezamos con cuatro empleados y ahora ya son 27 personas dentro de la empresa, además de darle oportunidad a más de 300 afiliados o ‘chazkis’.
—¿Qué problema resuelve Chazki?
Es un problema regional. Cuando alguien hace un pedido –por ejemplo, de comercio electrónico– en una ciudad de América Latina, no tiene forma de saber en tiempo real en dónde está. Hay una falta total de trazabilidad. Si pides unas zapatillas, el día de entrega estás en un limbo, nadie sabe a qué hora llegarán ni dónde están. Te responden: “Las tiene el courier”. Otro problema es que ese courier es uno tradicional, que nació para entregar sobres y recibos. Siempre se han concentrado en dar un servicio lo más barato posible y tienen cero foco en el servicio al cliente. La logística está frenando el crecimiento del e-commerce. Y un tercer problema es que no existe automatización, reportes o métricas de los procesos logísticos.
—¿Cómo solucionan todo esto?
Con tecnología. Hemos creado una tecnología 100% nuestra, desarrollada en Arequipa con alumnos de la Universidad San Pablo. Es un ‘ruteador’ automático, un algoritmo que busca la forma más eficiente de entregar paquetes dentro de la ciudad. Esa ruta se la trasladamos a la persona que tiene el vehículo. El courier le da los paquetes al chofer y le dice: “Tú mira cómo haces”. Además, tenemos trazabilidad en tiempo real con mapas que se pueden enviar por e-mail o mensaje, y que muestran la foto y el celular del conductor, como las apps de taxi. En tercer lugar, hemos armado el ‘Uber’ de la logística urbana con un sistema en el que administramos a los ‘chazkis’, personas que se afilian y que trabajan con su propio vehículo, su propio smartphone y en el tiempo que ellos quieren.
—¿A quiénes atienden?
Originalmente, lanzamos Chazki para atender el e-commerce, pero ahora estamos atendiendo también a clientes de ‘retail’ que necesitan mover cajas de sus almacenes a sus tiendas y también a cualquier persona que necesite hacer un envío. Y también recogemos cosas, lo que se llama logística inversa. La ecuación de valor consiste en hacer entregas en el mismo día, incluso ‘express’ en dos horas, en poder hacer logística inversa y en poder cobrar en el punto de delivery, ya sea en efectivo o con tarjeta. El 50% del e-commerce del Perú se hace con cobros ‘cash on delivery’.
—¿De qué tamaño es el negocio hoy y hasta dónde pueden llegar?
Entregamos 10.000 paquetes al mes. A finales de año queremos llegar a 30.000. Acabamos de abrir nuestra oficina en Arequipa y tenemos como plan abrir hasta noviembre en Trujillo, Cusco, Piura, Sullana y Huancayo, para estar listos en la campaña navideña. Nuestro sueño es ser una compañía de logística urbana con operaciones en América Latina. Tenemos clarísimo que en el 2017 debemos entrar a otros países luego de haber consolidado el modelo en el Perú.
—¿Qué pasó en estos años para que ahora consideres que el ecosistema emprendedor es más sólido?
Un catalizador fundamental fue Wayra, la aceleradora de Telefónica que aprovechó todo el potencial comunicacional de esta empresa. También surgieron comunidades de potenciales emprendedores, como Lima Valley, donde se desarrollaban habilidades como hacer ‘pitches’ [presentaciones] y se explicaba cómo ‘levantar’ dinero. Otros emprendedores comenzaron a compartir sus experiencias, buenas y malas. Algunas universidades también comenzaron a sumarse. Yo mismo estoy apoyando a la UTEC, a la del Pacífico, a ESAN y a la Universidad San Pablo de Arequipa en estos temas. Y el Estado comenzó a cumplir un rol a través del Fincyt y de StartUp Perú, apoyando a emprendedores con fondos concursables.
—¿Por qué estos emprendimientos necesitan ayuda estatal? Chazki no necesitó fondos públicos.
Yo estoy más o menos en esa línea. Emprendimientos bien logrados, que tienen una oportunidad de negocio interesante y con un equipo gestor con trayectoria no tienen por qué recibir el amparo de un fondo del Estado. Se puede financiar con recursos privados, tal como hizo Chazki y otras empresas en las que participé. Pero el aporte del Estado ha sido realizar una gran campaña de difusión para que muchos jóvenes con una buena idea pero sin acceso a capital pudieran concursar por los fondos.